África

Kenia elige a Ruto y acaba con el sueño de Odinga de ser presidente

El resultado ha sido polémico, con parte de los delegados de la comisión electoral que rechazan el resultado, y se espera tensión en las calles

David Soler
4 min
Los resultados de las elecciones de Kènia son anunciados

NairobiWilliam Ruto será el quinto presidente de Kenia después de vencer en una ajustada carrera con un 50,49% de los votos por un 48,85% de su principal rival, Raila Odinga. Con una diferencia de poco más de 200.000 votos y más de 14 millones de votantes, el anuncio no ha llegado sin tensión ni violencia.

La igualdad ha sido la tónica general en una campaña electoral pacífica en la que el recuento se ha atrasado más de lo que se esperaba y ha acabado a golpes. La comisión electoral ha tardado seis días a dar Ruto como ganador a pesar de haber subido los resultados oficiales en línea el día siguiente de la votación.

Cuatro de los siete delegados de la comisión electoral se han desmarcado del resultado oficial antes de que se declarara y los delegados de Odinga han intentado evitar que Wafula Chebukati, jefe de la comisión, anunciara los resultados. Su jefe de campaña, Sairabao Ole Kanchory, ha sido detenido.

Poco después del anuncio se ha visto la polarización generada por la campaña. Por un lado, se han desatado las protestas entre los seguidores de Odinga, especialmente en su bastión al oeste, así como en los barrios de Kibera y Mathare, en la capital. En este último, una mujer ha muerto esta noche al estrellarse su coche después de recibir pedradas por parte de manifestantes. 

El centro del país y los más humildes, claves de la victoria de Ruto

A pocos kilómetros, también en Mathare, seguidores de Ruto han celebrado la victoria. "Nadie nos puede decir qué tenemos que hacer y hemos elegido a Ruto de manera libre", ha dicho Wilson Njau, de 31 años. Él votó en el colegio electoral de Stima Club el pasado martes como el resto de los vecinos, que lo celebraban con canciones y tambores. "No votamos aquí por una cuestión tribal", aseguraba Sam Mwangi, conductor de camión. Aun así, la mayoría de este distrito lo forman habitantes de la etnia kalenjin, la de Ruto, y kikuyus, que mayoritariamente han apoyado a Ruto.

El apoyo masivo de la etnia kikuyu, mayoría en el país, ha sido clave para hacer que Ruto accediera a la presidencia al arrasar en los cinco condados de la región central, donde reside la mayoría de esta comunidad, con más de un 70% de los votos.

A sus 55 años, Ruto ha vencido en las primeras elecciones con una campaña en que había apuntado a la gente luchadora de orígenes humildes, orígenes de los cuales él presumía a pesar de ser multimillonario. Con el lema Hustler, luchadores, ha conseguido atraer a una mayoría de la población que no tiene recursos y trabaja sin seguridad económica en el sector informal, que da trabajo a un 83% de la población.

Ruto derroca las dinastías

Tenacidad, dureza y populismo son las características principales que se atribuyen a Ruto. Con un origen humilde y con todo en contra después de dar la espalda a su exjefe, Kenyatta, ha sabido hacerse valer para conseguir el apoyo de la mayoría de kenianos. Su ascenso se ha labrado durante décadas maniobrando en la difícil política keniana, donde las alianzas cambian cada dos por tres.

Entró en política en las juventudes de KANU, el partido político tradicional del poder, cuando gobernaba el expresidente Daniel Arap Moi y fue vital para asegurar su victoria en las primeras elecciones multipartidistas en 1992. Con él comparte la etnia, la kalenjin, originaria del valle del Rift y una de las más poderosas después de la kikuyu. Desde su entrada en política ha sabido maniobrar de manera inteligente para poder llegar a la presidencia, combinando su capacidad para ganarse el apoyo de su etnia con astucia en las alianzas políticas. El 2007 supo separarse de Kenyatta cuando este apoyó a Kibaki para la reelección. Entonces decidió juntarse con el que en estas elecciones ha sido su rival, Odinga. Pero después de ser acusado con Kenyatta por la violencia postelectoral que dejó más de 1.200 muertos y enfrentarse a una posible condena de la Corte Penal Internacional, supo unir su destino al de Kenyatta y vencer en las elecciones del 2013 como su candidato a la vicepresidencia. Tres años después, su causa en Ginebra se frenó porque no contaba con suficientes testigos.

Desde la vicepresidencia ha ido marcando poco a poco su agenda, confiando que sería el próximo presidente. Sin embargo, cuando Kenyatta le dio la espalda el 2018 después de la tensión postelectoral del 2017, supo reaccionar para posicionarse como el líder del pueblo y a la vez convencer a la poderosa y rica etnia kikuyu en el centro del país, que se fía más de él que de Odinga, tradicional opositor a quien temen y acusan de caótico.

Sus detractores, aun así, lo acusan de ser un populista de manual. Ha prometido bajar el coste de vida, principal tema en campaña, en 100 días. Además, se ha posicionado de parte de los funcionarios, sobre todo defendiendo la comisión electoral de las críticas por sus irregularidades, y ha prometido subir el salario a la policía, muchos miembros de la cual todavía son de su comunidad, la kalenjin, desde la época de Moi. Por otro lado, su vicepresidente, Rigathi Gachagua, está en pleno proceso de investigación por corrupción y pasó un día en custodia policial a finales de julio.

Este discurso contra las élites y el Estado, del cual, no obstante, él forma parte, asusta a una parte de la población, especialmente a las clases medias, que no quieren caos ni retrocesos democráticos. “No votaría a Ruto; hay algo sobre su personalidad, no sabría como decirlo, quizás agresiva”, dijo el día de la votación Eva Atieno, que a los 32 años fue a votar con su hijo de dos. “Tengo miedo de que se convierta en un dictador, creo que si gana se quedaría 20 años como Moi”, añadió. Ahora es el turno de Ruto y Gachagua de demostrar lo contrario. De momento, el presidente tendrá que poner calma para que no se dispare la violencia postelectoral en un clima muy tenso.

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