Moda

El éxito de un trabajo de verano muy singular: "Quería hacer algo más que limpiar mesas"

Xavier Bustos, de 17 años, ha creado una marca de ropa de camisetas que ha sido un éxito empresarial que le ha mantenido ocupado todo el verano

Javier bustos en una imagen reciente.
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LleidaTres meses. Ésta ha sido la corta (y planificada) vida de Azulejos, una marca de ropa que ha creado este verano Xavier Bustos, un chico de 17 años de Lleida. La iniciativa ha sido efímera, pero ha acabado comercializando más de 200 camisetas y polos con un original logo que rememora las baldosas vidriadas de Andalucía, la tierra de origen de su familia.

En tres meses ha hecho un rápido estudio de mercado, ha negociado con proveedores, ha cosido y bordado todas las prendas, ha abierto una tienda en el Eje Comercial de Lleida y ha asumido todas las tareas de promoción y venta puerta a puerta . Este sábado Bustos ya cierra su negocio para siempre con la caja saneada. Ha sido efímero porque quiere continuar con sus estudios de bachillerato social. De hecho, desde los principios de esta aventura empresarial sólo quería demostrarse que podía conseguirlo. Reto logrado.

El camino de Azulejos ha sido breve, pero muy intenso. Durante la primavera, cuando ya tenía la determinación de probarse a sí mismo, Bustos compró cerca de 300 prendas de un fabricante de León y trabajó en el diseño de una nueva marca, de inspiración andaluza. "Siempre he tenido presente la cultura andaluza gracias a la familia de mi padre", argumenta. Reconoce que la música y el arte del sur de España siempre le han cautivado. "Quería transmitir una colección diferente, seria y clásica a la vez", concluye.

Muchos de sus primeros diseños se gestaron en su móvil, durante las horas que le quedaban libres del instituto. Recuerda que algunos de sus compañeros de clase le preguntaban qué caray estaba haciendo con esos dibujos. Acabó con uno que recuerda estas baldosas de tradicionales dibujos arabescos.

Una vez impresos los parches, con la ayuda de un amigo los cosió en las mangas. "Quería una ubicación más original que el resto de camisetas", explica. Fueron jornadas de doce horas de coser y bordar, de pruebas y errores hasta obtener las prendas definitivas. Después, abrió la tienda dentro de un local que le habían cedido a la calle del Carme de Lleida, en el área comercial de la ciudad.

Acabó siendo un comercio con muchas piezas exclusivas. Es decir, la combinación de colores que diseñó para cada una de las camisetas y polos resultaba única. De ahí el mensaje bordado en la espalda de cada una: "Azulejo 1/1". “Porque nadie encontrará una igual”, garantiza. Cada camiseta dispone de un parche de color diferente, como tantos colores tienen las baldosas. "Matemáticamente, me daba un conjunto de combinaciones que las hacían todas piezas únicas", apunta. Negro, blanco, gris, azul, verde agua, marrón arena, marrón mostaza y rosa salmón son algunos de los colores que ha elegido para las piezas, todas sin estridencias, ni estampados.

Basado en una filosofía minimalista, Bustos define su ropa por ser muy fresca (ideal para los veranos tórridos de Ponent) y sin etiquetas, adaptable a cualquier perfil de cliente. Asegura que las mujeres han comprado muchas camisetas para combinarlas con blusas y chaquetas. "Su corte es aparentemente masculino, pero yo siempre insistía a las chicas que se lo probaran porque, con alguna talla más, les queda muy elegante", defiende el joven diseñador. Los polos eran más solicitados por hombres.

Ha tenido también compradores de todas las edades, básicamente entre treinta y setenta años. El público que más le ha faltado es el juvenil. De ahí que el stock que le ha sobrado sea el de las tallas más pequeñas.

Una carrera de obstáculos

Los comienzos de Azulejo fueron decepcionantes a principios de verano. Xavier Bustos pasó los primeros días sin que ningún cliente abriera las puertas de su tienda. “Ya me avisaron de que los inicios siempre son difíciles –explica el joven emprendedor–, pero nunca acabas de verlo hasta que te encuentras”. De hecho, lo pasó muy mal. Incluso estuvo a punto de abandonar la empresa cuando ya habían pasado varios días sin una sola venta. "Me había vaciado completamente y veía que los pronósticos se me presentaban nefastos", reconoce. "Había mañanas que no quería ni ir a la tienda", asegura. Su madre fue la principal instigadora para que no lo dejara estar. Ella le animó para que encontrara una solución.

“No podía quedarme quieto –avisa el joven diseñador–, tenía que hacer algo de inmediato”. Es entonces cuando empezó a promocionarse, a moverse por la ciudad, a dar voces a todo el mundo, a publicar imágenes en las redes, a anunciar ofertas de descuento. Tras cerrar el local, cada mediodía y noche se llevaba ropa en una bolsa para enseñarla a familiares, amigos y conocidos. "No podía esperar a que entrara gente en la tienda sin conocer el producto", añade. Tuvo que sudar cada una de sus primeras ventas.

Xavier Bustos mostrando sus diseños.

Finalmente, las ventas se dispararon. Ahora, más aliviado porque ha podido recuperar su inversión, podrá reanudar sus estudios con cierta satisfacción. Se plantea visitar alguna feria para acabar de vender su stock o incluso contactar con algún otro comerciante que quiera sacarle partido. Pero lo que quiere es volver al instituto y encarar su futura carrera universitaria. Indica que le gustaría profundizar en el sector de la economía, la política y la filosofía, pero mantiene abierto su futuro profesional. "Aún no me interesa definirme", advierte.

Un joven inquieto

Xavier Bustos es un ejemplo de inquietante adolescente. Desde hace varios veranos que se ha quedado sin vacaciones por propia elección. Algunas veces cosechando fruta en el campo, otras trabajando de camarero, esta vez quería trabajar en un sector distinto. "Quería hacer algo más que limpiar tablas", argumenta. Algunas de las propuestas de trabajo que le llegaron al principio no le interesaban y ganó bastante el reto personal de levantar su propia empresa. Aunque fuera por pocas semanas.

“No soy un emprendedor –resume–, simplemente tengo ganas de trabajar”. Considera que tiene una edad suficiente para montar iniciativas desde cero. Y como la ropa siempre le ha gustado, se decidió por crear una colección nueva. Sin ser esclavo de las modas, defiende la ropa cómoda.

La empresa cierra este sábado con la intención de no reeditarse. Quizá por los quebraderos de cabeza que le ha comportado o quizá por la intención de probar cosas diferentes, Xavier Bustos pensará otro proyecto para el próximo verano. Le gusta el diseño y la creación, pero ya no desea continuar en el sector de la moda. Ha tenido suficiente. "Pero, sea lo que sea, lo pensaré todo con mucho más cuidado", promete. Más que nada, para evitar más inquietudes.

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