¿Y si la inteligencia artificial no cambia tanto las cosas?
El artículo de un economista del MIT sobre los efectos de esta tecnología cuestiona su impacto real
Las mejoras tecnológicas han estado tradicionalmente vinculadas a importantes mejoras de la productividad, sobre todo en momentos en los que la economía no crecía como se esperaba. El actual es uno de estos momentos: la previsión de crecimiento de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es de sólo un 1,7% en 2024. Y eso que en la esquina hay un disruptor que se supone transformará positivamente la economía mundial: la inteligencia artificial (IA).
Pero entre la ola de buenos augurios para esta tecnología también hay dudas y escepticismo, como las planteadas por el economista laboral del Instituto Tecnológico de Massachusetts Daron Acemoglu. En un artículo publicado en mayo, asegura que la inteligencia artificial contribuiría de forma "modesta" a mejorar la productividad de los trabajadores y que no sumaría más de un 1% a la producción económica de Estados Unidos en la próxima década.
Esta previsión contrasta con los cálculos que han llegado hasta ahora por parte de analistas y los principales actores del sector. Los economistas de Goldman Sachs el pasado año predecieron que la inteligencia artificial generativa podría aumentar un 7% el producto interior bruto mundial durante el mismo período, según recoge en un artículo el New York Times. Paralelamente, Sam Altman, el cofundador de OpenAI, la empresa que creó el ChatGPT, ha llegado a decir que esta tecnología pondrá fin a la pobreza. Jensen Huang, director ejecutivo de Nvidia, el principal fabricante de chips utilizados para impulsar la inteligencia artificial, afirmó que esta tecnología ha dado lugar a la próxima revolución industrial.
El 5% de un oficinista
Para Acemoglu, que explicó al New York Times que la inteligencia artificial no revertirá el estancamiento, esta tecnología sólo puede automatizar el 5% de las labores de un oficinista. Este economista cree que la inteligencia artificial tiene mucho más que ofrecer para ayudar con el problema de la productividad. "Pero no lo conseguirá al ritmo que lleva; por eso me preocupa tanto bombo y platillo", dijo.
Entre las funciones que actualmente están a su alcance, está la aceleración de la redacción de correos electrónicos, presentaciones de venta o código informático básico. Esto permite liberar a los trabajadores para dedicarse a tareas de mayor complejidad intelectual. Ahora bien, Acemoglu cuestiona la capacidad de la inteligencia artificial para ayudar por sí sola a los trabajadores a "ser mejores en la resolución de problemas o hacerse cargo de tareas más complejas". Es en este ámbito en el que su aplicación permitiría aumentar la productividad de los trabajadores.
Hasta ahora, la literatura que cuestionaba los buenos augurios era escasa, pero no inexistente. David Cahn, un socio del gigante del capital riesgo Sequoia, y analistas de Barclays y Goldman Sachs advirtieron de que las inversiones de miles de millones de dólares que las compañías están haciendo en inteligencia artificial podrían crear una burbuja especulativa. A medio camino, está la visión de personas como Lynda Gratton, una profesora de prácticas de gestión de la Escuela de Negocios de Londres que asesora a empresas en la adopción de la inteligencia artificial. Ella considera que es demasiado temprano para determinar si va a ser un revulsivo para la productividad.