Así hace de madre

Marta Vives: "Mamá, cuando estés muerta, ¿me seguirás queriendo?"

Periodista

3 min
Marta Vives, periodista de cultura a Catalunya Ràdio.

Periodista cultural de Catalunya Ràdio y madre de Jana y Abril, de 13 y 12 años. Publica ‘Diguem-ne amor’ (Ara Llibres), una selección de doce historias de amor reales que ha tenido una excelente acogida. Twitter: @martavivesm.

Escribir el libro me ha hecho tomar conciencia de que nos paramos poco a preguntarnos cómo estamos, cómo nos sentimos. Nuestro día a día está lleno de obligaciones y a menudo no nos deja mucho rato para la conversación ni la escucha pausada y atenta. Intento ser más consciente y me obligo a buscar ratos a solas con cada hija.

¿Cómo es el amor que observas en tus hijas?

— Son dos niñas muy sensibles. Esto, en casa, lo llevamos en el ADN. Es muy bueno por un lado, porque la empatía no la tenemos que explicar ni entrenar, pero también te hace sufrir más. Tratamos de hablar de emociones. Yo intento no esconder las mías, tampoco las que no son buenas. Creo que identificarlas y decirlas en voz alta es un primer paso para conducirlas o transformarlas.

Explícame una situación que muestre esta sensibilidad.

— Cuando Jana tenía siete años, uno de sus amigos más cercanos era Martí, un niño con autismo. Se quedaba con él a la hora del patio y le dibujaba pasteles en la pizarra porque a él le encantaban las fiestas. Le hacía soplar las velas y ella las hacía desaparecer con el borrador. Otras veces iban por el patio con una cuerda y, cuando alguien les decía que qué hacían, respondían que paseaban un perro.

La amistad tiene una fuerza inmensa.

— Una de las mejores amigas de Abril tiene una enfermedad grave. Acabamos de pasar un curso complicado porque no siempre es fácil hacer el acompañamiento en situaciones que tampoco, como adultos, podemos comprender o aceptar. Pero verlas a las dos reírse a carcajadas, compartir secretos, dormir una encima de la otra dentro de un saco de dormir... Creo que la vida vista a través de los ojos de un niño te hace cambiar la perspectiva de las cosas, incluso de las más duras.

Las hijas crecen. ¿Cómo cambia tu manera de expresar el afecto?

— No creo que ellas pidan que las quiera de otro modo. Lo que quizás sí que ha cambiado es la manera cómo reciben este amor. Ahora son conscientes de ello. Están en una edad en la que, a pesar de que todavía somos su referente principal, descubren otros. Ahora hay una confianza más de igual a igual. Nuestras conversaciones tienen diferentes puntos de vista. Creo que sigue siendo importante mantener el equilibrio entre el amor, el respeto y la confianza.

A veces el amor hace daño.

— Las relaciones humanas son complicadísimas. No hay dos personas que quieran del mismo modo. ¿Qué esperamos de los otros? ¿Qué les pedimos? ¿Podemos querer como nos piden que queramos? ¿Podemos pedir que nos quieran como nosotros queremos? Creo que no. Querer es un acto libre y las relaciones afectivas son un acto de terquedad, constancia y cuidado.

¿Qué te ha emocionado no hace mucho?

— En una de las presentaciones de Diguem-ne amor, Abril le pidió a su padre si podía comprar un libro. Él le dijo que eligiera el libro que quisiera, que lo fuera a pagar, y le dio la tarjeta. Un rato más tarde, la vi haciendo cola entre la gente que esperaba una firma. Había comprado mi libro y también quería que le escribiera algo especial y le hiciera un dibujito.

¿Y qué pregunta te ha dejado con la boca abierta?

— Mamá, cuando estés muerta, ¿me seguirás queriendo?

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