Cuerpo y Mente

Aprender a vivir sabiendo que el tiempo es limitado

Hablamos con Jenny Odell sobre su nuevo libro '¡Reconquista tu tiempo!', donde replantea la relación que tenemos con el tiempo

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'Cuerpo y mente'.

BarcelonaUna chica sale a pasear todos los días durante un buen rato. En una de estas salidas se encuentra a un amigo, quien le pregunta qué hace. Ella le explica que está dando una vuelta, lo que sorprende mucho al interlocutor: “¡Esto es que tendrás mucho tiempo libre!”, le contesta extrañado. Esta conversación es real y ha tenido lugar en Estados Unidos, un país donde “perder el tiempo”, que es el que, según el amigo, estaría haciendo esta chica, no está bien visto.

Todo esto me lo explica Jenny Odell, escritora y docente de la Universidad de Stanford que acaba de publicar el libro ¡Reconquista tu tiempo! (Ariel, 2024). Conocida por su libro Cómo no hacer nada (Ariel, 2021), en la que denunciaba la economía de la atención, ahora nos presenta una crítica a que vivimos el tiempo con un reloj equivocado y dirigido por el capitalismo. "En Estados Unidos se espera que todo el mundo esté siempre ocupado, y esto tiene una raíz en la ética protestante del trabajo, en la que se ve el valor de las personas en función de su capacidad para ser productiva", reflexiona.

Una situación que ve diferente en Europa, donde Odell ha podido observar cómo existe una cultura más abierta al arte de disfrutar de las cosas y de la importancia de tener tiempo libre. Sin embargo, es inevitable que, a menudo, espejándonos en la cultura norteamericana, hayamos caído en algunas de sus trampas. ¿Quién no ha dicho, en algún momento, que no tiene tiempo para nada?

Vender tiempo

"Hemos interiorizado muchos mensajes sobre cómo valoramos el tiempo", explica Odell. Para empezar, admite que la mayoría de la gente experimenta la realidad de tener que vender su tiempo sin poder escogerlo. Un ejemplo serían las horas que pasamos en el trabajo. “Al final, si compras y vienes tu tiempo, empezarás a verlo como si fuera dinero”, dice la autora, que en el libro hace esta reflexión: “Para los trabajadores, el tiempo es una cantidad concreta de dinero: el salario. Pero el comprador del tiempo, la empresa, contrata al trabajador para producir plusvalía; ese exceso es el que define la productividad en el capitalismo”.

Y aún más: “Para quien lo compra, el tiempo de trabajo es incorpóreo y uniforme, porque siempre tiene la posibilidad de comprar más; pero para la persona que trabaja no es así porque sólo dispone de una vida y de un cuerpo”.

En todo este proceso, son muchas las personas que viven creyendo que su tiempo en el mundo es ilimitado. Pensar lo contrario sería demasiado aterrador. Por eso el tiempo se convierte en una “carrera para acumular cosas y experiencias, a menudo sin cuestionarnos por qué hacemos estas cosas”, continúa Odell. Urge contemplar nuestra vida, pues, como algo finito para cambiar nuestra perspectiva del tiempo, una situación que se vivió mucho durante la pandemia de la Covid. "Mucha gente reconsideró sus prioridades y el significado de las cosas que había hecho hasta entonces", dice la autora.

Comprar tranquilidad

Sin embargo, el tiempo de pandemia ha quedado atrás y mucha gente ha vuelto a tener la sensación de vivir “sin tener tiempo para nada”. Ante esto no han tardado en salir empresas que venden un producto jugoso: elslow living. "Se están vendiendo muchas cosas que siempre hemos sabido hacer por nosotros mismos", ironiza Odell. Se refiere a todos los negocios que han nacido con el objetivo de ofrecer experiencias de reconexión con la naturaleza y con uno mismo. Negocios y influencers que te aseguran que volverás a experimentar una vida lenta y auténtica.

"Al final, trabajas para comprar una experiencia temporal de libertad y las empresas consiguen que el descanso y el ocio se apliquen como una forma de mantenimiento de todo este sistema", reflexiona Odell, quien asegura que, si se quiere tener una experiencia auténtica, hay que apartarse de ésta economía de la experiencia. “Lo auténtico es lo que ha cultivado uno mismo, que es genuino. Es saber disfrutar de lo cotidiano, saber bajar el ritmo, disfrutar de la lentitud de ciertas cosas cotidianas y hacer encuentros significativos con los demás”, considera.

Por último, la autora habla del concepto de “partir el tiempo por la mitad”. “Es muy fácil ver la historia de una forma lineal y que ésta sea tu visión del futuro. Al final, hay que reconocer el presente como algo que está relacionado con el pasado y el futuro, pero que, en última instancia, no es predecible. El presente es el momento en el que pueden entrar cosas nuevas, y esto cambia tu visión del futuro, como un espacio en el que tus decisiones sí importan. Si uno es consciente de esto, actuará muy distinto”, concluye.

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