Cuerpo y Mente

"No puedo vivir en un mundo que siempre quiere que esté feliz"

Hablamos con la filósofa y profesora Mariana Alessandri, autora del libro 'Visión nocturna' en el que reivindica la importancia de las emociones negativas

Emociones oscuras
29/12/2024
3 min

BarcelonaDurante siglos, los filósofos fueron los narradores oficiales de nuestra alma. Ellos también indagaron sobre nuestras emociones más oscuras y cómo las vivíamos en el mundo. La cólera, la tristeza, la ansiedad, la angustia y la pena fueron contempladas como una forma de explorar quiénes somos y qué significa ser humano. Unos estados de ánimo que, según decían, también podían aportarnos una perspectiva más completa y honesta sobre nuestra existencia.

Hoy en día, en un momento en el que parece que se glorifique el positivismo, las tazas con frases inspiradoras y la luz, es necesario mirar atrás y ver qué han dicho figuras esenciales de la filosofía como Aristóteles, Kierkegaard o De Beauvoir, sin olvidar otros nombres más contemporáneos como Unamuno, María Lugones o Gloria Anzaldue. Al menos esto es lo que reivindica la filósofa Mariana Alessandri, profesora de filosofía en la Universidad de Texas Rio Grande Valley y autora del libro Visión nocturna. Un viaje filosófico a través de las emociones oscuras (Koan, 2024).

"No puedo vivir en un mundo que siempre quiere que esté feliz", denuncia Alessandri. Con su libro, invita al lector a que aprenda a vivir en la oscuridad ya comprender y aceptar sus emociones más oscuras como parte vital de la experiencia humana, en lugar de evitarlas y suprimirlas. Unas emociones que, por otra parte, todos sufrimos en algún momento u otro, porque no hay luz sin oscuridad. Es imposible ser siempre feliz, al igual que estar en el pozo significa que, en algún momento, también hemos estado en lo más alto.

Para la filósofa, la cultura actual de la positividad y la autoayuda puede llegar a ser muy tóxica: "Todas esas frases que nos encontramos en postales y camisetas sólo nos hacen sentir culpables cuando no nos sentimos igual", asegura Alessandri, quien considera que esto provoca un coste añadido al malestar de personas que estén sufriendo depresión o ansiedad. "No somos defectuosos ni estamos enfermos, pero son este tipo de mensajes los que nos hacen sentir menos dignos, cuando precisamente estas emociones negativas tienen mucho que ofrecer al mundo", continúa.

Aprender a escucharse

A veces, nuestro interior se llena de cólera. Los antiguos filósofos creían que esta emoción era un veneno y una debilidad que uno podía elegir tener o no Platón comparaba la ira como un caballo difícil de controlar, de sangre caliente y piel negra. que "el auriga" de la razón debía refrenar. Para Alessandri, es más provechoso observar la visión contemporánea de pensadores como Audre Lorde, que lejos de ver la cólera como un demonio, considera que es una emoción que nos ayuda a tener más información sobre nosotros mismos. “Es una herramienta que nos permite desenterrar nuestra honestidad. , deberíamos pensar: ¿qué me está intentando enseñar? Quizás hay algo importante que nos debe decir", reflexiona la autora. Un pensamiento que también tenía Kierkegaard con la ansiedad. Lejos de eliminarla, lo mejor es escucharla.

Por otra parte, tampoco es saludable esconder la tristeza. Unamuno, que perdió a un hijo, creía que el dolor desea ser aceptado, no ignorado ni sermoneado. "Las personas que nos deben consolar no se dan cuenta de que una expresión de dolor sólo quiere provocar compasión y conexión, y no soluciones desdeñosas", dice Alessandri, quien considera que la felicidad une los cuerpos, pero que es en el dolor cuando se unen las almas.

El dolor puede presentarse en nuestro país en el momento más inesperado, pero no hacer caso al timbre no quiere decir que no nos esté esperando en la puerta. "Un mundo sin dolor sería, por supuesto, más luminoso, pero lo más probable es que estaría consumido desde el punto de vista emocional", reflexiona la autora.

Para ella, la compasión hacia nosotros mismos y para con los demás es clave a la hora de enfrentar momentos complicados como el duelo. No hay una manera correcta de vivirlo, puede que necesites pasarte semanas llorando en la cama o que enseguida quieras hacer vida normal. "El problema es que la mayoría de gente quiere que lo superes deprisa, y eso es muy doloroso", lamenta. Son sentimientos que incomodan y que a menudo paralizan a quienes quieren ayudar a la persona afectada, cuando lo que deberían hacer es mucho más sencillo: "No importa lo que digas, porque no la harás sentir mejor, pero sí puedes estar a su lado y ofrecerle tu compañía", reflexiona.

Al final, lo que los humanos necesitamos es poder mostrarnos tal y como somos y cómo nos sentimos. Si estamos tristes, poder expresarlo sin ser juzgados ni incomodados por otras personas. Alessandri apuesta por que aprendamos a vivir sin tener miedo a la oscuridad, sino que nos acostumbramos a ver, porque es precisamente allí donde se produce la conexión real con los demás.

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