Viajes

Subir 100 montañas en menos de 3 meses: la aventura épica de un emprendedor catalán

El empresario Oriol Sanz ha cumplido el reto de subir 100 montañas del territorio catalán en 84 días, sin dejar de trabajar y acompañado de sus amigos

Cristina Torra
4 min
Subiendo el Pico de Coma Pedrosa

100 montañas en 84 días. 36 comarcas y 80.000 metros de desnivel recorridos. Una autocaravana, buena conexión para seguir trabajando y un nombre: Oriol Sanz. Estos son los ingredientes que este empresario y emprendedor de 57 años de Sant Cugat, amante del deporte y la montaña, combinó entre el 16 de julio y el 7 de octubre del 2021 para hacer realidad un sueño: subir 100 montañas catalanas en menos de 3 meses mientras seguía trabajando, acompañado de sus mejores amigos.

Después de dos años, este sueño ya es una realidad, y ha ido mucho más allá de lo que podía imaginar Oriol: en julio estrenó el documental La 100 pics, dirigido por su hijo Jordi Sanz, en el que narra el día a día de la experiencia. Un documental que ahora se está presentando en distintos festivales de cine y que esperan poder ver pronto en las pantallas de TV3.

El poder del emprendimiento

¿Pero cómo empezó todo? Emprendedor por naturaleza, Oriol adora los proyectos: “Me encanta soñarlos, dibujarlos, vivirlos, compartirlos y disfrutarlos. Mi cerebro no para de imaginar y quería hacer algo especial, porque cuando te vas haciendo grandes voces que tu ventana de oportunidad para hacer cosas especiales se va limitando”. Todo empezó cuando el sobrino de su mujer le regaló un libro: 100 cimas del CEC. “Yo soy muy deportista, corro por la montaña, voy al gimnasio y hago bici, pero no subo cumbres ni soy escalador. Pero me pareció un reto chulo que me permitiría ver a Catalunya”. A partir de ahí empezó lo que él llama "el proceso de ensueño": "Es cuando voy poniendo todos los ingredientes para convertirlo en un proyecto muy potente". Por eso lo limita en el tiempo (84 días) y se propone seguir trabajando y compartirlo con sus amigos: “Soy una persona encerrada que no comparto lo suficiente y quiero compartir este momento de mi vida para abrirme, por compartir la experiencia con los que más quiero y por decirles que estoy contento de tenerlos a mi lado”. Por eso, como buen ingeniero, comienza un proceso de planificación muy trabajado. Hay que tener todo ligado para cumplir con los objetivos.

La planificación es clave

“La planificación es fundamental y más en un proyecto como éste. Primero calculo que podré hacer unas tres cumbres al día y coloco las jornadas más largas coincidiendo con los fines de semana”, explica Oriol. También cuenta que trabajará todos los días, pero hará media jornada por lo que será como si se tomara un mes de vacaciones, pero repartido en los días que durará el reto. Hace una parrilla con todos los amigos que le acompañarán a hacer las cimas y también necesita comprarse una autocaravana y contratar una buena conexión: “Es la única manera viable de poder seguir trabajando”, admite. A partir de aquí prepara una rutina diaria: se levanta a las 6 de la mañana, hace la aproximación a la cima con el coche del acompañante, sube y baja las montañas del día, se ducha, hace la colada y las tareas cotidianas del día a día, trabaja de 12 a 14, come en algún restaurante, vuelve a trabajar de 3 a 6 de la tarde y entonces ya dedica tiempo para planificar el día siguiente, escribir en el blog, publicar en las redes sociales, cenar en autocaravana e ir a dormir a las 10 h.

