África

El mercado de segunda mano que mueve la economía keniana (y dónde puedes encontrar tu ropa)

África sigue siendo el vertedero textil de varios países, especialmente occidentales y asiáticos

David Soler
4 min
Los pequeños comerciantes del mercado de Toi en Nairobi, Kenia.

NairobiPara encontrar a Nancy Mageto debes tener un máster en laberintos. El Mercado Toi de ropa de segunda mano parece una simple calle principal en Nairobi, pero si serpenteas entre las paradas de cada vendedor entras en un submundo de calles estrechas cubiertas desde el techo de chapa hasta el suelo de todo tipo de ropa. Cada vendedor está especializado en diferentes tipos de ropa: hay vaqueros, botas y chaquetas de montaña e incluso marcas específicas.

Joakim Kamau regenta una tienda especializada en Converse, donde hay diseños únicos que no se ven en Europa. Unas zapatillas cuestan mucho más: 2.800 chelines, 16,50 euros, pero son más difíciles de vender. Por eso la mayoría optan por ropa que un keniano medio pueda permitirse.

La especialidad de Mageto es la ropa de niños, de recién nacidos a 15 años. "La ropa de niño es más fácil de vender que el resto", explica. Junto con su marido, Edwin Orwaru, tienen su sitio en el Mercat Toi desde hace diez años. "Entonces era más fácil vender, ahora la economía va mal", asegura. Dos bodis para un recién nacido, un pantalón para un bebé de meses, una camiseta y un pantalón corto para un niño de año y medio cuesta 1.100 chelines kenianos, 6,50 euros. Hoy es un día bueno. "Antes podíamos vender hasta 30 piezas al día y ahora hay días que sólo vendemos una", explica la propietaria.

Aquí el precio lo marca la demanda y la calidad, pero no hay unas reglas fijas. Los propios vendedores tienen nombres de tiendas y en Branjay, la marca de Mageto y su marido, una camiseta puede rondar entre los 150 y los 300 chelines kenianos –de 90 céntimos a 1,80 euros–, dependiendo de si está más o menos desgastada .

Los pequeños comerciantes del mercado de Toi en Nairobi, Kenia.

Un par de veces a la semana, Mageto va al mercado de Gikomba, desde donde llega toda la ropa usada del extranjero. No siempre compra. Una cesta grande de ropa que pesa kilos puede variar mucho el precio dependiendo de la calidad, pero la ropa buena de distinto tipo cuesta hasta 30.000 chelines, 177 euros. Una tonelada puede costar hasta 570 euros.

¿De dónde viene la ropa?

En 2021, Kenia importó 183.830 toneladas de ropa de segunda mano del extranjero, unos ocho mil contenedores llenos al año. El 97% de la ropa procede de veinte países, encabezados por China, Pakistán, Canadá, Reino Unido y Estados Unidos. Una de cada cuatro prendas en la Unión Europea acaba exportándose fuera de las fronteras al mercado de segunda mano, una cifra que se ha triplicado en los últimos veinte años. El 41% llega a África, según datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente.

Desde hace décadas, ONGs e instituciones internacionales han criticado una práctica que considera degradante y perjudicial para el medio ambiente. En 2022 Greenpeace criticó al mercado con un informe que hablaba de que hasta el 40% de la ropa que llegaba a Kenia estaba en tan mal estado que no podía venderse, lo que obligaba a rechazarla. Además, el 69% era de poliéster, por lo que genera residuos plásticos que quedan en los vertederos africanos. Una prenda dada para segunda mano en Bilbao acabó en un mercado de Togo, según la investigación de Greenpeace.

Un mercado vital para la economía keniana

En África a veces se ha intentado frenar ese mercado de ropa de segunda mano, pero siempre sin éxito. En 1996 la administración local keniana intentó cerrar el Mercat Toi aprovechando que está en suelo público, pero la presión de los vendedores, que llevaron el caso hasta la justicia, y su negativa a marcharse a menos que fuera por la fuerza acabó venciendo.

En 2022 el candidato presidencial Raila Odinga se metió en un lío cuando criticó a la mitumba, que es como se conoce la ropa de segunda mano en Kenia. “Nuestra gente sólo viste ropa importada de fuera del país que ha sido utilizada por gente muerta”, dijo, y añadió su plan: “Pasaremos a la producción local para que los que vendan ropa de fuera tengan productos en bonos por vender”. En su mente era una campaña excelente: producir localmente para no depender del exterior. Pero el disparo le salió por la culata. Su rival, William Ruto, que acabaría ganando las elecciones, le acusó de querer acabar con el trabajo de millones de personas y Odinga tuvo que aclarar que no prohibiría la llegada de ropa de segunda mano.

Meterse con el mercado de segunda mano es meterse con un mercado enorme que beneficia a todos: ciudadanos, vendedores y gobierno. El 91,5% de los kenianos compran ropa que vale menos de mil chelines kenianos, unos seis euros. El sector emplea a dos millones de personas y proporciona 12.000 millones de chelines al gobierno en impuestos, 70 millones de euros. Por eso es difícil acabar con este mercado. De ella depende mucha gente, como Mageto y Orwaru. Ambos viven de la ropa de segunda mano y les permite alimentar a sus dos hijos, de once y cinco años, a los que les ponen la ropa que vienen ellos mismos. “No nos sentimos bien cuando dicen que debería terminar el negocio: dependemos de eso para vivir”, concluye Mageto.

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