Editorial

Desconcierto europeo al día siguiente del acuerdo arancelario

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ayer
28/07/2025
2 min

"Es un día oscuro en el que una alianza de pueblos libres, reunidos para afirmar sus valores y defender sus intereses, decide someterse". Esta frase del primer ministro francés, François Bayrou, es la mejor muestra del desconcierto con el que se ha recibido tanto en las cancillerías europeas como entre los actores económicos de la UE el acuerdo arancelario con Estados Unidos anunciado este domingo en Escocia por Donald Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. El acuerdo, sin duda, es desequilibrado. A falta de conocer los detalles concretos, se parte de un arancel base del 15% para todas las exportaciones europeas a Estados Unidos, mientras que al revés todo queda como estaba, es decir, con unos recargos de entre el 1% y el 2%.

Lo que el domingo se vendió como un ejercicio de realpolitik y pragmatismo por parte de Von der Leyen –"Es lo mejor que podemos pactar"–, este lunes se ha visto como una capitulación frente a Estados Unidos que puede tener unas consecuencias muy negativas. La situación es inédita porque Bruselas, con el comisario Maros Sefcovic al frente, lleva tres meses negociando intensamente y hace unas semanas ya se filtró que el acuerdo podía fijarse en torno a la cifra del 15% de aranceles. Si París o Berlín no lo veían claro deberían haber levantado la voz entonces, y no ahora, porque entonces parece que quieran sacudirse cualquier responsabilidad de un acuerdo impopular y desviar el foco hacia Von der Leyen y su equipo.

La más extraña de las críticas al acuerdo es la del sector industrial alemán, ya que el canciller, Frederic Merz, al contrario que Macron, había presionado para cerrar ya un acuerdo, aunque no fuera el ideal, para no poner en peligro a sectores tan estratégicos como el del automóvil. Pero si ni los industriales alemanes ni los principales gobiernos europeos están de acuerdo con lo firmado, ¿qué sentido tiene ese pacto?

Sea como fuere, este malestar europeo puede acabar cortocircuitando el acuerdo, ya que en estos momentos no está claro ni cuál debe ser el procedimiento para ratificarlo. Si tiene que pasar por el Parlamento Europeo lo tiene magro después de oír a los portavoces de los grupos políticos. Y si se debe ratificar en cada uno de los Parlamentos estatales, será aún más difícil. La cuestión es que la Unión Europea llega a un momento culminante de su historia reciente, en la que debía decidir si plantaba frente a Washington y tomaba las consecuencias de una guerra comercial o si se plegaba a los deseos de Trump para no tomar daño y ganar tiempo, sin un liderazgo claro, con divisiones internas y con una Comisión cuestionada.

Este asunto es suficientemente importante para convocar un Consejo Europeo de jefes de estado y de gobierno en el que todo el mundo hable claro y ponga su posición sobre la mesa. El argumento de que éste es el mejor acuerdo posible y que aportará estabilidad, como dijo Von der Leyen, duele defender cuando se trata con alguien como Donald Trump, que basa toda su estrategia en el chantaje permanente.

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