Energia

Sánchez Galán, el todopoderoso patrón de Iberdrola

El directivo roza las dos décadas al frente de la eléctrica en un contexto polémico por el precio de la luz y por el caso Villarejo

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José Ignacio Sánchez Galán, en una imagen de archivo.

VitoriaHace una década, cuando llevaba poco más de un lustro al frente de Iberdrola, José Ignacio Sánchez Galán (Villavieja de Yeltes, Salamanca, 1950) habló de "la gorra de Iberdrola" para definir qué era aquello que tenían que tener en común los empleados de la eléctrica al margen de su nacionalidad. El sentimiento de pertenencia servía al objetivo irrenunciable de mejorar la cuenta de resultados.

Ignacio Galán lleva desde 2006 como presidente de Iberdrola; cuatro años antes había entrado como consejero delegado. Ahora ostenta todo el poder. Todavía no tiene sucesor, pero cuando se vaya, en 2023, lo dejará todo atado. Aventuras, las justas. Entró en la compañía de la mano del influyente Íñigo Oriol Ybarra. Puro Neguri, el barrio residencial (Getxo, Vizcaya) donde residen las principales fortunas financieras y empresariales vascas y españolas. Una élite, tanto del PNV como del PP, que se forja sin interferencias. La vinculación de Iberdrola en Vizcaya hunde sus raíces a los inicios del siglo XX, pero la de Galán es menos épica y más prosaica, y nace con el apoyo de los jeltzales (los dirigentes del PNV) a su ascenso mediante las cajas vascas (Kutxabank) y de los bancos Bilbao y Vizcaya. Nada mal para un salamantino.

El idilio entre el PNV y el directivo está a prueba de subidas astronómicas del precio de la luz o de una investigación de la Audiencia Nacional por soborno, falsedad en documento mercantil y delito contra la intimidad. Porque el PNV quiere mantener la sede social de Iberdrola en Bilbao porque necesita su dinero, tanto en inversiones como en contribución fiscal.

Un titán del Íbex-35

Su éxito empresarial durante toda su trayectoria es más que evidente. Cuando llegó al frente de la compañía, Iberdrola era una empresa eléctrica más y ahora es la segunda empresa del Íbex-35 por valor en bolsa (65.000 millones, cifra que solo supera Inditex) y tiene 9.000 empleados directos. Por el camino ha demostrado que sabe utilizar su poder, sin compartirlo. Cuanto más poder tienes, más capacidad de presión. Y él lo utiliza como nadie.

Convencido defensor del laissez faire en las políticas económicas le da igual atacar a un gobierno de derechas –y él lo es– que uno de izquierdas. En estas semanas se le ha visto amenazando de dejar de invertir en España si se tocaban los conocidos como beneficios caídos del cielo, en lo que él calificó de "intervencionismo terrorífico". Conviene no olvidar que en 2013 hizo lo mismo a Mariano Rajoy en protesta por la reforma eléctrica. Frenó su inversión durante unos años. Ni olvida ni perdona.

Los audios de Villarejo

Sus éxitos empresariales ponen de relieve la contradicción entre su trayectoria y su personalidad. Su influencia sobre los medios de comunicación es una extensión de su poder. Se sabe poco de él: que es una persona abierta y próxima. A esto hay que añadirle que no se casa con nadie. Pero, más allá de los perfiles publicados, lo cierto es que Sánchez Galán tiene cada vez menos amigos. Los audios y los documentos del excomisario Villarejo, que ya son parte de la investigación contra él, revelan el espionaje a dirigentes políticos, maniobras contra ecologistas, vigilancia de líderes sindicales de la misma compañía o indagaciones sobre rivales empresariales, como Manuel Pizarro o Florentino Pérez. Todo ello describe perfectamente el talante de uno de los intocables del Íbex.

Recientemente Galán ha prometido al primer ministro británico, Boris Johnson, una enorme inversión –por algo tiene el título de Comendador de la Orden del Imperio Británico–, pero volvemos a su particular sentido de la pertenencia, que varía con las necesidades del negocio. Con ocasión de la inauguración, en 2012, de la Torre Iberdrola, sede social de la eléctrica, destacó que su empresa era "independiente, global, española y con sede en Bilbao". Pero años más tarde declaró que la empresa es "más británica, mexicana o norteamericana que española" y que sería feliz si su sucesor tuviera de apellido Smith o McCain.

Al final, para Galán, lo que une a todos sus trabajadores, amigos o aliados es que lleven la gorra de Iberdrola. Su gorra. Por encima de todos, la empresa, con un poder que es el suyo.

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