El divertido juego de visitar México intentando ser como Roberto Bolaño
Barcelona¿Cuántas cosas han pasado en las tablas del Café La Habana, de Ciudad de México. Un café de aquellos a proteger, sin anglicismos ni muebles escandinavos modernos. Aquí encuentras las mesas de siempre, los camareros de siempre y la vida de siempre. Aunque la realidad no siempre es como puede parecer inicialmente, como sabía Roberto Bolaño. Este café se ha convertido en lugar de peregrinación por la aún numerosa legión de admiradores del chileno. ¿Qué habría pensado él al ver a cientos de personas con sus libros en el bolso siguiendo los escenarios donde vivió? Seguro que habría hecho alguna broma y quizás les habría enviado a un café equivocado.
Que me perdonen los mexicanos, pero un buen compañero de viaje en Ciudad de México es Bolaño, chileno universal, poeta maldito, que vivió allí en dos períodos diferentes antes de llegar a Catalunya. En la capital mexicana fue uno de los padres del infrarrealismo, movimiento poético al que dedica su libro Los detectives salvajes. Especialmente su primera parte no deja de ser un paseo por la capital alterando un poco la realidad. Lugares como la Colonia Roma, la Colonia Condesa y el centro histórico fueron escenarios de los paseos del autor y de sus personajes, que ya no reconocerían mucho en la Colonia Roma, donde los nómadas digitales estadounidenses lo han cambiado en la última década. Para andar el México de Los detectives salvajes hay que empezar con un desayuno en el Café La Habana, un lugar donde pueden sacar pecho, ya que aquí Gabriel García Márquez escribió borradores de Cien años de soledad, el poeta Octavio Paz también trabajó allí –de hecho, en el libro los protagonistas acuden a una charla suya–, y fue el lugar escogido por Bolaño en 1975 para llevar a sus amigos del taller de poesía creativa de la UNAM. Por eso el chileno quería que apareciera en el libro, pero cambiándole el nombre: Café Quito. Un buen juego es intentar averiguar cuáles son los locales citados por el autor, si todavía existen. Tras el desayuno, se puede ir andando hacia la Alameda para leer y descansar, como hacía el protagonista de la obra, Juan García Madero.
Mucha gente camina arriba y abajo la calle Colima intentando averiguar dónde estaría la elegante casa de dos pisos y jardín de Joaquín Font, el arquitecto padre de dos poetisas del grupo del protagonista del libro. De hecho, muchos admiradores de Bolaño van por las calles con el ánimo casi enfermizo de averiguar dónde pasa el libro. Como el autor cambiaba nombres y detalles, es una especie de gincana bastante divertida. Visitar la ciudad siguiendo un libro donde no todo es real se convierte en un andar lento para descubrir cómo se vive en México, por calles y barrios con vida, pero menos turísticos. Una experiencia muy real. O infrareal.
Recomendación para viajar a Ciudad de México.
Libro: Los detectives salvajes
Autor: Roberto Bolaño
Editorial: Anagrama