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El ataque de Trump a Zelenski hace reavivar el sentimiento de unidad nacional en Ucrania

El abucheo a la Casa Blanca se interpreta como una humillación en todo el país y las críticas al presidente ucraniano quedan en segundo plano

Volodímir Zelenski y Donald Trump en la Casa Blanca.
Olha Kosova
01/03/2025
5 min
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KiivParecía que toda Ucrania contenía la respiración mientras Volodímir Zelenski y Donald Trump se reunían ante la prensa, viernes, en la Casa Blanca. Millones de miradas estaban fijadas en las pantallas de televisión y YouTube, siguiendo cada gesto, cada palabra. El documento sobre los recursos minerales -fruto de semanas de negociaciones y motivo del encuentro en el Despacho Oval- no era un acuerdo definitivo, sino un marco preliminar que debía dar paso a una negociación más detallada. En Kiiv, la firma del memorando se interpretaba como una oportunidad para reforzar la relación con Estados Unidos antes del inminente cara a cara con Vladimir Putin.

Pero lo que debía ser un acto diplomático cuidadosamente calculado se convirtió en un choque frontal. La disputa entre Trump y JD Vance y Zelenski provocó una reacción inmediata. La expresión de la embajadora ucraniana en Washington, Oksana Markarova, lo decía todo. El diagnóstico fue unánime: "Es un desastre". Un veredicto que resonó por igual en los despachos de Bruselas y en los salones de Kiiv. El olvido repentino de Trump sobre la "dictadura" de Zelenski había dado pie a un prudente optimismo. Un espejismo que se desvaneció en cuestión de minutos bajo el foco de las cámaras.

Nadie —ni analistas, ni periodistas, ni ciudadanos— podía anticipar el alcance de lo ocurrido. Tras el impacto inicial, llegaron los intentos de reinterpretación. En Ucrania, la fatiga de la guerra había avivado el descontento con el gobierno: la centralización de la información y las crecientes dificultades para la movilización militar eran temas cada vez más presentes en el debate público. Medios internacionales ya habían recogido algunas de estas críticas, y la maquinaria propagandística rusa las había amplificado y usado a su favor. Un análisis de los canales de Telegram realizado por el medio ucraniano especializado en periodismo de datos Texty reveló hasta qué punto estos asuntos estaban siendo explotados por la narrativa del Kremlin. La administración Trump tampoco dudó en incorporarlos al discurso.

Refuerzo de la figura del presidente

Pero lo que empezó como un ataque político contra Zelenski acabó reforzando su posición interna. Tras las primeras acusaciones de "deriva autoritaria", incluso figuras de la oposición, como el expresidente Petró Poroshenko, rechazaron la posibilidad de celebrar elecciones en un país en guerra. El episodio en la Casa Blanca, lejos de debilitar a Zelenski, lo ha consolidado. De repente, sus críticos han quedado en segundo plano, desplazados por un sentimiento de unidad nacional. "No voté a Zelenski, pero…", se ha convertido en la frase más repetida en las redes y en las calles por parte de la oposición. Y después del "pero", una misma idea: la dignidad del país. La actitud altiva y despectiva de Trump no se ha visto sólo como un frente al presidente, sino como una humillación en toda Ucrania, en sus tres años de resistencia y en los enormes sacrificios de la guerra.

"No quería decir nada, pero sé que algunos de mis amigos estadounidenses votaron por ese payaso naranja y su amiguito, el amante de los sofás. Espero que estén satisfechos viendo cómo tratan a nuestro presidente y nuestro país sólo porque no quisimos morir en silencio. Todo para que los quisiéramos morir en silencio. saqueadores y los genocidas que nos invadieron en el 2014", escribía Darina Koryagina, doctoranda en historia en la Universidad Centroeuropea. Mientras Trump ridiculizaba a Zelenski, drones Shahed volaban por el cielo en dirección a su ciudad natal, Járkov.

"Trump y Vance intentaron arrinconar a Zelenski. Fue un chantaje chapucero a plena luz del día, frente a las cámaras. Lo único que podía hacer para evitar la humillación era exactamente lo que hizo", afirmaba Nina Kuryata, ex editora de BBC Ucrania. En el mismo comentario, advertía que cualquier acuerdo sin garantías de seguridad suponía, en la práctica, la certeza de una guerra prolongada.

Mensajes optimistas

Tras la primera ola de indignación y pesimismo, han empezado a aparecer voces más optimistas. En las redes sociales y en foros de debate, los llamamientos a "mantener la formación" y "no desmoralizarse" se han hecho recurrentes. "Nos daban tres días de resistencia, y seguimos de pie. Aguantaremos lo que sea necesario. Solo nos quedan cuatro años más hasta que acabe el mandato de Trump", dice un militar en la línea del frente.

"No es una catástrofe", asegura al ARA Volodímir Dubovik, investigador senior en el Center for European Policy Analysis. "Si la reunión hubiera transcurrido de otra forma, quizá se hubiera firmado un acuerdo, pero era un pacto que sólo beneficiaba a Trump", sostiene. A su juicio, el presidente estadounidense intentó transmitir el mensaje de que Ucrania es un problema menor y que todo se podía resolver directamente con Rusia. "Fue un intento de presión desde ambos frentes. Por un lado, las bombas rusas; por otro, la Casa Blanca. Pero Zelenski, que representa los intereses del pueblo ucraniano, no cedió", explica Dubovik.

También se mantiene optimista Sergey Sidorenko, director deEuropeiska Pravda, diario ucraniano, que destaca que desde Washington también llegan señales positivas. En la columna rechaza la idea de que la escena estuviera completamente orquestada y sostiene que se trató más bien de un enfrentamiento verbal que salió de madre. Pese a la retórica de Trump, la Casa Blanca no ha cerrado por completo la puerta a Ucrania.

La única esperanza, Europa

Algunas voces en Kiiv insisten en que la clave sigue estando en la opinión pública estadounidense, que en las democracias pesa más que los discursos políticos. Sin embargo, Dubovik se muestra escéptico. A su juicio, Trump tiene el aparato estatal del poder y una capacidad de presión dentro del país. La única esperanza para Ucrania sigue siendo Europa. "Europa ya no podrá convencer a Trump con los discursos. Por eso, la única manera de hacerles cambiar de opinión es garantizar que el apoyo financiero y militar de Europa a Kiiv no se detenga", señala.

La gran pregunta en Ucrania sigue siendo: "¿Y ahora qué?" Pero la respuesta más frecuente es un lacónico "no lo sabemos". ¿Podrá Zelenski ganar esta partida, en la que niega que esté jugando, aumentando las apuestas?

Mientras en Moscú inician una botella de champán, en Kiiv los mandos militares piensan en un "plan B". La mayoría de ucranianos han aprendido ya a no confiar ciegamente en sus aliados, pero sí en los soldados. Las fuerzas armadas son más que nunca el verdadero escudo de Kiiv y Europa. La conversación en las trincheras no gira en torno a acuerdos diplomáticos ni de gestos simbólicos, sino de soluciones concretas: la posibilidad de desarrollar alternativas al sistema Starlink o el incremento en la producción de drones. En la guerra, que sigue su curso, Ucrania sabe que sólo puede contar consigo misma.

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