Estados Unidos

Biden eleva el techo de acogida a 62.500 refugiados pero admite que no llegará

El presidente recupera la promesa electoral después de fuertes críticas de dentro y fuera de las filas demócratas

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Una famila de personas migrantes, de Guatemala, tratan de cruzar Rio Bravo, a Juárez, México, el 30 de marzo de 2021 con la intención de solicitar asilo político en los Estados Unidos.

BarcelonaHace dos semanas dijo lo contrario, pero finalmente ha dado marcha atrás. Joe Biden ha anunciado esta madrugada que elevará a 62.500 personas la acogida de refugiados en los Estados Unidos, después de que le lloviesen las críticas por haber dicho que mantendría el tope en 15.000, el mínimo histórico que había fijado Donald Trump. Era una de sus promesas de campaña y, a raíz del terremoto dentro y fuera de las filas del Partido Demócrata, y la acusación de que traicionaba a los migrantes que lo ayudaron a ganar las elecciones, Biden ha acabado recuperando el compromiso, a pesar de que lo ha aguado.

En un comunicado ha proclamado que "borra la cifra históricamente baja fijada por la anterior administración, que no reflejaba los valores de los Estados Unidos, un país que da la bienvenida y apoya a los refugiados". Para Jacqueline Bhabha, profesora de la Harvard T.H. Chan School of Public Health, las vacilaciones de Biden se explican por "las presiones políticas antiinmigración que habían relacionado cínicamente la situación en la frontera con México con la dimensión de la acogida de refugiados": "Pero se trata de dos cosas totalmente diferentes: una es un proceso espontáneo y la otra un procedimiento centralizado y gestionado. Afortunadamente, las voces progresistas han instado a la administración Biden a cumplir sus compromisos electorales y a reconstruir el sistema de protección de los refugiados que Trump destruyó".

Pero el presidente ha admitido a continuación que este año no se podría lograr el objetivo porque el sistema no es capaz de procesar todas estas solicitudes. Se calcula que unas 115.000 personas están pendientes de que se resuelvan sus peticiones, por el bloqueo administrativo impuesto por la administración republicana. Hasta ahora la alta comisaría de la ONU para los Refugiados había concedido el asilo solo a 33.000 personas, que ya están a la espera de poder viajar a los Estados Unidos. Solo 2.000 han recibido este año fiscal la carta verde. La complicada tramitación puede alargarse dos años. Y Biden alega que no es tan fácil destrumpizar la política migratoria: "Intentaremos arduamente completar los rigurosos procesos de selección de los refugiados que están a la espera, pero la triste realidad es que no llegaremos a las 62.500 admisiones este año". Biden se refiere a años fiscales, que en los Estados Unidos van de septiembre a septiembre. De hecho, en el programa electoral Biden se había marcado un objetivo mucho más ambicioso: una cuota de 125.000 admisiones en septiembre del 2022, un hito que también ha considerado "difícil de lograr".

John Palmer, profesor del grupo de inmigraciones de la UPF, pone la cifra en contexto: "Es una mejora clara sobre el límite de 15.000 refugiados que fijó la administración Trump y es un paso importante para restablecer el programa de acogida después del intento de Trump de desmontarlo. Pero 62.500 es una cifra muy pequeña comparada con la necesidad de reasentamiento de refugiados en todo el mundo, y es mucho menos que los umbrales anteriores" al paso del republicano por la Casa Blanca: en 1981, Ronald Reagan fijó un tope de 217.000 refugiados acogidos.

Polarización en los EE.UU.

Biden se encuentra en el fuego cruzado de la polarización norteamericana. Así como los republicanos, todavía imbuidos del America First, le recriminan el aumento de las llegadas de migrantes sin papeles en la frontera con México (Texas registró en marzo el número más grande de llegadas de los últimos quince años), su base quiere que rompa con uno de los capítulos más oscuros del legado de Trump. Es cierto que el programa de acogida necesita recursos y organización, pero Palmer recuerda que no se trata solo de un problema de tiempo: "La cuestión es hasta qué punto la administración está dispuesta a defender políticamente la acogida". Para el experto en migraciones, a pesar de las mejoras que ha introducido Biden, "los grandes problemas del sistema migratorio de los Estados Unidos se mantienen: causa un daño inadmisible a un gran número de personas".

Uno de los problemas más espinosos de los primeros cien días de Biden en la Casa Blanca en materia migratoria han sido las llamadas expulsiones por el artículo 42, amparadas en una oscura ley de salud pública de 1944 y bajo el pretexto de la pandemia, que ha supuesto la expulsión masiva de migrantes que habían atravesado la frontera de México sin papeles: con la nueva administración, 240.000 personas han sido expulsadas de los Estados Unidos en virtud de este artículo en cuatro meses (Trump expulsó a 630.000 en cerca de ocho meses, desde que empezó la pandemia). Según denunciaba hace unos días Los Angeles Times, mujeres y niños indefensos han quedado expuestos a bandas criminales después de ser deportadas a México y sus familias en los Estados Unidos han sido extorsionadas.

Para la profesora de Harvard, "con una cifra histórica de refugiados en el mundo y menos del 1% de reasentados, todos los estados ricos tienen la obligación moral de una acogida generosa. Como uno de los países más grandes y ricos, los EE.UU. tienen la obligación particular de demostrar su solidaridad empática con los que se han visto obligados a dejar su casa, sus familias y todo aquello que hace que la vida valga la pena".

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