"En casa me han inculcado que si te has esforzado durante el año, lo mínimo que se puede hacer es disfrutar de unas buenas vacaciones"

BarcelonaMarc Balcells, director del grado en Criminología de la UOC, y autor deArqueomafia: Los ladrones de tumbas, reconoce que tiene una relación agridulce con el verano porque es un momento crítico en el trabajo: "Tengo que mentalizarme y prepararme muy bien, pero siempre fracaso. Es época de exámenes, correcciones, revisiones, actos académicos, congresos, y llego a las vacaciones agotado". Lamenta que sufre la maldición del profe, sólo puede realizar vacaciones en agosto, con el calor y los precios del verano. Durante el año, Marc y su pareja realizan algún viaje, pero es en verano cuando realizan el gran viaje, una idea que es herencia de su padre. Pastelero de profesión, se levantaba todo el año a las 5 de la mañana, trabajando cuando todo el mundo estaba de fiesta: la noche de reyes, por Pascua y los días previos, San Juan… pero en verano no reparaba en los gastos. "Él era feliz llevando a toda la familia a viajar", recuerda.

Pasaron los veranos de los ochenta en chalets con piscina en la costa, hasta 1989 cuando llegó el cambio. A partir de entonces, las vacaciones fueron en el extranjero, Estados Unidos y Canadá como primeros destinos, y después fue el sudeste asiático y Egipto. "En casa me han inculcado que si te has esforzado durante el año, lo mínimo que se puede hacer es disfrutar de unas felices vacaciones", explica contento. No necesita ir a hoteles de 5 estrellas ni tiene problemas para estar en una pensión sencilla, pero quiere poder hacer el viaje: "Me hace ilusión y me conecta con mi padre y el mío yo niño".

Entre todos estos viajes con la familia está el verano de su vida, el primer gran viaje, a Estados Unidos y Canadá, cuando tenía nueve años: "Recuerdo estar al pie de las torres gemelas, mirar hacia arriba y pensar que era lo más marciano que había visto nunca. Disney World también fue espectacular, con Mickey y Pluto a mi lado." Fueron tres semanas que dieron por mucho, Nueva York, Canadá y tres parques de atracciones en Florida.

De esas aventuras familiares, conserva la actitud con la que se marcha, siempre con ojos de niño, con ilusión y predispuesto a dejarse sorprender. Agradece cualquier oportunidad para salir con la pareja, aunque sean lugares donde él ya ha estado: "No me importa repetir y soy de viaje lento, me gusta ir relajado y me niego a creer que no volveré a Japón, Indonesia o California". Disfruta estando fuera, inmerso en otra cultura, volviendo a la cosa más primigenia de los viajes, la curiosidad y la exploración, limpio de preocupaciones, tener la posibilidad de volver a estar conectado consigo mismo, y tener tiempo de calidad con la pareja: "Después te das cuenta de que en el día a día se te hace difícil conciliar o estar con él".