Biden teme la inminente caída de Kabul en manos de los talibanes

El ejecutivo afgano ofrece a los extremistas compartir el gobierno si paran la violencia

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Un niño, a una exposición fotográfica sobre conflictos armados en Kabul, esta semana.

BarcelonaAnte el acelerado avance de los talibanes en Afganistán, que hacen caer capitales de provincia como quien hace caer fichas de dominó y ya van diez en menos de una semana de ofensiva, la administración de los Estados Unidos ve cada vez más cerca la caída de Kabul, la capital, que les daría el control total del país. Mientras el presidente Joe Biden sigue firme en su decisión de retirar las tropas después de veinte años de ocupación en el país, sus funcionarios han reconocido a medios como el Washington Post o la NBC que calculan que la capital puede ceder al asedio extremista en los próximos meses o, incluso, semanas.

Hasta tal punto los Estados Unidos asumen esta realidad que han decidido enviar tropas para evacuar la mayor parte del personal de su embajada, a pesar de que dicen que la mantendrán abierta. De hecho, Washington estaría negociando con los talibanes para que no ataquen la embajada norteamericana cuando entren, y les ofrecen a cambio ayudas en el gobierno, incluso si lo lideran radicales extremistas, según informa The New York Times. El mismo enviado de paz estadounidense que intenta conseguirlo, Zalmay Khalilzad, aseguró que cualquier gobierno que llegue por la fuerza en Afganistán no será reconocido, informa The Independent. Pero, según informaban este jueves Al-Jazira y medios afganos, el gobierno afgano habría ofrecido a los talibanes un ejecutivo compartido si cesan los ataques.

Las negociaciones con los talibanes, de hecho, siguen en Doha (Qatar), donde el mismo enviado norteamericano se reunió martes con una representación de los talibanes para intentar presionarles para que acepten renegociar el acuerdo de paz que firmaron en febrero de 2020 con la administración de Donald Trump. Un acuerdo que quiere poner fin a un conflicto que dura desde que las tropas norteamericanas expulsaron a los talibanes del poder en 2001, después de los atentados del 11-S perpetrados por el grupo terrorista Al-Qaeda , los líderes del cual se refugiaban en este país.

Estas negociaciones, aun así, ya estaban activas desde finales de julio, cuando se retomaron después de una parada, y no habían conseguido parar a los radicales islamistas a la hora de llevar a cabo una ofensiva sin precedentes como la de los últimos días. Este jueves los talibanes han conquistado su undécima capital de provincia en una semana: Herat, tercera ciudad más importante del país. El pasado lunes los talibanes tomaron Ghazni. No solo es la séptima ciudad más poblada del país, sino que además es estratégica porque está en medio de la carretera que conecta la capital y ciudad más poblada, Kabul (3,8 millones de habitantes), con la segunda, Kandahar, donde viven 390.000 personas.

Los talibanes controlan, a estas alturas, el 57% de los distritos del país, mientras que un 39% están bajo disputa y solo el 16% restante está en manos del gobierno. Entre las provincias bajo dominio talibán ya hay casi todos los distritos fronterizos con Irán y la mayoría de regiones norteñas, históricamente núcleo de resistencia a los talibanes. Pero la caída de Kabul, la capital, podría suponer el regreso de los talibanes al poder 20 años después. Las tropas talibanas están más motivadas y organizadas que las del gobierno que han ido cayendo, apuntan los medios norteamericanos, pero las fuerzas aéreas gubernamentales son la gran esperanza del ejecutivo actual.

Con el adelanto de los talibanes, decenas de miles de afganos han sido desplazados de sus territorios. A finales de julio, el último informe de la ONU cifraba en 1.659 los civiles muertos y en 3.254 los heridos. Esto antes de la última ofensiva. Si los talibanes llegan finalmente al poder, los derechos de las mujeres se verán más amenazados en Afganistán, donde podrían imponer de nuevo su visión estricta del islam que, además, impide cualquier actividad relacionada con el mundo occidental. "Si no renuncian a la cultura occidental, tenemos que matarles", decían en la BBC este jueves unos guerrilleros talibanes, que acusaban al gobierno afgano de ser un "títere" de los Estados Unidos.

El 14 de abril Biden anunció que retiraría las tropas norteamericanas de Afganistán antes del 11-S. De hecho, la salida total está prevista ya para el 31 de agosto. "¿Misión cumplida? No, no hay ninguna misión cumplida. La misión cumplida fue cuando se mató a Osama bin Laden", reconocía el presidente entonces. El tono, sin embargo, era diferente del de sus antecesores porque no hablaba de victoria ni de misiones cumplidas, alertaba el periodista Craig Whitlock, del Washington Post y que ha publicado "The Afghanistan papers", en que desglosa detalles desconocidos de la guerra a partir de documentos y fuentes oficiales. "Nunca ha habido una estrategia clara en el país", concluye.

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