Un "desastre" evitable: ¿podía Bruselas cerrar un mejor acuerdo con Trump?

La Comisión Europea recibe críticas por su estrategia negociadora con Washington

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, escucha al presidente de EEUU, Donald Trump, en la reunión de ambos en Escocia este domingo.
29/07/2025
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Barcelona"A los que no van juntos, se les cuelga por separado" ("Those who don't hang together get hanged separately"). Así se expresa un diplomático europeo en el Financial Times sobre elacuerdo comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos.La frase recuerda la necesidad que tenían los Veintisiete de unirse ante Washington para cerrar un pacto satisfactorio, con la ironía añadida de que se trata de una cita de un padre fundador de EEUU, Benjamin Franklin, que la pronunció durante el conflicto de las trece colonias estadounidenses con la Corona británica que desembocó en la declaración de independencia de Estados Unidos en 1776. Durante su comparecencia del domingo en Escocia con el presidente estadounidense, Donald Trump, la presidente pecho del acuerdo, que deja en el 15% los aranceles a las exportaciones europeas a EE.UU. e impone una larga y millonaria lista de gastos e inversiones sin concretar que deberá ser la UE quien lleve a cabo estos gastos e inversiones en EEUU. Al día siguiente, sin embargo, se levantó con un alud de críticas al acuerdo por parte de los estados miembros, patronales y analistas. La prensa del continente, al igual que algunos gobiernos, hablaba de "sumisión" europea frente a Washington.

¿Qué margen tenía Von der Leyen para negociar? La respuesta es compleja, pero todo apunta a que más. De hecho, la principal crítica es que Bruselas fue demasiado blanda con Trump desde el principio. El acuerdo "es un desastre no tanto en aspectos concretos de industrias concretas, como por lo que representa", opina Joan Ribas, profesor de economía de la Universidad Pompeu Fabra experto en economía internacional. "De forma muy rápida hemos admitido una especie de chantaje", añade Ribas sobre el papel de los europeos.

Poca agresividad europea

Éste es el punto principal. El pasado 2 de abril Trump proclamó desde la Casa Blanca el Día de la Liberación, en una sorprendente rueda de prensa en la que fue desglosando con una pizarra las subidas de aranceles que impondría a todos los países (en el caso de la UE, era de un total del 30%). Con la reacción de las bolsas, las quejas de empresarios (incluyendo el entonces aliado suyo, Elon Musk) y las reacciones de todos los gobiernos afectados, el presidente estadounidense tardó una semana justa en poner los aranceles en pausa y dejar uno general de más bajo, del 10%.

Bruselas había anunciado un paquete arancelario de respuesta, pero viendo que Trump retrocedía, le retiró y se puso a negociar sin ningún arma en sus manos y aceptando ya de entrada el 10% general y tarifas adicionales sobre la automoción, el acero y el aluminio, sectores clave en Europa. A partir de entonces, el equipo negociador de la UE, encabezado por el eterno comisario Maros Sefcovic y la propia Von der Leyen, fue a remolque de las declaraciones de Trump.

El 1 de junio el magnate estadounidense subió al 50% el arancel, pero lo dejó en pausa dos días más tarde hasta el 9 de julio. El día antes de que expirara el plazo, anunció que enviaría una carta a Bruselas explicando los nuevos aranceles y el 12 de julio anunció que el gravamen pasaría a ser del 30%, pero volvió a ponerlo en pausa dos días después con tal de llegar a acuerdo antes del 1 de agosto, que es lo que ha pasado.

En este contexto de declaraciones de Trump, hasta el pasado jueves Bruselas no presentó un nuevo paquete arancelario de respuesta por si al final no había pacto con Trump. Un hecho que lo explica es la dificultad de decidir qué elementos debían estar en el acuerdo, ya que cada capital europea intentaba evitar que una segunda ola arancelaria aprobada como represalia por Washington impactara a sus industrias nacionales: químicas, Francia, Italia y España, a varios productos alimenticios (desde el coñac hasta el aceite de oliva, pasando por el jamón o el foie-gras); los componentes de maquinaria, etc. la agresividad pese a tener delante a un presidente conocido por su dureza y un resentimiento público y notorio contra los europeos.

El contraste con Canadá y China

Esta estrategia negociadora contrasta con la de países como Canadá y China, que aprobaron directamente aranceles muy agresivos como respuesta a Washington. Sólo si Trump retrocedía y los dejaba en vilo, Ottawa y Pekín harían lo mismo. negociar. Canadá aún mantiene conversaciones con Trump y China cerró un acuerdo con un 34% de aranceles (habían llegado a superar el 100%) "Buía un camino, pero requería tiempo y unidad" estadounidense que tienen una elevada dependencia de los mercados europeos, como por ejemplo las multinacionales tecnológicas, con las que la Comisión Europea ya tiene abierta una guerra por violaciones a las normas de competencia. "BK_SLT_LNA~" bully hay que contestarle", añade el economista de la UPF, que cree que quizás la UE no hubiera podido negociar sola, pero "sí con una coalición". Su opinión concuerda con la del execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional, el francés Olivier Blanchard: "Cuando prevalece la ley de la selva, los débiles no tienen más fuerte, tanto sola como en una coalición con otras", ha dicho en la red social X.

El resultado del acuerdo no ha satisfecho a nadie más allá de los despachos de Von der Leyen y Sefcovic.

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