La verdadera historia de la heredera de BASF (que no recibirá 4.000 millones de euros)
Marlene Engelhorn, que ha iniciado una campaña para que los ricos paguen más impuestos, heredará una suma de "dos dígitos" en millones de euros
BarcelonaHace un par de semanas a Marlene Engelhorn le empezaron a llegar titulares. La mayoría eran de medios españoles e italianos, por lo cual tuvo que recurrir a Google Translate para averiguar por qué su nombre captaba de golpe tanta atención en el sur de Europa. “Tiene 29 años y se niega a recibir una herencia de 4.000 millones de dólares, ¿por qué?”, “La heredera que ha rechazado 4.000 millones de euros: «No quiero ser tan rica»”, “La joven que renuncia a una herencia de más de 4.000 millones de euros porque no quiere ser tan rica”. Ninguno de estos tres enunciados, sin embargo, es cierto.
Engelhorn es una de las descendientes de Friedrich Engelhorn, el industrial alemán fundador de la multinacional química BASF, pero la cantidad de dinero que heredará por haber nacido en el seno de una familia privilegiada tiene como mínimo dos ceros menos. “Heredaré una suma de dos dígitos en millones de euros, y no la rechazo. Quiero poder redistribuir al menos el 90%, idealmente a través de los impuestos. Si no, buscaré mi propia manera”, explica desde Viena por videollamada en una conversación con el ARA.
Como otras herederas de familias de renombre, vivió la infancia tranquila y prototípica de una niña rica. “Crecí en una gran mansión, fui a una escuela y un instituto privados”. Su visión del mundo, relata, era la misma que puede tener un caballo al cual se colocan unas anteojeras para que no se distraiga y solo mire adelante. “El privilegio funciona del mismo modo: no ves cuánto tienes”, dice. La universidad –donde entró para estudiar lengua y literatura alemanas porque le gustaba mucho leer y "quería una excusa para hacerlo"– fue su primer punto de inflexión para darse cuenta de que la abundancia en la que había nacido no era habitual.
Pero el segundo momento y el más determinante fue el día en el que su familia le explicó que, cuando llegara el momento, heredaría de su abuela –Traudl Engelhorn, que con su familia aparece en la posición número 687 de la lista de Forbes con un patrimonio de 4.200 millones de dólares– una cantidad que le pareció “enorme”. “Sería una multimillonaria. Yo era consciente de que era rica, pero entonces me sentí enfadada y no entendía por qué. Quería hablar del tema y a la vez me escondía. No quería aquel dinero, no me parecía justo”, recuerda Engelhorn.
Un movimiento para pagar más impuestos
En el último año, sin embargo, ha convertido este enojo con su propia clase social en activismo. En febrero del 2021 mandó una carta abierta junto con otras personas incómodas con la baja tributación de los “superricos” [überreich en alemán], que es como le gusta referirse a las grandes fortunas. En su país, Austria, no existen ni el impuesto de sucesiones ni el de patrimonio. La misiva la firmaron una sesentena de ricos de países de habla germana, de los cuales 27 lo hicieron con su nombre completo. De esta iniciativa surgió taxmenow, un movimiento que reclama una tributación más alta para los millonarios y multimillonarios que permita redistribuir la riqueza de una manera más justa.
Engelhorn rechaza el discurso que defiende que los ricos lo son porque son más listos o brillantes que el resto, o porque se han esforzado más. “Nos olvidamos que el hombre hecho a sí mismo es una excepción. Cuando eres muy rico es porque naciste así, y normalmente es dinero sucio, no hay ni una fortuna que esté limpia”, lamenta la heredera del fundador de BASF. También tiene claro que su antepasado pudo crear un imperio químico porque su posición social lo hizo posible. “Era un hombre blanco, de edad media, rico y europeo; tenía todo el privilegio que necesitaba”, apunta.
Para Engelhorn, uno de los mejores ejemplos de cómo se ha mitificado la figura del millonario y su contribución a la sociedad se encuentra en la ficción de superhéroes. Batman es un niño rico y huérfano con una historia trágica –“¿Y quién no tiene una?”, se pregunta– que vive en una ciudad con problemas de criminalidad y decide arreglarlos por su cuenta. “Está por encima de la ley, mientras que cualquier otra persona iría a prisión si hiciera lo mismo. En lugar de esto podría usar su dinero para financiar el departamento de policía de Gotham", añade. "Para mí es el paradigma de que los grandes problemas no los puede resolver una sola persona con una fortuna”, dice Engelhorn.
Uno de los proyectos en los que ha participado es, precisamente, Resource Generation, una organización que se dirige a los jóvenes de entre 18 y 35 años que tarde o temprano heredarán fortunas, para hablarles sobre redistribución de la riqueza. “Los ricos acostumbran a justificar que ya tienen fundaciones benéficas, pero a quienes tendrían que pagar es a los estados. No tenemos que esperar que venga un hombre rico a hacer una donación, esto no puede reemplazar el gasto público ni una redistribución realmente democrática”, añade.
A una parte de ella, admite Engelhorn, le gustaría que los titulares que le atribuían una herencia de más de 4.000 millones de euros fueran ciertos, porque entonces el impacto de sus iniciativas podría ser mucho más grande. Pero no es una multimillonaria tan multimillonaria: “Solo soy una niña rica y bocazas”.