Sexo con tu pareja, sí; pero también o sobre todo con la del vecino o la vecina
En Reino Unido se calienta el debate sobre los pros y los contras de las relaciones abiertas a raíz del éxito de un thriller de Channel 4
Londres¿Sólo se trata de un cambio de etiqueta? ¿O acaso de un cambio de hábitos culturales y sexuales? ¿Quizás estamos ante una verdadera revolución? O no hace falta exagerar, porque, todo ello, ya lo habíamos visto antes o, al menos, leído en los Periódicos de Anaïs Nin? Es, en cierto modo, el debate que ha provocado en Reino Unido la emisión, durante diciembre, de la serie de seis capítulos The Couple Next Door, de Channel 4.
De acuerdo con artículos de la prensa británica de las últimas semanas, la reacción a las redes y algunas encuestas que se han publicado justo a raíz del alboroto generado, practicar sexo entre personas casadas, pero no sólo con la pareja , sino con la pareja del vecino o la vecina, vuelve a estar de moda… Si es que nunca había dejado de estarlo.
La serie, condicionada probablemente por unos códigos morales rígidos, acaba como acaba: como el rosario de la Aurora. Y la libertad sexual de la que inicialmente disfrutan Evie y Pete cuando se trasladan a un suburbio de la Inglaterra del norte y se encuentran con Becka y Danny, "felizmente no monógamos", tiene un corolario que nadie desearía.
Claro, como el espectador ve un thriller, no pasa nada porque ya puede imaginar que el final es más bien trágico. Pero, ¿es posible que el poliamor funcione? ¿Y si lo llamamos de otra manera? Porque la palabra –poliamor y todas las que se derivan– ha sido demasiado utilizada en los últimos años, ¿no? Y si lo etiquetamos, por ejemplo, con las siglas ENM, que en inglés se leen como Ethical Non-Monogamy, es decir, ¿una no monogamia ética? Pero, ¿qué demonios es esto? ¿La revolución que debe acabar con los dolores de cama de las clases medias? ¿Hay para tanto?
Anaïs Nin, una precursora… o casi
Si se leen con ojos del siglo XXI los Periódicos de Anaïs Nin, sobre todo el volumen I, y Henry y June, y se entienden de forma diferente de cómo los críticos literarios de su tiempo lo hicieron, se puede establecer que los supuestos asuntos ilegítimos de la autora no eran los de una adúltera mentirosa, que se engañaba a sí misma ; tampoco el de una mujer egoísta y sexualmente muy activa, que rompió el corazón de su marido.
Estaríamos ante una mujer libre que sabe distinguir completamente entre relaciones afectivas y sexuales de conceptos como verdad y moral, admitiendo, pues, que múltiples relaciones románticas o sexuales con diferentes parejas pueden ser no sólo saludables, sino convenientes, y que no deben tener implicaciones peyorativas sobre el carácter de la escritora o de quien sea capaz de una especie de doble vida similar. Desde el feminismo, algunas académicas como Amandine Faucheux, de la Universidad de Luisiana, apuestan por esta vía, dentro de lo que es una revisión de los estudios literarios. Faucheux reinterpreta la tradición de la novela de adulterio sin la carga "intrínsecamente misógina" con la que hasta ahora se ha leído, dice.
Pero, ¿lo que puede valer para la literatura vale también para el día a día? Chantal Gautier, profesora de la Universidad de Westminster, en Londres, especialista en terapias sexuales, advierte de las dificultades y diferencias existentes entre teoría y práctica. "Por mucho que ames a tu pareja, es habitual sentirte atraído por alguien fuera de una relación. Algunas parejas incluso pueden querer encuentros sexuales con otras personas. Pero puede ser difícil navegar por estos sentimientos, sobre todo cuando entran en conflicto con el compromiso y las promesas hechas en la relación". Los asuntos extras pueden provocar, concluye, una cierta mala conciencia. ¿Cómo combatirla, si es que hay que hacerlo?
Consejos básicos para ahorrarse dolores de cabeza
La solución, o una solución, puede provenir de las siglas antes citadas: ENM, es decir, la no monogamia ética. La compañía estadounidense de servicios de salud a través de Internet que se llama Dotdash Meredith tiene una publicación online –y también un podcast– dedicada al bienestar que se llama Verywell mind. Y este perfecto estado de la mente tiene reglas básicas que deben cumplirse cuando se habla o se desea sexo fuera de la relación estable, si no se quieren más quebraderos de cabeza de los habituales. O mucho peores, como los que sufrió el pobre Michael Douglas en el famoso y muy conservador y polémico filme de 1987 Atracción fatal, de Adrian Lyne.
En primer lugar, sugieren, no se queden nada en el buche. "Todas las ENM implican una comunicación abierta entre todas las partes implicadas". En segundo lugar, "asegúrese de que todo el mundo está de acuerdo". El siguiente paso es "abordar los objetivos a largo plazo de la pareja". Un cuarto consejo es "la evaluación permanente" del experimento o de las ENM vividas. Y el quinto, "establecer reglas y límites muy claros". En otras palabras, con el vecino o vecina, sí, sin duda, pero comunicándolo abiertamente. La palabra ética es clave en contraposición a la de engaño, que implica un asunto a escondidas del otro o del otro.
Existen diferencias sustanciales entre ENM, poliamor, relaciones abiertas o monogamish –parejas que son mayoritariamente monógamas, pero que a veces participan en relaciones externas–? No muchos, la verdad. Pero el nombre, en ocasiones, puede hacer la cosa. Y en el mercado del sexo, como en el de todos los productos al alcance, la renovación del etiquetado y el envoltorio es clave. Y también lo es, como apunta la profesora Gautier, "practicar ENM de forma segura, para acabar con la estigmatización de que las relaciones no monógamas representan un mayor riesgo para la salud sexual de las parejas, idea que se basa en el supuesto que tener múltiples parejas sexuales aumenta la probabilidad de infecciones de transmisión sexual".
Quizás la pandemia, dice también la sexóloga y terapeuta Amani Zarroug, directora de una consulta especializada en Manchester, ha contribuido a lo que podría calificarse de exploraciones fuera de territorios conocidos.
No en vano, algunas encuestas indican que existe una curiosidad creciente por las relaciones éticas o consensuadas no monógamas, especialmente entre los jóvenes. YouGov ha publicado datos según los cuales el 43% de los estadounidenses millennial aseguran que su relación ideal no es monógama. Otras evaluaciones no son tan entusiastas. Porque un sondeo encargado por la marca de juguetes sexuales Lelo –de parte, por supuesto– sostiene que sólo el 28% de los británicos de 18 a 24 años considerarían la posibilidad de mantener una relación abierta. ¿No son tantos, verdad? ¿Dar su paso es acercarse a un acantilado?
Cuando el Times lo ha pedido a sus lectores, el 78% dicen que ni hablar de ello. Quizás, al fin, las ENM están muy bien, pero todos han visto The Couple Next Door y cómo termina, y no quieren caer pendiente abajo. Ya lo decía Alfred Hitchcock: "Al espectador le encanta pasar miedo porque sabe que está seguro en su butaca". En este caso, puede ser un gran voyeur duna ENM de televisión, pero no necesariamente puede tener ganas de enfrentarse a lo que implica. No todo el mundo es Anaïs Nin, por supuesto.