Agroalimentario

El sector primario al límite por el aumento de costes

Campesinos y ganaderos alertan que peligran un 30% de las explotaciones y que los lecheros podrían tener los días contados

Pagesia
18/03/2022
4 min

GironaLos labradores, ganaderos y pescadores afrontan una de las peores crisis de los últimos años. Además de las subidas disparadas de la luz y el combustible, el conflicto en Ucrania ha provocado que también haya aumentado el precio de los cereales y los fertilizantes; multiplicando por dos o por tres sus costes de producción. Una tormenta perfecta que golpea a unos sectores estructuralmente maltratados, hasta tal punto que temen que pronto no les salga a cuenta trabajar, porque perderán más dinero de lo que acabarán ingresando. El presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) en Lleida, Ferran Roqué, advierte que la situación actual es “tan grave” que podrían desaparecer "más del 30% de las explotaciones catalanas”. Pero los que lo tienen más crudo son los lecheros. El presidente barcelonés de los Jóvenes Agricultores y Ganaderos de Catalunya (JARC), Josep Maria Feixa, alerta que, si no se para la escalada, “en uno o dos meses no quedará ninguna explotación lechera”. “Hace muchos años que cobramos la leche por debajo del coste de producción. Y ahora, con todos estos aumentos, una explotación de 200 vacas perderá unos 20.000 € solo este mes. Es insostenible”, dice. Es por eso que estas voces reclaman tanto al Gobierno español como al catalán que reduzcan impuestos y apliquen medidas para parar el incremento de costes antes de que sea demasiado tarde. Estas son algunas de las causas de esta crisis transversal.

Carencia de cereales ucranianos

Cualquier explotación ganadera, sea de engorde, lechera o avícola, necesita una primera materia para subsistir: la alimentación del ganado. Los productos más utilizados son la soja y el maíz, que han doblado y triplicado el precio a consecuencia del conflicto en Ucrania. Este país es el productor de cereales más importante de Europa y ha tenido que parar las exportaciones por la operación militar rusa. “Hace un año pagábamos el maíz a 180 €/tonelada; este enero estaba a 240-280 €/tonelada. Pero este último mes ha subido hasta los 520 €/tonelada, el doble. Y la soja ha pasado de 320-380 €/tonelada a 600 €/tonelada”, explica Josep Maria Feixa. El coordinador de Unión de Labradores en Girona, Narcís Poch, señala que el incremento de costes de producción "hará que se tenga que repercutir en el precio final" y que esto "provocará el encarecimiento de prácticamente todas las carnes”. 

Asimismo, el sector se ve perjudicado por otro conflicto: la huelga de transportistas, que está poniendo trabas al acceso a los puertos de Barcelona y Tarragona, “donde se almacena una buena parte de las materias primas indispensables para fabricar piensos compuestos”, según advierte la Associació Catalana de Fabricants d’Aliments Compostos (ASFAC), que reclama a la Generalitat que garantice la entrada y salida de camiones porque “la situación generada por los piquetes es muy preocupante”.  

Combustible por las nubes

El combustible es imprescindible en todo el sector primario, para los tractores que tienen que sembrar, trabajar y recoger las cosechas, que, además, necesitan otro componente para contaminar menos, el AdBlue, que, como el gasóleo, también se ha disparado. Así, si antes un agricultor podía gastar entre 10.000 y 15.000 € al mes en combustible, ahora las facturas suben a los 20.000 o 30.000 €. “Los tractores gastan mucho y son una herramienta básica en la agricultura. No podemos pagar a 1,5 €/litro. Y el precio del AdBlue también se ha multiplicado por tres”, indica Poch. 

La subida del gasóleo no solo afecta a los productos de la tierra. El presidente de las Cofradías de Pescadores de Catalunya, Antoni Abad, alerta que pronto no saldrá a cuenta salir a trabajar. “Tenemos un salario a la par, vamos a porcentaje de capturas. Primero tenemos que pagar los gastos y, si todo lo que cogemos se lo lleva el combustible, la seguridad social y los impuestos, no solo no ganaremos nada, sino que perderemos dinero”, expone. En estos momentos, el grueso de las flotas de arrastre de Catalunya están en parada biológica, pero volverán al mar la primera semana de abril, cuando Abad augura que será “un caos”. “Como habrá más oferta, bajarán los precios y con unos costes elevadísimos, será un descalabro para el sector”, advierte.

La electricidad, disparada

Otro gasto indispensable en la agricultura y la ganadería es la luz. El presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) en Lleida, Ferran Roqué, recuerda que ahora todas las explotaciones están mecanizadas y, por lo tanto, necesitan energía para funcionar. “Por ejemplo, en las granjas avícolas recogen los huevos electrónicamente hasta los almacenes. O el sector porcino y vacuno la necesitan para que los animales tengan más horas de luz, así como para traer la comida en los silos”, especifica. Josep Maria Feixa, que tiene una explotación lechera de 600 vacas, pone cifras a su factura de luz: "El año pasado pagaba 2.000 € al mes, en enero pagué 6.000 y este febrero cuento que estará entre los 7.000 y los 8.000 €”. 

Imagen de archivo de vacas pastando al lado de Camprodon.

En cuanto a los campos, se está produciendo una situación paradójica: el sector hizo grandes inversiones en riegos de apoyo o localizados para gastar menos agua, pero este ahorro se hace a través de la electricidad. “Nos encontramos que, para poder regar los campos de nectarinas, manzanos y almendros, tenemos que gastar el doble por el aumento del coste de la electricidad. Ahora, por ejemplo, estamos perdiendo 15 céntimos por cada kilo de manzanas. Esto es imposible de mantener”, lamenta.  

Sin fertilizantes rusos

Con la primavera llegará la temporada alta de la siembra. Y otro componente necesario para garantizar la calidad y la cantidad de la producción agrícola son los fertilizantes. Para fabricarlos, juega un papel esencial el gas y esto explica que Rusia sea uno de los mayores fabricantes de potasa –que se utiliza en los adobos químicos–. “Al empezar el conflicto dejaron de venderlos, todas las distribuidoras subieron el precio de los fertilizantes más de un 30% y esto afecta tanto a los fruteros como a los cereales y la huerta”, dice Roqué. Y Narcís Poch pone números: “Hasta ahora gastabas unos 120 € por hectárea, pero ahora son unos 300 €, con una fertilización mínima”.

Justo es decir que en los últimos años muchas explotaciones han optado por los adobos orgánicos, opción que ahora, con el conflicto y el incremento del precio de los químicos, ha ganado todavía más adeptos.

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