El mundo descubre a Florentino Pérez

El fracaso de la Superliga ha dejado tocado al presidente madridista, poco conocido fuera de España

Florentino Pérez, a la gala de la Pelota de Oro del 2018.
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Era en la boda de alguna familia bastante distinguida donde en una de las mesas coincidieron Florentino Pérez y ministras del PP. En algún momento de la celebración, el hijo de un ministro acabó hablando con Florentino, quien, sin que nadie se lo pidiera, le dio su número de teléfono al joven: "Llámame siempre que quieras ir al Bernabéu".

Así es como actúa Florentino, presidente del Real Madrid y de la constructora ACS, un hombre de 74 años que vive permanentemente enganchado a los dos teléfonos que lleva encima y que habla constantemente con todo el mundo: ministros, presidentes, directores de medios, pero también con los reporteros que escriben sobre un tema que le afecta o con los hijos de un ministro que, quién sabe, algún día quizás le favorecerá. "Le gusta hacer él mismo los favores, y también pedirlos", explican los que lo conocen.

Esta semana, con el proyecto fallido de la Superliga, el mundo ha descubierto a Florentino Pérez, un personaje célebre en España pero desconocido para el gran público más arriba de los Pirineos. Los forofos del Chelsea gritaron contra él a pesar de que apenas saben su nombre porque Pérez, como le llamaban, ha sido el gran impulsor y la cara más visible de un proyecto llamado a revolucionar el mundo del fútbol. Sin embargo, la idea se ha encontrado con un enorme rechazo, incluso de los gobiernos de los principales países europeos. A Florentino esto no le preocupaba. "¿Pero quién es Boris Johnson?", se preguntó retóricamente cuando le dijeron que era muy difícil combatir contra el primer ministro del país inventor del fútbol.

"Mi director de comunicación soy yo"

Hay un gran consenso sobre el fracaso de la Superliga, y este es que la campaña de comunicación fue desastrosa, o más bien inexistente. Mientras la UEFA y las ligas estatales reunían el apoyo de los gobiernos e incluso de alguna casa real, los impulsores de la Superliga no hicieron nada más que un comunicado publicado a medianoche y, 24 horas después, una entrevista en El Chiringuito, un programa donde según el New York Times Florentino estuvo "largely unchallenged" (sin mucha oposición). ¿Por qué no fue, solo o acompañado de otros presidentes de clubes, a la BBC, la CNN o a cualquier gran medio global? ¿Por qué no hicieron una rueda de prensa de alcance mundial?

Florentino Pérez es un hombre de gustos sencillos. Siempre viste igual, sin hacer excepciones, sea por trabajo o para una gala: traje lila marino, camisa azul cielo y corbata azul marino. Cuando va a un restaurante le gusta pedir un plato de lentejas, o huevos fritos con patatas, ninguna sofisticación. "No leo mucho. Ahora no escucho música. No me he emborrachado nunca", respondió hace unos años a un test que le hicieron en Punto Pelota, el programa que después mutó en El chiringuito. Esta austeridad se traduce también en el ámbito de la comunicación: siempre la gestiona él mismo. Seguramente también tiene secretaria, pero él coordina su propio calendario mediante una pequeña agenda de papel que lleva encima. "Mi director de comunicación soy yo. Si quieres algo, llámame", ha dicho a más de un periodista.

Porque Florentino llama a los periodistas directamente. No solo a los directores de los grandes medios, también a los periodistas rasos. En esto coincide con el que era su amigo Alfredo Pérez Rubalcaba, que también causaba sorpresa en los periodistas más inexpertos cuando el ministro les llamaba.

Florentino se pasa el día enganchado a los dos teléfonos que lleva encima. Los que comen o cenan regularmente explican que está siempre conectado y que los dispositivos van sonando permanentemente. "Lo van informando de todo. Más de fútbol que de ACS", explican. Su mano derecha en el Madrid, José Ángel Sánchez, o JAS para Florentino, es quien más lo va informando. Pero igual que lo llaman o le envían whatsapps, él también lo hace con otros. Sea quién sea. "Tiene mucho don de gentes y es muy individualista", apuntan los que lo conocen. Todo pasa por él. Y también pide que se corten cabezas si no le gusta lo que se publica sobre él o sus intereses, motivo por el que las informaciones críticas escasean. El único libro crítico sobre él, escrito por Juan Carlos Escudier, está descatalogado.

El obstáculo del idioma

Esta influencia permanente y directa de Florentino se encuentra con un obstáculo en casos como el de la Superliga: no domina el inglés. En España se escribe con periodistas de todo tipo, pero fuera no lo podría hacer con el mismo desparpajo, ni mucho menos. "La torre de Babel que es Europa, con muchos idiomas, a Florentino le va peor", explica un directivo que lo conoce. "El factor humano, en su caso, siempre es muy importante. El intimismo ha sido clave para su éxito", explica. En Europa, por lo tanto, su modus operandi habitual es probable que no funcione. Pero no es solo un tema del idioma. También tiene sus zonas de confort, como por ejemplo en la relación con las administraciones, y otras donde no consigue sentirse a gusto: "Cuando sale de su métier, no es tan poderoso. ¿Cómo puede ser que Florentino no sea poderoso en la Liga?", se preguntan algunos.

Tampoco parece que le haya ayudado otro factor clave de su estilo de liderazgo: "Se rodea de una guardia de corps y no tiene nadie con valentía para llevarle la contraria", dice una voz. "Se siente con un apoyo tan amplio que actúa con mucha seguridad", añade otra. Es evidente que Florentino cultiva una imagen de persona humilde y apacible y, a pesar de que algunos opinan que realmente él es así, otras voces dicen que tan solo es una fachada: "Es una persona absolutamente soberbia y pagada de sí misma".

Blindaje

Estas últimas personas añaden que el líder madridista siempre juega "con alguna carta marcada". Cuando fichó a Figo para el Real Madrid, la carta marcada fue la cláusula que obligaba al jugador a pagar una millonada si no iba al club blanco. En la Superliga, la carta marcada es muy similar: según ha explicado él mismo, el contrato puede obligar a los equipos que abandonen el proyecto a pagar mucho dinero a la organización. "Lo llevará hasta el final".

Es por eso, entre otras cosas, que ninguna de las personas consultadas opina que el recorrido de la Superliga se haya acabado aquí. "Florentino está obsesionado con las audiencias y el espectáculo –dice una persona que le trata– y el negocio está por encima de todo, hasta el punto que siempre quiere que el Barça vaya bien porque si no los partidos contra el Madrid tendrán menos audiencia". "Es muy trabajador, una mala bestia trabajando, listísimo e incansable", dicen desde la capital española. "Es muy perseverante: cuando necesita una cosa llama, llama y llama. Es muy insistente. Lucha por los temas, es pesado. Pero también es cumplidor. Esta es su naturaleza".  

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