Jair Bolsonaro le regaló a Donald Trump una camiseta de la selección brasileña de fútbol con su nombre y el número 10 de Pelé.
12/09/2025
2 min

El expresidente de Brasil Jair Bolsonaro, pese al apoyo explícito de su amigo Donald Trump, presidente de Estados Unidos, en una sentencia histórica ha sido condenado por el Tribunal Supremo brasileño a 27 años y tres meses de cárcel por el intento de golpe de estado contra su rival político y actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva. La condena por el asalto a las principales instituciones democráticas del país también afecta a siete aliados de Bolsonaro, de los que cinco son militares. Es la primera vez en 140 años que oficiales militares son castigados por haber intentado derrocar a la democracia.

La condena también inhabilita al político populista ultraconservador para presentarse a unas elecciones hasta el año 2060. Pero como el veredicto no ha sido unánime –a pesar de la mayoría clara de 4 votos contra 1–, la sentencia no es definitiva: los abogados del condenado le han calificado impugnarán, un pleito que puede alargarse hasta las presidenciales previstas para 2026, a las que Bolsonaro ha insistido en que quiere presentarse. Brasil se convierte así en campo de batalla, y paradigma mundial, de la lucha por la preservación de los valores y las instituciones democráticas ante una ofensiva global autoritaria.

Los hechos juzgados tuvieron lugar el 8 de enero del 2023, cuando cuatro mil bolsonaristas asaltaron en Brasilia las sedes del poder ejecutivo, el poder legislativo (el Congreso) y el poder judicial (el Supremo), una triple acción subversiva a imagen y semejanza de lo que los trumpistas habían protagonizado exactamente dos años antes, el enero1, el enero1. Al igual que Trump, Bolsonaro también había arrojado acusaciones de fraude electoral. Y como el estadounidense había salido impune judicial y políticamente, Bolsonaro pensó que también él podía hacer lo mismo sin peligro.

Desde entonces, Trump ha mantenido un apoyo incondicional a Bolsonaro, apoyo que en los últimos tiempos ha convertido en un castigo arancelario en Brasil presidido por Lula da Silva. De hecho, el presidente estadounidense utilizó la amenaza comercial para intentar condicionar la sentencia a su amigo brasileño y preventivamente dictó sanciones contra el juez que preside el tribunal del Supremo que ha juzgado a Bolsonaro y revocó los visados ​​para la mayoría de los miembros de este alto tribunal. Una presión que se ha demostrado inútil o incluso contraproducente.

Ahora mismo, ya existe una guerra comercial abierta entre Brasil y EEUU, con episodios como el de la soja, que ha llevado a China a dejar de comprarla en Estados Unidos y pasar a adquirirla en Brasil. Un descalabro para los productores estadounidenses. Pero Trump se mantiene impasible junto a su amigo golpista: este mismo viernes, al conocerse la sentencia, ha dicho que Bolsonaro fue "un buen presidente" y que le han hecho lo que con él no consiguieron: encarcelarle. EEUU "responderá con consecuencia a esta caza de brujas", ha añadido el jefe de la diplomacia de Washington, Marco Rubio. La respuesta de Lula también ha sido contundente: no teme más sanciones de EE.UU. y su gobierno considera las amenazas una intromisión a su justicia y su democracia.

stats