El covid pone contra las cuerdas a la Europa que no se vacuna

Vuelven las primeras restricciones en el Este, en países con índices de inmunización bajos

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Un trabajador del ministerio de emergencias desinfectando la estación de Leningradski en Moscú

LondresMás allá de la situación preocupante que vive el Reino Unido, la Europa continental empieza a sentir otra vez el aliento del coronavirus. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la semana pasada hubo un crecimiento general de un 7% de casos. Con todo, en algunos de los países, y en relación con los catorce días anteriores, los aumentos han superado el cien por cien. Es el caso, por ejemplo, de Letonia, Polonia, Hungría y Georgia. Y en otros, como Rumanía, con solo el 38% de incremento, el número de ingresados en hospitales ya supera los 20.000 –1.800 en las UCI– y han empezado a suspenderse visitas y tratamientos destinados a atender otras enfermedades.

Los bajos índices de vacunación en relación con la media de los estados miembros de la Unión Europea (74%) perfilan un otoño complicado y un aterrizaje en un invierno incierto en la Europa del Este, donde países como Bulgaria, Ucrania, Moldavia y Rumanía no llegan al 30% de población inmunizada. Así, la amenaza de la reintroducción de restricciones que muchos ya consideraban un triste recuerdo vuelve a estar muy presente en este último trimestre del año 2021, camino ya del 2022.

El covid  en la Europa del Este.

Además de las peticiones del pasaporte de vacunación para entrar en los restaurantes en países como Francia e Italia, u otras medidas para intentar garantizar la seguridad sanitaria, se han establecido privaciones de libertades mucho más duras en el este. Es el caso de Letonia, donde desde el jueves hay vigente un nuevo toque de queda durante un mes –empieza a las ocho del anochecer y se alarga hasta las cinco de la madrugada–, y donde se han cerrado escuelas y tiendas no esenciales por el mismo periodo de tiempo.

Letonia todavía no tiene el 50% de la población inmunizada. La semana pasada se administraron 10.682 dosis diarias, un dato que permite proyectar que no será hasta finales de noviembre cuando se habrá protegido a un 10% más de los residentes, un ritmo del todo insuficiente. No en vano, el primer ministro, Krišjānis Kariņše, decía el lunes que "el sistema de salud está en peligro, la única manera de salir de esta crisis es vacunarse”.

Desconfianza en los gobiernos

Para justificar las diferencias de inmunización entre la Europa occidental y la oriental, algunos politólogos y especialistas en salud pública han apuntado que en los países de los antiguos regímenes comunistas los ciudadanos podrían ser especialmente escépticos después de décadas de gobiernos que erosionaron la confianza en las instituciones. Además, también hay que tener presente que a menudo estos mismos gobiernos dejaron unos sistemas de salud bajo mínimos que, con el añadido de la crisis económica del 2008, ahora no son capaces de responder eficazmente a la emergencia. La República de Irlanda, el caso favorable más extremo, tiene el 92% de la población vacunada adentro de la UE. Bulgaria, también miembro de los 27, solo el 18,9%.

Hasta el 8 de octubre, Bulgaria tenía la tasa de mortalidad más alta del continente, de acuerdo con los datos del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades. En aquella fecha, sin embargo, Rumanía superó la cifra y a estas alturas lidera el trágico ranking, con 225,83 muertos por cada millón de habitantes. Solo el 29% de los rumanos se han vacunado.

El problema de Rusia

Otro país que entrará en unos días parcialmente en hibernación es Rusia. El presidente, Vladímir Putin, anunció una semana de vacaciones pagadas para todos los trabajadores entre el 30 de octubre y el 7 de noviembre para incentivar que la gente no salga de casa. Además, Moscú reintroducirá las medidas de confinamiento, según anunció el jueves el alcalde, Serguei Sobianin: solo podrán abrir supermercados y farmacias. Las escuelas y las guarderías también cerrarán, mientras que bares y restaurantes solo pueden hacer servicios de comida para llevar o para entregar a domicilio. Este es el primer confinamiento parcial que tiene lugar en la capital rusa y alrededores desde el verano de 2020. Los más de mil muertos del 21 de octubre y el hecho de que la población no se vacune (lo ha hecho poco menos del 35% de la población) están detrás de las nuevas restricciones.

La situación no es nueva. La Sputnik V, la vacuna de Putin, que fue la primera en ser aprobada en todo el mundo, el 11 de agosto de 2020, despierta muchas sospechas entre los ciudadanos –si bien su uso ha sido aprobado en más de 70 países, pero crucialmente no en la Unión Europea– y el covid ha dejado una estela de víctimas entre mediados de mayo y finales de agosto de este 2021 de más de mil diarias, con picos de 1.500. A partir de la segunda semana de septiembre bajó a la mitad y ahora ha vuelto a subir.

No hay, en todo caso, mucha coherencia a la hora de tomar medidas. Por ejemplo, en Bielorrusia el gobierno del autoritario Aleksandr Lukashenko ha anulado el decreto que había publicado hace trece días obligando a la población a usar mascarilla en espacios interiores. Así mismo, también ha suspendido el decreto que obligaba a que el 1 de noviembre taxistas y transportistas estuvieran vacunados. A estas alturas, solo el 22,3% de la población ha recibido la doble inyección, en este caso de la Sputnik V.

La llegada del invierno

El director para Europea de la Organización Mundial de la Salud aseguraba este jueves que los nuevos incrementos han coincidido con el levantamiento de "la mayoría de las restricciones" en el continente a lo largo del verano. "Ahora estamos viendo que coinciden con el inicio del periodo invernal, cuando la gente se mueve hacia espacios interiores a medida que empieza el frío. Queda la pregunta de si tendremos o no la misma experiencia que el año pasado, con unos sistemas de salud bajo presión". Hungría, Bulgaria, Rusia, Letonia y Rumanía ya saben lo que es. Y el denominador común entre todos estos casos son cifras de vacunación bajas.

Ahora, la pregunta del millón es si este impacto se dejará notar también en el oeste. A pesar de que la situación es muy diferente, de momento nada garantiza que el frío del este no llegue, junto con el covid. La prueba son los datos conocidos este viernes en Alemania: el número de nuevas infecciones por cada 100.000 habitantes durante los últimos siete días se ha situado en 95,1, en comparación con los 68,7 de la semana anterior. Un aumento que en cifras absolutas se traduce en un total de 19.572 casos, 8.054 más que el 15 de octubre. Y en Alemania la vacunación se sitúa en el 66,4% de la población.

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