El gran quebradero de cabeza de la UE: cómo rearmarse sin la industria bélica de EEUU

El sector armamentista europeo se encamina hacia una consolidación para ser más competitivo y asumir el gran rearme de la UE

Un fusil AR-15 con la bandera estadounidense el lunes 15 de enero de 2024 durante una manifestación por los derechos de las armas cerca de Capitol Square a Richmond.
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Bruselas / MadridEl regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha acelerado los planes de la Unión Europea de rearmarse y recuperar la autonomía en el sector de la defensa. Y no sólo en el poder militar más inmediato, sino también en la industria bélica comunitaria. Por eso el plan de la Comisión Europea de Ursula von der Leyen, que los líderes europeos validaron este pasado jueves, quiere priorizar las compras conjuntas de armas a empresas armamentistas de estados miembros o, como mucho, de los aliados más cercanos del bloque comunitario, como pueden ser Reino Unido o Noruega. Ahora bien, este anhelo también supone un quebradero de cabeza: cómo conseguirlo sin la industria estadounidense, de la que Europa todavía depende.

Vamos a palmos. El gran incremento de gasto militar de los Estados miembros ha hecho que aumente más la compra de armas de la UE en Estados Unidos, aunque la nueva administración republicana cada vez se desentienda más de la seguridad de sus tradicionales aliados occidentales. Concretamente, según el último informe del Sipri, los socios europeos de la OTAN han incrementado las importaciones de armas un 105% en el período 2020-2024 respecto al lustro anterior, y un 65% las que adquieren de la potencia estadounidense.

Es en este contexto que la propia jefa del ejecutivo comunitario ha admitido que la industria bélica europea puede tener dificultades para asumir toda la demanda de una compra masiva de armas por parte de las potencias europeas. Más allá de la capacidad, Ursula von der Leyen teme que el sector no esté preparado para desplegar las más innovadoras tecnologías del sector militar y civil, como puede ser la inteligencia artificial aplicada a la defensa.

Cada vez más socios europeos presionan al resto de Estados miembros para comprar armas de compañías europeas y dejar de importar sobre todo de Estados Unidos. Francia, por ejemplo, es uno de los socios que, por encima de todo, pretende que el rearme sea made in EuropeSin embargo, hay otros países, como Alemania o los que sienten más cerca la amenaza del expansionismo ruso y tienen prisa, como los bálticos o los nórdicos, que priorizan incrementar su poder militar, aunque sea enriqueciendo a la industria estadounidense.

Las lagunas de la industria bélica europea

Entre los elementos que siguen marcando esta dependencia se encuentra la capacidad tecnológica, como las actualizaciones de los softwares o de los sistemas eléctricos, necesarios para desarrollar y manejar el material militar. Un alto directivo español del sector explica que si Europa quiere "competir" debe hacer manos y mangas para reforzar ese área. "La capacidad no sólo se gana por tener muchas empresas o muy grandes", apunta. Así, más allá de la dependencia en cuanto a material militar, la I+D es una cuestión "clave".

"La mayoría de los ejércitos europeos dependen en gran medida de Estados Unidos en cuanto al apoyo de las comunicaciones, la guerra electrónica y el abastecimiento de munición ante un conflicto", apuntaba Justin Bronk, del Royal United Services Institute (Rusi) en un artículo en el Financial Times en la que se preguntaban, precisamente, sobre si Estados Unidos puede "desactivar" el rearme de Europa. "No es tan sencillo como pulsar un botón", matizaba el investigador.

Diferentes voces del sector apuntan a que en este escenario una salida es la consolidación y la concentración del sector en Europa. La fragmentación empresarial supone un reto en cuanto a costes, eficiencia y competitividad. De hecho, quien recientemente ha pregonado este camino ha sido el flamante presidente de Indra, Ángel Escribano, quien de entrada ya ha puesto en el punto de mira a la fábrica de Santa Bárbara, en Asturias, lo que ha abierto un choque con la propiedad, la empresa estadounidense General Dynamics. "Es evidente que juntos somos más fuertes", defendía Escribano esta semana durante un acto en Madrid. En el caso de España, esta consolidación supondría un balón de oxígeno en lo que respecta al músculo del sector, que en comparación con otros países es mucho menor.

Un claro ejemplo de apuesta por una economía de escala en el ámbito europeo es Airbus, el consorcio en el que participan Francia, Alemania, España y Reino Unido y que, más allá de nutrir algunas de las aerolíneas más importantes del Viejo Continente, cuenta con un negocio de la defensa y el espacio para el que20. er a través del cual se fabrican los cazas Typhoon, que abastecen al ejército español, británico e italiano.

Asimismo, esta idea de europeizar al sector se ha hecho evidente en el caso del negocio aeroespacial. El año pasado, por ejemplo, se adjudicó al consorcio europeo SpaceRise la construcción del IRIS 2. Este consorcio está liderado por SES, Eutelsat y el operador de satélites español Hispasat, que Indra ha adquirido recientemente. El proyecto pretende construir hasta 290 satélites y competir con Starlink, de Elon Musk, o Kuiper, del fundador de Amazon, Jeff Bezos. "Con inversiones sin fin como la de Elon Musk se está poniendo el foco en la soberanía estratégica del espacio", reconocía un alto directivo hace poco más de un año en el ARA.

Todo ello hace que empresas que históricamente se han considerado militares, y algunas civiles, se froten las manos. La alemana Volkswagen, que atraviesa una crisis latente desde hace tiempo, ya ha levantado el dedo para tratar de "reorientar" sus fábricas. De hecho, ya se ha hablado de una inversión por parte de la empresa armamentista Rheinmetall, o de transformar el negocio de la automoción en el sector de la defensa, como apuntaba el consejero de la compañía, Oliver Blume, en Telegraph.

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