“La motivación siempre ha sido no tener que volver al manicomio”

El fundador de La Fageda, Cristóbal Colón, repasa la historia de la cooperativa, premiada con el premio Ignasi Pujol

Un trabajador alimenta las vacas a la granja del Hayedo
29/11/2021
5 min

Santa Pau“Somos raritos, muy raritos”, afirma con el tono (y humor) típico de los aragoneses el fundador y presidente de La Fageda, Cristóbal Colón. Y es, quizás, la mejor definición que se puede hacer de este proyecto, que rompe con los tópicos que suelen acompañar al emprendimiento. Su objetivo no es hacer dinero –y cuanto más, mejor–, sino que nacieron para dar trabajo a personas con discapacidad intelectual, con enfermedades mentales o en riesgo de exclusión social de la Garrotxa. No invierten en publicidad, no quieren crecer ni exportar sus productos y todas las nuevas líneas de negocio que han puesto en marcha han sido para crear puestos de trabajo, y no para generar beneficios. Empezaron fabricando estatuillas del niño Jesús hace cuarenta años y ahora es una de las principales marcas de alimentación de Catalunya: con 400 trabajadores, en 2020 facturó 24,5 millones de euros y este año producirá 100 millones de yogures. Una historia de éxito empresarial y, sobre todo, de compromiso social que los ha hecho merecedores de premios como el Ignasi Pujol que les otorgó el jueves el ARA. 

Cristóbal Colón, presidente de La Fageda

Originario de Monegres, Colón es psiquiatra de profesión. Después de trabajar en el manicomio de Zaragoza y en el de Martorell, en 1974 fue a parar al psiquiátrico de Salt (Gironès): “Era un infierno”, admite. En aquella época, los enfermos mentales se encerraban en centros y, durante todo el día, no hacían nada: simplemente los dejaban en el patio y pasaban las horas contemplando las mismas cuatro paredes. “Teníamos que salir de allá como fuera”, dice. Con este objetivo, Colón se plantó en el despacho del entonces alcalde de Olot, Joan Sala, y le explicó que quería crear una empresa que diera trabajo a los catorce enfermos mentales de Salt. “No sabíamos qué haríamos ni cómo lo haríamos. Ahora puede parecer una idea más o menos extraña, pero hace cuarenta años era una idea absolutamente loca”, reconoce. 

La Fageda tiene unos 400 trabajadores, la mayoría personas con discapacidades, enfermedades mentales o en riesgo de exclusión social.

En aquellos tiempos, en Olot había una industria importante de imaginario religioso y empezaron a trabajar para dos empresas haciendo figuritas del niño Jesús. “Nos daban 50 céntimos de peseta por cada figurita”, recuerda. Hasta que en 1983 se convirtieron en los jardineros del Ayuntamiento de Olot y, poco después, de toda la comarca, con una línea de negocio que han mantenido hasta ahora.

El gran salto llegó un año más tarde, en 1984, cuando compraron la finca actual, Mas Els Casals, que había sido una granja de vacas y que está situada en el Parque Natural de la Fageda. “Como ya teníamos una granja, pensamos que si poníamos vacas podríamos hacer leche. Ya ves que nuestro plan estratégico lo íbamos creando sobre la marcha”, dice risueño. Pero con la entrada de España en el mercado común europeo les hicieron reducir la venta de leche y tuvieron que buscar otra vía para obtener ingresos. “En vez de cerrar, pensamos que podíamos transformar la leche sobrante en algún producto. Y decidimos hacer yogures y entrar a competir con las grandes multinacionales como Danone o Yoplay”, explica. 

La Fageda gana el premio Ignasi Pujol 2021

Yogures, helados y mermeladas

¿Cómo se lo hizo un psiquiatra para montar una granja y una fábrica de yogures? “Teníamos la absoluta certeza de nuestra ignorancia. Era evidente que nos teníamos que rodear de profesionales que supieran lo que hacían, porque nosotros no teníamos ni idea”. Por eso contrataron a un vaquero que les enseñó cómo tenía que funcionar la granja y a un experto que les mostró las claves para producir un buen yogur: “Todo se basa en la calidad de la leche y en la proporción de fermentos”, revela. 

Al principio empezaron con un solo cliente, el Hospital de la Vall d'Hebron, y ahora ofrecen una amplia gama de yogures y postres, con los yogures sin lactosa y el sabor de frutas del bosque como últimas incorporaciones. Además, en los últimos años han abierto dos líneas nuevas de negocio: las mermeladas y los helados. Pero que nadie se equivoque: no las pusieron en marcha para ganar más dinero, sino que, como en todas las actividades que impulsan, el objetivo era crear puestos de trabajo.

La Fageda empezó a producir mermeladas porque cayó la venta de plantas forestales y no querían destruir puestos de trabajo.

“Había un proyecto social en Badalona que menguaba y nos pidieron ayuda. Ellos hacían helados artesanales y, por cuestiones logísticas, trasladamos a la actividad y a los trabajadores aquí”, explica la directora general adjunta, Silvia Domènech, que también concreta los motivos para poner en marcha la producción de mermeladas. “Durante muchos años tuvimos viveros de plantas forestales, pero, por motivos de mercado, dejó de funcionar y teníamos que generar alguna actividad para conservar esos puestos de trabajo”. 

"La empresa es un medio, no un fin"

Para Colón y su equipo, el trabajo es una herramienta para “dignificar la vida de las personas” y no creen que sus capacidades sean determinantes. “No todo el mundo sirve para lo mismo, pero sí que todo el mundo sirve para algo”. Como no todo se basa en la vertiente laboral, en los últimos años también han puesto en marcha otros proyectos, como un hogar-residencia, un centro de inserción laboral o los servicios de comedor y transporte para ofrecer "recursos que acompañen a las personas en todos los ámbitos de su vida”, según añade Domènech. 

Con 72 años, Cristóbal Colón no es solo el impulsor y fundador de La Fageda: es el alma y el ideólogo. Para asegurarse de que la cooperativa lo sobrevivirá, hace más de diez años que prepara su sucesión. “Si yo hoy me muriera o tuviera que irme, el proyecto quedaría en muy buenas manos”. Tiene un equipo directivo formado por nueve personas a las cuales ha intentado “impregnar” de los valores que impulsaron a La Fageda. “Nuestra razón de ser no es hacer actividades económicas que generen riqueza para revertirla en proyectos sociales. Es a la inversa. Nosotros identificamos necesidades sociales e intentamos crear las estructuras o los servicios para atenderlas. La empresa es un medio, no es un fin”, recalca la directora adjunta.

A las puertas del 40º aniversario –que conmemoran en 2022–, Colón tiene claro cómo se imagina la cooperativa dentro de cuatro décadas, y no es la visión habitual de un emprendedor: “Espero que no crezcamos mucho. A mí me parece que crecer es un error, no es nuestra filosofía”. Y, a pesar de que hacen muchas formaciones para enseñar las claves de su modelo de negocio, Colón admite que no tiene ninguna fórmula mágica que garantice el éxito: “No sé cómo hemos sido capaces de hacer todo lo que hemos hecho. No buscábamos el éxito ni ser los primeros ni los segundos. Para nosotros, la motivación siempre ha sido la supervivencia para no tener que volver al manicomio”.

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