Tensión en Taiwán

¿Por qué Taiwán es tan importante para Estados Unidos?

La contención de China, el abastecimiento de microchips y la estabilidad en la región son prioridades de la agenda exterior norteamericana

Javier de la Sotilla
5 min

Barcelona“La solidaridad americana es hoy más importante que nunca, en un momento en el que el mundo se debate entre la autocracia y la democracia”. Es el tuit que la portavoz de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, publicó justo al aterrizar en Taiwán, esta semana. Su controvertida visita en tierra taiwanesa lleva la bandera de la democracia en el marco discursivo, pero evidentemente el interés norteamericano por esta isla del Pacífico va mucho más allá: es la primera línea de defensa en la pugna con China por la hegemonía global. También es, claro, un territorio de alto valor geoestratégico para el futuro de Washington, que mira con recelo el creciente expansionismo comercial y rearme militar chino.

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En el año 2012 el expresidente Barack Obama, consciente del creciente peso geopolítico de la región del Indo-Pacífico, dio un giro a la política exterior para contrarrestar la influencia de Pekín. Su Pivot to Asia ha significado desde entonces un cambio de foco, de Oriente Próximo a Asia Oriental. Se han estrechado vínculos diplomáticos y comerciales, y se han reforzado alianzas militares con los principales ejércitos de los alrededores de China, como India, Australia o Japón, miembros del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral. En cuanto a Taiwán, esta línea estratégica ha supuesto un aumento de la venta de armas en los mandatos de Obama y Trump, el cual marcó un nuevo récord durante su gobierno.

La administración Biden, con la guerra de Ucrania como telón de fondo, ha ido un paso más allá y ha llegado a afirmar que estaría dispuesta a defender la isla de una agresión militar china. Según señala en un artículo en el prestigioso centro Brookings el máximo asesor de Obama en Asia, Jeffrey Bader, "en cuanto al reto más grande de política exterior de EE.UU. –el ascenso de China–, Biden ha continuado el enfoque destructivo de Trump". Más allá del debate interno en el país sobre la escalada en las formas de Biden, o la conveniencia de la visita de Pelosi, el apoyo en Taiwán es ampliamente compartido en EE.UU.; es uno de los pocos puntos de consenso entre demócratas y republicanos. ¿Pero por qué es tan importante Taiwán para la Casa Blanca? Estos son los puntos más relevantes.

Dique de contención en China

Situada a 120 kilómetros de la costa continental china, Taiwán limita la salida del gigante asiático al Pacífico. Forma parte de la llamada primera cadena de islas, como también Japón, Corea del Sur y Filipinas, todos ellos aliados de Estados Unidos. En caso de conseguir el control, China avanzaría posiciones hacia el este y, desde Washington, se teme la amenaza directa que esto supondría para sus bases militares en las islas de Guam y Hawái.

Uno de los misiles que ha disparado China para intimidar a Taiwán.

“Taiwán es crucial para la política exterior de EE.UU., porque se ve como un punto clave en la contención de la expansión china”, reitera Manel Ollé, profesor de estudios chinos en la UPF. El expansionismo del régimen de Xi Jinping, que en el ámbito comercial se articula a través de la financiación de infraestructuras en la Nueva Ruta de la Seda, en lo geopolítico se ha limitado al reclamo territorial, la retórica de confrontación y la exhibición de maniobras militares para mostrar su músculo. La protección de Taiwán ante la amenaza de expansión china se entiende también como un mensaje de apoyo que Washington hace extensivo al resto de las naciones aliadas al Sudeste Asiático: nuestro compromiso con Taipéi muestra que estamos aquí para daros auxilio. Aun así, estos países tienen que mantener un incómodo equilibrio entre la influencia del gigante asiático y EE.UU.

Una región estratégica

Además del Pacífico, la República Popular de China lleva años persiguiendo el control del mar de la China Meridional, donde tiene disputas territoriales abiertas con cuatro países: Vietnam, Filipinas, Malasia y Brunéi. China, como también Taiwán, considera que tiene un “derecho histórico” sobre el conjunto de islas situadas en este mar. Basa su soberanía en la línea de los nuevo trazos, un conjunto impreciso de líneas que señala en el mapa todo aquello que considera su territorio histórico. 

Con una superficie de 3,5 millones de kilómetros cuadrados, este es “un punto clave para el comercio marítimo, puesto que pasan más del 50% de los contenedores a escala mundial”, asegura Ollé, “y es muy rico en reservas de gas y petróleo”. El control efectivo de Taiwán otorgaría a China una posición estratégica para el control de las rutas comerciales, así como de los archipiélagos Paracel y Spratly, terreno de disputa con sus vecinos asiáticos. Para asegurarse el dominio del mar, de hecho, “China está construyendo islotes artificiales y situando bases militares”, para expandir su huella sobre un punto geopolítico de primer orden.

Disputa por los microchips

Podríamos decir que Taiwán es poseedor de buena parte del oro del futuro. La isla es, con diferencia, el primer productor mundial de semiconductores, componentes críticos para todo tipo de aparatos electrónicos, como teléfonos móviles, equipación médica, electrodomésticos, coches o incluso aviones de combate. El desarrollo tecnológico propugnado durante décadas por el autogobierno taiwanés ha logrado una industria líder en el país, que obtiene el 64% de la venta global de microchips. La empresa Taiwán Semiconductor Manufacturing Co (TSMC), por sí sola, controla más de la mitad del pastel (54%), según los datos del primer trimestre de 2022 de TrendForce. Y, si se tienen en cuenta los microchips de tecnología más avanzada, Taiwán tiene el 92% de la producción mundial, según el Boston Consulting.

Mientras tanto, China (9%) y EE.UU. (6%), completamente dependientes de las importaciones taiwanesas, buscan desarrollar en casa la capacidad para producir semiconductores de altas prestaciones. Aun así, sus principales empresas –SMIC en China y Global Foundries en EE.UU.– se encuentran todavía muy lejos del potencial de la pequeña isla del Pacífico. Las disrupciones en las cadenas de suministro, acuciadas a raíz de la pandemia, han demostrado el peligro que supone el desabastecimiento de este componente crucial para el progreso tecnológico.

Vista general de la ciudad de Taipéi, en Taiwán.

No es casualidad que una de los encuentros de Pelosi en Taiwán haya sido con el presidente de TSMC (Mark Liu). La compañía taiwanesa está construyendo una planta de fabricación en Arizona que podría beneficiarse de subvenciones americanas. La Cámara de Representantes ratificó el mes pasado el proyecto de ley Chips, que prevé desembolsar 52.000 millones de dólares para promover la fabricación nacional de semiconductores. Este impulso, en forma de subsidios a las empresas que abren factorías en EE.UU., busca independizar el país de la hegemónica producción asiática, en uno de los principales terrenos de disputa comercial con China.

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