La Cúpula de Hierro: tecnología punta contra cohetes caseros
A pesar de la eficacia de su escudo antimisiles, Israel mantiene la estrategia de bombardear Gaza masivamente
La misma imagen se ha repetido cada noche durante la última semana: sobre el fondo de un cielo por la noche, bolas de fuego que explotan en el aire. En un lado de la frontera que aísla la franja del mundo, los cohetes caseros lanzados por Hamás y otras milicias palestinas; en el otro, los misiles israelíes que los destruyen en el aire pocos segundos después. Es la Cúpula de Hierro, el sofisticado sistema de defensa israelí pionero en el mundo para interceptar proyectiles de alcance corto. Con la ayuda de expertos, explicamos cómo funciona y qué ha cambiado desde que se puso en marcha hace una década con el apoyo de los Estados Unidos. El ejército israelí asegura que desde el principio de esta crisis se han lanzado 3.000 cohetes desde Gaza, el 90% de los cuales han sido interceptados por el escudo.
¿Cómo funciona?
Como casi todos los sistemas antimisiles, está formado por tres componentes: un radar que detecta el cohete y sigue su trayectoria, un sistema de control que procesa la información y activa el interceptador, y un misil que destruye el cohete en el aire. Las baterías antimisiles pueden ser fijas o estar montadas sobre camiones para trasladarlas en función de los ataques. El sistema funciona en cuestión de segundos, porque los cohetes lanzados desde la franja tardan entre 15 y 90 segundos en impactar sobre el territorio israelí. Cada sistema cuenta con tres o cuatro lanzadoras de misiles equipadas cada una con veinte proyectiles. Los misiles solo se lanzan una vez se constata que el cohete llegaría a una zona habitada y se pueden maniobrar desde el aire. El misil interceptor –habitualmente los israelíes Tamir están equipados con sensores y tienen una longitud de unos tres metros– no impacta sobre el cohete enemigo, sino que explota muy cerca para destruirlo, cosa que no impide que puedan caer piezas y se causen daños. Según el fabricante, la empresa pública israelí Rafael Defense Systems, una sola batería puede proteger una ciudad de medida mediana e interceptar cohetes lanzados desde 70 kilómetros.
El sistema Patriot de los Estados Unidos funciona del mismo modo, pero la especificidad del israelí es que está diseñado para actuar contra cohetes de alcance corto, no contra misiles balísticos. Está especialmente pensado para armas muy poco sofisticadas y no sirve para interceptar misiles que se pudieran lanzar desde Irán o desde el Líbano, contra los que Israel está desarrollando los sistemas Flecha y Honda de David.
¿Cómo responde Hamás?
"Hamás intenta superar la Cúpula de Hierro desbordando el sistema: cuanto más cohetes lanzan más cuesta interceptarlos", explica al ARA Jean-Loup Samaan, investigador sobre el Próximo Oriente de la Universidad Nacional de Singapur. "Y todavía podrían intentar abrir dos frentes, si se coordinan ataques con Hezbolá, la milicia chiíta libanesa, que la semana pasada disparó tres misiles contra Israel desde el sur del Líbano. "Otra táctica es esconder las lanzadoras, como hicieron en 2014 con la construcción de la red de túneles que conecta Gaza con Israel. Si hubiera un ataque desde territorio israelí, sería más difícil que los radares lo detectaran". Michel Armstrong, investigador de la universidad canadiense de Brock, ha constatado un aumento significativo del número de cohetes disparados por Hamás: en las primeras horas fueron 470, mientras que en 2014 no pasaron de 192 al día y en 2012 de 312 proyectiles lanzados en un solo día. La otra novedad es que las milicias disponen de más cohetes de alcance largo: un 17%, que han llegado hasta Tel Aviv. El número de cohetes lanzados en esta oleada no tiene precedentes.
¿Cuál es el arsenal de las milicias palestinas?
A pesar de los catorce años de un asedio feroz con el que Israel controla todo y todo el mundo que entra y sale de la franja de Gaza, los grupos armados palestinos han conseguido acumular un arsenal de fabricación casera. Reutilizan cañerías de los asentamientos israelíes abandonados en 2004, cuando el gobierno de Ariel Sharon decidió marcharse de la franja; también entran piezas de contrabando o las fabrican con los restos lanzados por Israel. Los cohetes se acoplan a los túneles subterráneos o en talleres escondidos y Hamás asegura que los ha mejorado técnicamente con la ayuda de Irán. Un material muy rudimentario, junto al enorme poder destructivo de la aviación israelí, que tiene el material más avanzado del mundo y que, de hecho, utiliza Gaza como campo de pruebas para su industria militar. Pero para muchos palestinos, desesperados dentro y fuera de Gaza, estos cohetes son un símbolo de la resistencia a la ocupación israelí y celebran cada lanzamiento, aunque muchos fallan y acaban cayendo dentro de la franja. La inteligencia israelí calcula que en Gaza hay 30.000 proyectiles almacenados. Comandantes israelíes se han mostrado estos días sorprendidos por el volumen y el alcance de los cohetes de Gaza. Según Michael Herzog, del Washington Institute for Middle East Policy, los ataques israelíes buscan desmantelar "las instalaciones de producción, de forma que cuando se acabe esta ronda de combates no solo habrá menos cohetes sino menos capacidad para fabricarlos". Solo algunos cohetes palestinos han llegado a superar la barrera y han dejado diez muertos en territorio israelí. Los milicianos saben que solo lanzando centenares de cohetes a la vez con suerte alguno llegará al objetivo. Una parte de los cohetes de alcance corto, los Qassam, nombre de la rama militar de Hamás, recorren una distancia de solo 10 kilómetros y tienen una trayectoria imprevisible.
¿Qué ha cambiado?
"La estrategia no cambia, solo se intensifica, pero es lo mismo que vemos desde hace quince años. Para los palestinos, el uso de cohetes es más efectivo que los atentados suicidas. En cuanto a los israelíes, cada vez que hay una intervención en Gaza algunos lo celebran y otros acaban diciendo que es un sistema muy caro para parar unos cohetes baratos", dice Saaman. "La naturaleza del conflicto tampoco cambia: los objetivos políticos son los mismos y el equilibrio de fuerzas sigue claramente del lado de Israel. La Cúpula de Hierro no puede defender a Israel de todas las amenazas y, además, desde su creación en 1948 los militares han creído que bastaba con defenderse, sino que hacía falta una estrategia ofensiva. De hecho, las voces más escépticas vienen del ejército: el sistema antimisiles solo sirve para ganar tiempo, pero no sustituye ni los bombardeos ni las invasiones terrestres", añade el investigador.
¿Qué papel juegan los EE.UU.?
Según la prensa israelí, cada misil lanzado desde la Cúpula de Hierro cuesta unos 66.000 euros. Un coste que no se podría sostener sin los 146.000 millones de dólares que los Estados Unidos entregaron el año pasado a Israel en concepto de asistencia económica, militar y por el sistema de defensa antimisiles. El interés de Washington por la Cúpula de Hierro empezó en 2012 bajo la administración de Barack Obama. Desde entonces, los Estados Unidos han financiado el desarrollo del escudo y han comprado en Israel dos de estos sistemas para su propia defensa.