Estados Unidos

¿Trump o Biden? Iowa marca el inicio del duelo definitivo

Las encuestas dan una victoria clara al expresidente en Iowa, donde será más decisivo saber quién logra el segundo puesto

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La cepa de un árbol pintada con una imagen a favor de Donald Trump en Des Moines, Iowa, en EEUU, el 11 de enero.

BarcelonaA la gente de Iowa les gustan los candidatos que pisan el territorio y se acercan a hablar con la gente de a pie. Desde 1972, este estado abre la carrera hacia la presidencia de Estados Unidos y arrastra hasta allí a todos los aspirantes a la Casa Blanca, que entran en los pequeños cafés de pueblo o se sientan con alguna familia en la sala de estar para pedir su voto. No es el estilo de Donald Trump, a quien le gustan los baños de masas. Pero sus grandes mítines multitudinarios han logrado también convencer a los habitantes de este estado, que, según las encuestas, romperán la tradición de recompensar al candidato que más manos ha dado, y optarán por Donald Trump en los caucus republicanos.

Con el 92% de población blanca, agrícola (soja y etanol) y mayoritariamente conservadora, es un estado poco representativo del conjunto del país, y en las últimas contiendas republicanas ha elegido siempre el caballo perdedor (excepto en 2020, donde Trump no tenía competencia real). Pero, al igual que ocurre con New Hampshire –el segundo estado en votar–, el simple hecho de ser los primeros hace que los nombres que salgan condicionen en cierto modo el resto de la carrera.

En 2016 los caucus republicanos en este estado rural y conservador dieron calabazas a Trump y ganó Ted Cruz, pero esta vez el expresidente llega a Iowa con la victoria casi segura. Hay seis nombres en la papeleta, pero las encuestas le dan más del 51% de votos, muy lejos del 17% y el 15% de Nikki Haley y Ron DeSantis. Lo interesante, pues, será saber quién de estos otros dos queda segundo, ya que esto le dará más opciones de ser una verdadera alternativa a Trump. "El aparato del Partido Republicano tradicional es anti-Trump, pero Trump tiene tanto poder y tanta gente que le debe el lugar donde no pueden hacer nada", dice Antonio Gurpegui, del Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá. Todo ello, además de la fuerza que le da "la fidelidad a sus votantes: una encuesta preguntó a su base a quién creían más, si a su pastor, a los miembros de su familia oa Trump, y el 80% dijo que en Trump", destaca Gurpegui.

Son muchos los votantes republicanos que creen que los procesos judiciales abiertos contra el expresidente son una persecución política, como él denuncia. Más aún, el 70% de los votantes republicanos cree que hubo fraude electoral en el 2020, según una encuesta de la CNN.

Conseguir a los delegados lo antes posible

Trump quiere una victoria simbólica en Iowa y New Hampshire que le catapulte hacia la nominación republicana. Trump está utilizando el banquillo de los acusados como púlpito para lanzar sus mensajes de campaña. Pero también se ha esforzado en asegurarse tan rápido como ha podido los 1.215 delegados que necesita para conseguir la nominación. Y lo ha hecho utilizando su influencia sobre algunos de los responsables electorales del partido en distintos estados. En Nevada, por ejemplo, el jefe estatal del Partido Republicano, Michael McDonald, vetó la participación en las primarias de los SuperPacs (comités de acción política que mueven mucho dinero), un movimiento que ha perjudicado mucho a DeSantis, y lo hizo poco después de participar en una comida en Mar-A-Lago. Pero uno de los cambios más significativos es el de California, que por primera vez en las primarias del 2024 no repartirá a los delegados proporcionalmente entre los candidatos, sino que quien obtenga la mayoría de los votos se los llevará todos.

"Como expresidente, Trump tiene ahora un poder y una influencia sobre el partido que no tenía en el 2016 y lo está utilizando para modificar las reglas del juego a su favor. Pero esto es algo que haría cualquier buen candidato si tuviera la capacidad de hacerla, ya Trump sólo le servirá para conseguir a los delegados antes; los habría conseguido igualmente, pero más tarde", dice por teléfono desde Washington John Fortier, del think tank American Enterprise Institute.

Fortier pone en duda que el motivo oculto de los cambios sea asegurarse la candidatura antes de que le llegue una condena judicial. "Es cierto que en ese caso tendría el argumento moral de decir que se está intentando condenar al candidato ya elegido", admite Fortier, pero cree que lo habría hecho igualmente.

El analista tampoco cree que una condena en plena campaña pueda cambiar las perspectivas electorales de Trump, si no lo han logrado las imputaciones. "Las encuestas que dicen que la gente cambiará de opinión sobre él si hay una condena firme no me las acabo de creer", dice. Tampoco hay tiempo para que haya una sentencia firme antes del 5 de noviembre, a lo sumo sería una condena con posibilidad de apelación.

Las decisiones de Colorado y Maine de vetar la candidatura de Trump "parece claro que serán anuladas por el Tribunal Supremo", dice Gurpegui. Un Supremo que también deberá dirimir probablemente la petición de inmunidad de Trump, que quiere que se desestime el juicio por su papel en el asalto al Capitolio. El alto tribunal, de mayoría conservadora y tres magistrados nombrados por Trump, podría resolver el primer caso en favor de Trump y el segundo en contra, para mantener su imagen de imparcialidad. En cualquier caso será una campaña marcada por los tribunales.

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