Laboral

¿Qué ocurre cuando los trabajadores recuperan una fábrica en bancarrota?

Ejemplos europeos de cooperativas industriales se encuentran en Barcelona para compartir experiencias

Trabajadores de fábricas autogestionadas, en la foto Theodoros Karyotis, Eleni Velesiotou y Makis Anagnostou, de la empresa griega Viome, Can Batllo.
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BarcelonaEn 2011 Grecia estaba sumida en el rastro de pobreza dejado por la crisis financiera y las medidas de austeridad de la Troika. Miles de empresas cerraban para siempre y la tasa de paro terminaba ese año por encima del 20%. Si esta historia hubiera seguido el curso habitual de una gran derrota económica, todos los trabajadores de la empresa de productos químicos para la construcción Viome en Tesalónica se habrían quedado en la calle y la fábrica no habría vuelto a producir nunca más. Pero, pese a los obstáculos, ese no fue el desenlace.

El suyo es uno de los pocos ejemplos en Europa de una fábrica ocupada y autogestionada por los propios empleados y que casi quince años después sigue funcionando. Dos de sus trabajadores y uno de los miembros del grupo de apoyo a la cooperativa han visitado recientemente Barcelona para participar en el tercer Encuentro Europeo de la Economía de los Trabajadores, organizado por la CGT en el recinto de Can Batlló, y relatar su experiencia transformando una compañía en quiebra en una cooperativa.

"El propietario de la fábrica, como muchos otros en aquella época, no podía mantener la rentabilidad y en lugar de pagar las compensaciones a los trabajadores prefirió abandonar la empresa", explica Makis Anagnostou, uno de los 70 empleados de Viome que se quedaron sin ingresos en el peor momento posible. Encontrar otro trabajo en medio de la recesión no era una opción realista y ante esa situación la plantilla decidió ocupar las instalaciones. "En Grecia la población no tenía suficiente para subsistir y necesitaba productos baratos", recuerda. Por eso, después de muchos procesos asamblearios, los trabajadores pasaron a fabricar productos de limpieza ecológicos y asequibles. Anagnostou recuerda aquellos tiempos como una "lucha de supervivencia", en la que incluso intercambiaban sus detergentes para comer para las familias de los empleados. "Al principio la operación fue en negro y clandestina", admite.

Tras poner en marcha un plan de regularización de la actividad, dieron el paso para convertirse en una cooperativa formada por todos los empleados, que todavía es la estructura legal con la que operan hoy. "Lo que más nos ayudó a evitar el desalojo fue la existencia de movimientos sociales fuertes y una actividad constante con eventos y visitas de gente a la fábrica. Había una visibilidad que nos daba legitimidad social", remarca Anagnostou.

Ahora se enfrentan, sin embargo, a otras dificultades derivadas del hecho de ser una fábrica autogestionada: "La lucha continúa y también es contra nosotros mismos y la manera a la que estábamos acostumbrados a funcionar. Todavía hay quien sigue operando como un asalariado". El otro importante obstáculo es la distribución, ya que sienten que sus productos se han visto perjudicados por los intereses de los supermercados. Por eso, Anagnostou defiende la creación de una amplia red de cooperativas y fábricas autogestionadas de Grecia que sumen fuerzas para esquivar el "mercado tradicional".

Una planta automovilística reconvertida en 'eco'

Esta propuesta la realiza mientras comparte mesa y entrevista con Gigi Malabarba, miembro del consejo de la cooperativa surgida de la quiebra de la antigua fábrica de la británica GKN en Florencia. En 2021 esta fábrica de componentes para el sector de la automoción despidió a sus 420 trabajadores a través de un correo electrónico, una decisión que la plantilla no aceptó sin más. "Aún estamos luchando contra el propietario", explica Malabarba. Casi el mismo día en que la planta cerraba oficialmente, los empleados ocupaban los terrenos para defender sus puestos de trabajo. "Epidimos el traslado de la maquinaria a Polonia, donde querían volver a poner en marcha la producción", añade el sindicalista.

De esta iniciativa para evitar el cierre salió otra: reanudar la actividad enfocándose en hacer componentes para buses eléctricos. Este primer planteamiento de plano industrial fue virando y hoy en día la antigua GKN está inmersa en una reconversión hacia la fabricación de bicicletas de carga (como las que llevan los mensajeros para entregar paquetes) y paneles solares. "Quisimos imaginar algo que pudiera ser útil para el territorio y para el planeta", destaca Malabarba. De los trabajadores que estaban al inicio de todo este proceso todavía quedan 150: "Estamos en la parte de la regularización de todo ello. Hemos constituido una cooperativa y estamos emitiendo acciones populares, con las que hemos llegado a más de 1, 3 millones de euros".

Gigi Malabarba, sindicalista y miembro del consejo de la antigua GKN.

Malabarba reconoce que los primeros años han sido "muy difíciles" porque ni siquiera podían cobrar un sueldo mientras trabajaban para recuperar la fábrica de GKN, y también destaca, como sus homólogos griegos, los problemas para asegurar la distribución de los productos . Aún así, el objetivo está claro: "Estamos construyendo una alternativa, pero dentro de un sistema capitalista. La cooperativa es una trinchera de lucha diferente contra la clase dominante".

En Cataluña también encontramos algunos pocos ejemplos de procesos de recuperación de industrias en bancarrota por parte de antiguos trabajadores, como es el caso de la planta de fabricación de matrices para la automoción Mol-Matric, en Barberà del Vallès . En Francia, los empleados de la mítica empresa de vajillas de cristal Duralex también han decidido ponerse al frente de la firma. "Es necesario pensar en la autogestión como el proceso de transformación de una organización capitalista de trabajo en una organización colectiva", explica Andrés Ruggero, antropólogo de la Universidad de Buenos Aires y coordinador internacional de la red de economía de los trabajadores invitado en el encuentro en Barcelona. En su opinión, estas iniciativas reaparecen de forma cíclica y afloran más en momentos de crisis profunda: "Como respuesta a una emergencia social y para reivindicar que otra economía también es posible".

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