Momentos para siempre

“La montaña me hacía un regalo todos los días. Cada día me levantaba diciendo: «No puede volver a ocurrir», y pasaba. Disfruté todas las cimas intensamente”, recuerda Oriol. Los que recuerda con más cariño son la Pica d'Estats y el Sotllo: dos 3.000 en un día que fueron un punto de inflexión en el reto. “La Pica es una cumbre mítica que hice con mi hijo Jordi y me generó muy buena energía ver que él también fue capaz de hacerlo. Fue el día que vi que lo soñado era una realidad”, reconoce. En la lista de los buenos recuerdos también se encuentran la Punta Alta, el Montseny, el Matagalls, las Agudes y el día que cruzó la sierra de la Albera. Pero el primer puesto se lo lleva el Nido del Águila, el último pico. “Fue un día muy especial, pero sufrimos porque llovía y hacía viento; un día en que si no vas bien preparado tienes las condiciones clásicas para sufrir hipotermia”, explica. “Yo ya me he encontrado en situaciones complicadas y sé gestionar mis límites, enseguida me pongo a correr montaña abajo hasta que estoy a salvo, pero venían mi hijo y un amigo, que me grababan para el documental, y sufrí mucho por su amigo. Arriba lo vi inseguro y lo intenté mentalizar. Dejé de sufrir cuando ya estábamos a una altura prudente”, admite.

Otra cumbre complicada fue el Comaloformo, en la Vall Fosca: “Es un pico difícil, pero además lo subí con la costilla rota. Me lo había roto el día 29 del reto, pero había decidido continuarlo”, recuerda. En el saco de subidas con dificultades también pone el Tuc de Molières, en el Vall d'Aran: “La noche antes había sufrido una gastroenteritis muy fuerte. Fue duro porque mi cuerpo no podía andar: ese pico lo subí con la cabeza, no con el físico”, admite.

Encontrar la esencia

“Si abrazas el sufrimiento, tienes la posibilidad de superarlo”, explica ahora Oriol en las charlas sobre retos que hace a las empresas desinteresadamente. La subida al Tuc de Molières es un ejemplo de capacidad mental. “La capacidad mental se entrena”, dice Oriol. “Con los entrenamientos diarios, la exigencia de no rendirte y pasar situaciones difíciles y superarlas, tu cabeza se prepara para las dificultades: las abraza, las supera y te demuestra que hay pocas cosas que te puedan hacer abandonar”, considera. También cree que es importante ser fiel a los valores: “Y esto es un reflejo de nuestra esencia. Es muy difícil encontrar la esencia, pero es lo que te hace sentir bien porque lo que haces es auténtico: si eres fiel a tus valores, te sientes bien y haces las cosas como te gusta hacerlas. A mí la montaña me ha hecho reencontrar con mi esencia”.

"El deporte me ha salvado"

Antes de cumplir los 40, Oriol sintió la necesidad de hacer un cambio vital. "Estaba inmerso en la vorágine profesional y me dejé física y personalmente". Fumaba y había llegado a pesar 100 kilos cuando ahora pesa 67. "Dije: «Hasta aquí, tengo que volver al sendero de la salud» y me propuse hacer la Transpirenaica en bici hasta Hondarribia. Un padre de la escuela de mis hijos me acogió en sus rutas ciclistas y me metí en esa rueda imparable del deporte", recuerda.

El otro punto de inflexión en su vida fue en el 2011, cuando un accidente en bicicleta le provocó un hematoma subdural: “Me tuvieron que abrir la cabeza y me pusieron un drenaje y fruto de la operación me han quedado mareos persistentes”. El deporte es clave para llevarlo a cabo: “El hecho de hacer deporte y comer mejor hace que no tengas tantas enfermedades, te hace sentir bien y te hace ver las cosas diferentes”.

“Un regalo de por vida”

Jordi Sanz, el hijo de Oriol y el director del documental La 100 pics , "Empezó el proyecto como un trabajo donde él no tenía que subir cimas, pero ha acabado haciendo más de 30, gracias a que yo me rompí una costilla y no quería que subiera solo". Con el apodo de sherpa , porque empezó a aparecer en todas las selfies que se hacía en las cimas, el imprevisto de la costilla les ha acabado haciendo un obsequio: “Compartir esta experiencia con mi hijo es un regalo de La 100 pics que no estaba soñado ni previsto”, considera. “Vivimos situaciones muy bonitas en la montaña, no éramos padre e hijo, éramos dos amigos. La montaña hace que te acerques mucho a la persona con la que la compartes. Vives situaciones muy intensas y nos hemos llevado una relación espectacular entre padre e hijo”.

Oriol con su hijo Jordi
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