Editorial

Los accionistas del Sabadell toman la palabra

González-Bueno con Oliu en la junta
06/08/2025
2 min

Desde que el 9 de mayo del 2024 el BBVA anunció una opa hostil sobre el Banc Sabadell la entidad vallesana ha ido dando pasos para hacerla descarrilar, hasta el punto de que lo que parecía una operación plausible al inicio ahora ya empieza a ser improbable. Primero fue el regreso a Catalunya, después las duras condiciones impuestas por el gobierno español a la fusión, y este miércoles la aprobación prácticamente por unanimidad de los accionistas de la venta en el Santander del banco británico TSB por un precio que puede acercarse a los 3.400 millones.

Se trata de una operación que tiene un doble efecto. Por un lado, permite repartir entre los accionistas un megadividendo de 2.500 millones, a razón de 50 céntimos por acción (siempre que después no accedan a la opa). Por otra, convierte al Sabadell en un banco menos atractivo para el BBVA, ya que una de las cosas que le interesaba especialmente al banco vasco era la posibilidad de poner un pie en Reino Unido. Para A o B, la opa tiene menos sentido para el BBVA hoy que antes de las dos juntas de accionistas del Sabadell.

En el trasfondo de esta partida de ajedrez que Josep Oliu y César González-Bueno han jugado contra Carlos Torres está el convencimiento de que el Sabadell tiene una idiosincrasia especial, que le da el hecho de ser catalán, pero no sólo. En ocasiones se quiere vender que en economía todo se reduce a números, pero la realidad suele ser más compleja. Seguro que el BBVA no calculó que su movimiento movilizaría no sólo a la clase política catalana, sino a todo el tejido empresarial catalán. Y luego seguro que subestimó la influencia catalana en la Moncloa, justo en un momento en el que Pedro Sánchez depende de los votos catalanes para mantenerse en el poder.

Pero finalmente tampoco ha sabido valorar el peso de los pequeños accionistas que hoy, con su voto a favor de la venta de TSB, también han avalado la estrategia de resistencia a la opa diseñada por Oliu. Es muy difícil ver, en cualquier empresa o entidad financiera, una unanimidad como la que se ha visto hoy en Sabadell. Un 99,7% tanto en favor de la venta como del reparto del dividendo.

Todos estos eventos han roto también la unidad interna del BBVA, que públicamente no descarta ni siquiera retirar la opa. Lo cierto es que el banco de origen vasco se encuentra en un cruce y debe decidir qué camino elige. No hacer nada es una estrategia condenada al fracaso. O bien da un salto adelante y sube la oferta a los accionistas de manera significativa, o bien asume el fracaso de la operación y retira la opa antes de que el desgaste sea mayor.

Sea como fuere, las vicisitudes de la opa están demostrando algo: que por muy difícil que sea, nunca se puede dar una batalla por perdida. Y que si todos los actores políticos y económicos catalanes actúan de forma coordinada, tienen mucha más fuerza de lo que podría pensarse. Habrá que esperar aún un poco para saber el desenlace final, pero lo único claro es que hoy Catalunya está más cerca que ayer retener una sede bancaria muy importante para su tejido de pymes.

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