Mi día (especialmente) feminista

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Manifestación en Barcelona por el 8-M.

BarcelonaTodos los días es 8 de marzo. Lo tengo muy claro, pero tengo debilidad por esa fecha y lo vivo con una energía especial y poderosa desde que pongo un pie en el suelo a primera hora de la mañana.

El jueves ya empecé fortita. Escribí un tuit para explicar que el 8-M no es el día del padre estilo grandes almacenes y que los hombres no es necesario que nos feliciten. Porque el 8M es un día de lucha y en lugar de felicitarnos por ser unas pringadas (todavía), preferimos que se nos pregunte cómo vivimos el patriarcado de los pimientos, o que los hombres feministas interpelen a los hombres machistas. Y por encima de todo que nos hagan saber que están a nuestro lado hoy y todos los días del año. El ARA ha tenido el detalle de destacar el tuit y yo también he hecho difusión y hoy a primera hora mi teléfono echa humo.

Hasta que salgo escopeteada hacia la calle Casp donde me esperan tres mujeres potentes: la actriz Victòria Pagès, la ginecóloga y sexóloga Raquel Tulleuda y Anna Puigboltes, directora del programa El balcón, de Radio Barcelona. Con ellas debatimos sobre el feminismo a partir de un dilema que hemos aportado cada una y constato que las mujeres lo tenemos cada vez más claro. Y que el salto mental que hemos dado las de mi generación (tengo 54) es tirando a cuántico. Se acabó. Se acabó. Ended. Finitto.

De nuevo me voy corriendo, ahora hacia la comida que ha organizado el Comité 8-M de Gràcia. La propuesta es que la comida la cocinen hombres para que las mujeres no tengamos que asumir la parte de cuidados y bla, bla, bla. La convocatoria es un éxito despampanante. Y el almuerzo... El arroz... El resultado gastronómico... Nada, que el próximo año, adelante y que se repita, por favor y gracias, pero había quien sugería apuntar el comité masculino a un curso de cocina y logística.

Me escapo a casa, respondo más mensajes en los que debato mil temas feministas y vuelvo a salir a la calle porque ya es la hora de la mani y las compañeras de OnSónLesDones me esperan con la pancarta. Hace ocho días que hacemos recuento para constatar, un año más, que en los principales medios de comunicación catalanes las mujeres estamos subrepresentadas, y tenemos ganas de gritar algo-bastante-mucho para soltar ciertas cositas que nos pasan por la cabeza cuando vemos cómo está el patio de los opinadores, porque todavía son mayoría de varones. Ehem.

Este año la manifestación sale de los Jardinets de Gràcia. Y como suele ocurrir, a primera hora hay poca gente y las que estamos, a pesar de estar manifestantes profesionales, nos miramos con cara de pánico, temiendo que este sí, este año pincharemos. Y no. Este año ha vuelto a ser un éxito de participación estallante. Con gran diversidad de edades, orígenes y condiciones. Y también de lemas y visiones, algunos de ellos incluso opuestos. Y me gusta. Porque significa que hay diferentes formas de luchar contra el patriarcado bajo una misma bandera, el feminismo.

Lo confieso, no he llegado al final de la mani. Estaba triturada. Debía escribir esta crónica. Y tengo una cena con dos amigas imperdibles. Las feministas somos imperfectas. Por suerte. Buena lucha, compañeras.

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