Italia

Codogno, un año después: "El Wuhan italiano"

Esta localidad del norte de Italia se convirtió en el primer epicentro del covid-19 en Europa

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Codongo. ALEX FRASER / REUTERS

Codogno (Italia)La mañana del 20 de febrero de 2020 parecía un día cualquiera en Codogno, un pueblo de unos 15.000 habitantes en la provincia de Lodi, a unos 60 kilómetros al sur de Milano. El café Cairoli servía desayunos a los clientes habituales mientras fuera, en la plaza, las paradas del mercado se preparaban para abrir el día siguiente, como cada viernes. "Después pasó una cosa increíble. Fue como un meteorito, un tsunami que llegó con tanta violencia que parecía imposible", dice al ARA Francesco Passerini, el alcalde. "A media noche recibí una llamada del delegado del gobierno que me dijo que en el hospital habían diagnosticado el primer paciente con coronavirus. Me quedé helado. Más tarde el director de la Cruz Roja local me confirmó que había más de cien casos sospechosos", recuerda ahora, un año después.

Lo que vino después de aquel aviso fueron horas de pánico, de terror, que obligaron a Passerini a cerrar con cerrojo el municipio y convertir este tranquilo pueblo de la Lombardia en la primera zona roja de Italia y del mundo occidental por un virus que todavía no había mostrado la cara más oscura en Europa. "El Wuhan italiano", tituló la prensa.

Aquella misma mañana, en el Hospital de Codogno, la doctora Annalisa Malara, ignorando el protocolo que aconsejaba hacer pruebas PCR solo a pacientes sintomáticos que hubieran viajado a China o mantenido contacto con algún contagiado, hizo la prueba a un hombre. Y dio positivo. Era Mattia Maestri, de 37 años, deportista y con buena salud. "Había ingresado dos días antes con una neumonía no muy grave, pero en 24 horas empeoró y no respondía a los tratamientos", explica ahora por teléfono mientras sale de su último turno en el Hospital Santo Matteo de Pavia, donde trabaja. "Cuando lo descubrimos nos quedamos en shock. Habíamos sido expuestos sin protección y éramos conscientes de la trascendencia de la diagnosis", reconoce. "En aquel momento entendimos que el virus ya estaba entre nosotros y disparamos la alarma en toda Europa".

Nada hacía sospechar que Mattia Maestri se hubiera podido contagiar de aquel extraño virus, parecido a la gripe, que había obligado a las autoridades de Pekín a levantar en tiempo récord un hospital de campaña en Wuhan. Y, sin embargo, gracias a la intuición de Malara, que fue condecorada después Caballera de la República italiana por el jefe del estado, Maestri pasó a ser el paciente 1, el primer contagio autóctono, no importado, detectado en Italia.

Más tarde se supo que el virus ya circulaba en el país desde hacía meses, como sospecha el doctor Massimo Vajani, médico de familia desde hace más de cuarenta años en Codogno, que desde octubre ya detectaba casos de neumonías "atípicas que no se acababan de curar".

"Hemos sido soldados"

Vajani todavía no ha podido olvidar la sensación de miedo "e incertidumbre" de aquellos días. Sin protocolo oficial, sin indicaciones terapéuticas. Como presidente del Colegio de Médicos de Familia de Lodi, se reunió con las autoridades para exigir dispositivos de protección, pero fue inútil. "Nos decían que, según la OMS, con mascarillas quirúrgicas había suficiente", denuncia. "La palabra clave es retraso. Hemos sido soldados traídos a primera línea, pero el general no puede ejercer el mando sin escuchar a los soldados".

El covid -19 ha causado la muerte de más de 300 médicos en Italia, casi el 70% de los cuales trabajaban en atención primaria. La macabra lista la inauguró el presidente del Colegio de Médicos de Varese, Roberto Stella. Los cuatro siguientes eran profesionales de Codogno y pueblos vecinos. Tres de ellos murieron con solo 24 horas de diferencia. "Compañeros y sobre todo amigos, porque aquí nos conocemos todos", se lamenta Vajani.

Codongo.

La noche del 20 al 21 de febrero se registró la primera víctima mortal oficial en Italia, Adriano Trevisan, un hombre de 78 años residente a Vo 'Euganeo, en el Véneto, a más de 200 kilómetros de distancia de Codogno. El gobierno aisló diez municipios más al norte de país y confinó a más de 50.000 personas, una medida hasta entonces inédita fuera de China.

La llegada del ejército

Como Wuhan, a Codogno también llegó el ejército. En la residencia de gente mayor local, con capacidad para 140 personas, una enfermera y un médico militar acudieron al llamamiento de auxilio. Silvia Cavada, responsable médica del centro, asegura que nunca les faltó material de protección, pero tuvieron que ingeniárselas para atender a las personas mayores contagiadas, porque los hospitales estaban desbordados.

Codongo.

"Los casos sospechosos eran aislados, pero no sabemos cuántos murieron de covid", reconoce Cavada, que calcula un 30% más decesos que la media. "Lo más difícil fue explicarles qué pasaba. A algunos los daba miedo la mascarilla porque les recordaba a la guerra", recuerda ahora, con la tranquilidad de saber que los residentes y los trabajadores por fin están vacunados.

El número de víctimas en esta pequeña localidad, que se convirtió en el primer foco de coronavirus en Europa, es incierto. El alcalde, Francesco Passerini, asegura que solo en marzo murieron 154 personas respecto a las 46 del año anterior. "Cinco muertos al día en una ciudad como la nuestra es devastador, sobre todo si tienes en cuenta que al año nacen unos 160 niños".

Un año después, con más de 95.000 muertos en todo el país, en Codogno la curva de contagios continúa bajando y hay solo una veintena de casos positivos y ninguno es grave. "Ha sido una pesadilla que esperamos que haya quedado atrás".

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