Robert Redford, la estrella que superó tres desgracias familiares
El eterno galán de Hollywood vivió con discreción una vida marcada por la muerte de dos hijos y por la ausencia precoz de sus padres
BarcelonaHay estrellas de Hollywood que cuando mueren hacen que emerjan del pasado polémicas que mantuvieron con otras estrellas, batallas judiciales con sus exparejas o, incluso, conflictos con periodistas o políticos. No es el caso de Robert Redford, que nos ha dejado mientras dormía a los 89 años esta semana. Al saberse la noticia, lo único que han aflorado en las redes y en los medios han sido mensajes de admiración y cariño de compañeros de oficio, que le recordaban por su faceta profesional y también personal. Jane Fonda, con quien compartió protagonismo en la rom-com de lujo Descalzos por el parque, hablaba exactamente así: "Me ha impactado mucho leer esta mañana que Bob se había ido [...] No puedo parar de llorar. Significaba mucho para mí y fue una persona preciosa en todos los sentidos. Representaba a América por la que debemos seguir luchando". Demi Moore, Maryl Streep, Leonardo DiCaprio y Ethan Hawkee hacían lo mismo, despedirse con sus mejores palabras.
Esta despedida en tan buenos términos de todo el mundo demostraba que la estrella había sido agradecida con todo el mundo que se había cruzado en la vida. Una forma positiva de vivir que, si nos fijamos en las duras experiencias personales que le tocó superar, resulta especialmente meritoria. Aunque nació en una familia obrera que no pasaba estrecheces económicas, a nivel emocional todo fue mucho más complicado para él. Con una relación muy tensa y distante con su padre desde siempre –un lechero de origen irlandés que se había instalado en California–, fue un tío suyo quien le hizo de padre. Un tío cercano que pronto faltó, porque murió cuando Redford tenía sólo 9 años. De hecho, el actor y director había explicado en algunas ocasiones que habían tenido mejor influencia en él sus vecinos o entrenadores que su propio padre. Sin embargo, en la práctica tenía sólo su madre, que cuando él tenía 18 años se quedó embarazada de gemelos y murió con 41 años durante el parto junto a las dos criaturas.
Problemas con el alcohol
Por aquel entonces, Redford estudiaba en la Universidad de Colorado gracias a una beca que le habían concedido por su talento como jugador de béisbol. Sin embargo, la pérdida de su madre le arrastró a beber alcohol exageradamente y, fruto de ello, tuvo que dejar la universidad. Posteriormente, se trasladó a Europa, un viaje formativo durante el cual estudió arte y pintura en lugares como París y Florencia. Aquel viaje a Europa acabó a finales de los años 50, cuando regresó a EEUU, donde cursó pintura en el Pratt Institute de Brooklyn e interpretación en el American Academy of Dramatic Arts, en Nueva York, donde se graduó en 1959.
y en televisión en 1960. En 1962 debutó en el cine, pero lejos de consolidarse en la gran pantalla se convirtió en una primera figura de Broadway gracias a la obra de teatro Descalzos por el parque, que posteriormente –en 1967– también protagonizaría junto a Jane Fonda en formato cinematográfico.
Estos inicios, marcados por un ascenso fulgurante, estuvieron manchados por un nuevo golpe de la vida. Casado desde 1958 con la historiadora Lola van Wagenen, en 1959, justo un año después de la boda, el primer hijo que tuvieron juntos murió de muerte súbita cuando tenía sólo dos meses. Aquella pérdida marcó el actor, que en 1966, mientras su carrera despegaba, decidió apartarse del camino de Hollywood y se trasladó a España, donde quería vivir una vida más bohemia junto a su esposa y otros hijos que habían tenido, que entonces eran dos, Shauna y James. Mientras vivía en lugares como Málaga y Mallorca, Redford recibió la oferta para hacer dicho papel con Fonda, lo que le llevó de nuevo a América, donde finalmente hizo historia a lo largo de su vida cinematográfica.
Golpe duro al final de la vida
Pese a ese giro que implicó un exitoso regreso a Hollywood, y que fue acompañado en 1970 por el nacimiento de su hija Amy, la vida aún le tenía reservado un duro golpe al actor. Después de haberse divorciado en 1985 –después de 27 años juntos– de la madre de sus hijos y de haberse casado con la pintora alemana Sibylle Szaggars en 2009 después de años de relación, Redford tuvo que superar uno de los principales trances de su vida. En 2020, su hijo James murió por culpa de un cáncer de hígado que desarrolló a raíz de una enfermedad autoinmune que sufría desde pequeño. "El dolor es inconmensurable por la pérdida de un hijo", dijo entonces el actor, que tenía 84 años. James, fallecido con 58 años, había sido padre y le había dejado dos nietos. En vida colaboró con la apertura del Redford Center, una organización dedicada a la producción de documentales y la promoción de la sostenibilidad ambiental, una causa en la que Redford estuvo implicado hasta el último día.
Pese a estas sacudidas, Redford entendió que sobrevivirlos con discreción sería la mejor opción. Aunque no se escondió de nada, nunca hizo una exhibición que pudiera darle más fama o cariño del gran público. Tampoco lo hizo con sus relaciones amorosas, como suele ser tradicional en Hollywood, donde las celebrities sacan zumo de todo para expandir su fama y no dejar nunca la agenda mediática. Detrás del amable rostro de Redford había una vida que no le había sido fácil, con penas que no se borran ni con dos Oscars ni con todos los aplausos del mundo. Golpes de la vida que quizá le ayudaron a interpretar todos los matices de la tristeza en algunos de sus papeles. Un peaje caro que convirtió en un regalo para sus espectadores.