El plan de Trump para ahogar la financiación de las universidades
El presidente quiere condicionar el sistema de acreditación de los centros universitarios para influir en el currículum académico
WashingtonEl presidente estadounidense, Donald Trump, ha ampliado el ataque contra las universidades con una nueva orden ejecutiva que amenaza a los ingresos indirectos de aquellos centros que no se alineen con su agenda ideológica. El mandatario ha firmado este miércoles un decreto que apunta directamente al proceso de acreditación de los centros universitarios del país y que amenaza con excluir de los préstamos federales a los estudiantes de esas universidades díscolas con el gobierno. La firma del documento llega justo en medio de la resistencia de Harvard, que se ha negado a ceder a las presiones económicas de Trump y ha demandado sus intentos de coacción ante un tribunal de Massachusetts.
El orden tiene como objetivo utilizar el sistema de acreditación universitario para combatir aquellas prácticas e "ideologías" que la administración Trump considera "discriminatorias". Hace tiempo que los republicanos califican las políticas de diversidad, equidad e inclusión (conocidas como DEI, por sus siglas en inglés) de "antimeritocráticas". "Muchas de estas entidades acreditadoras externas se han basado en ideologías woke para acreditar universidades, en lugar de según mérito y rendimiento. Esta orden ejecutiva refleja cambios en el proceso de acreditación universitaria y también se aplica a las facultades de derecho y otros programas de posgrado", ha anunciado el secretario de gabinete, Will Scharf, cuando ha leído el decreto a Trump para que lo firmara.
El documento se titula Reformar la acreditación para fortalecer la educación superior y acusa a estas entidades acreditadoras de haber "fallado en su responsabilidad" y de haber "abusado de su enorme poder". Según el texto, han "abusado" de su poder al convertir la aplicación de políticas DEI "en un criterio formal de acreditación y, por tanto, en una condición para acceder a ayudas federales". De ahí que Trump pida a su secretaria de Educación, Linda McMahon, que, dentro de la legalidad, haga rendir cuentas "incluso mediante la denegación, supervisión, suspensión o revocación del reconocimiento de acreditación" a aquellas entidades que, entre otras cosas, han convertido las políticas de diversidad en un criterio para otorgar la acreditación a los centros universitarios.
El departamento de Educación, conjuntamente con el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (CHEA, por sus siglas en inglés), es quien autoriza a organizaciones externas para que acrediten que los centros universitarios cumplen una serie de estándares de calidad. Uno de los criterios por los que se guían a los estudiantes a la hora de elegir centro es la acreditación, ya que les da acceso a los préstamos federales universitarios (que suelen tener mejores condiciones que los privados) y porque influye en la credibilidad del título a la hora de buscar trabajo.
La batalla con Harvard
Con esta interferencia en el proceso de acreditación, Trump quiere obligar a las universidades a renunciar a sus políticas de diversidad si no quieren perder miles de millones de dólares en préstamos universitarios y becas Piel, que representan una fuente importante de ingresos indirectos para muchos centros. El nuevo movimiento representa una forma de aumentar la presión contra aquellas universidades que no se alinean con la agenda ideológica del presidente, y llega justo después de que Harvard denunciara al gobierno por coacción económica. El lunes la universidad más rica del país interpuso una demanda contra la administración Trump por liderar un amplio ataque contra la universidad "para influir y controlar las decisiones académicas".
Harvard ha sido la primera universidad en hacer frente a la cruzada del presidente estadounidense contra los centros de la Ivy League –las universidades de élite–, como Columbia, Brown y Princeton, contra los que ya ha cargado acusándoles de "antisemitismo" con el objetivo de intentar influir en el influir. En el caso de Harvard, dispone de un endowment –una especie de reserva económica– de más de 50.000 millones de dólares, lo que le da margen para resistir la embestida del gobierno Trump. Ante esta realidad, ahora la Casa Blanca busca otros flancos para debilitar a los centros, como pueden ser los ingresos que perciben a través de sus estudiantes y las becas o los préstamos que éstos reciben.