Georgia estalla contra una ley de inspiración rusa
El Parlamento georgiano aprueba en segunda lectura la "ley de agentes extranjeros" y las manifestaciones callejeras se intensifican
BarcelonaEl Parlamento georgiano, controlado por el partido populista Somni Georgià, ha aprobado este miércoles en segunda lectura la controvertida "ley de agentes extranjeros", duramente criticada por la oposición del país y por la Unión Europea por sus similitudes con una normativa que Rusia utiliza para controlar cualquier forma de disidencia.
La norma, conocida oficialmente como "ley de transparencia de la influencia extranjera", ha recibido el apoyo de 83 diputados. Solo 23 parlamentarios han votado en contra. La tercera votación de la ley, y definitiva, está programada para mediados de mayo, según informaron hoy las autoridades georgianas, decididas a salir adelante con el fin de conseguir "una estabilidad duradera" en el país. "Pronto aprobaremos esta ley y crearemos [condiciones para una] estabilidad a largo plazo en Georgia. Al evitar procesos revolucionarios, aceleraremos la integración europea de Georgia", ha dicho el primer ministro, Irakli Kobakhidze.
Pero una parte importante de la población georgiana está en contra. Y así lo están haciendo saber. En la calle, las protestas –cada vez más multitudinarias– se repiten desde hace casi tres semanas. La jornada más intensa se vivió este martes, en el que las manifestaciones terminaron en Tiflis, la capital, con enfrentamientos con la policía, decenas de heridos y la detención de al menos 63 personas. Este miércoles la población ha salido de nuevo a la calle y se espera una noche caliente. En las manifestaciones abundan las banderas de la Unión Europea, y algunos de los asistentes han quemado banderas rusas.
Los opositores denuncian que la ley promovida por el gobierno ataca directamente a la democracia del país, y le acerca peligrosamente a Moscú. Según el texto, toda organización que reciba más del 20% de su financiación del exterior deberá inscribirse en un registro como “agente de los intereses de una potencia extranjera” y el ministerio de Justicia georgiano lo llevará a cabo inspecciones cada seis meses, lo que, según los críticos, podría forzar la entrega de documentos, comunicaciones internas y confidenciales. Esto sería un duro golpe para numerosos proyectos que están en marcha actualmente en el país: desde programas sobre desarrollo agrícola hasta programas para mujeres, financiados con dinero de la UE o de Estados Unidos.
Pero, sobre todo, se ve como un ataque directo a las organizaciones políticas y de derechos humanos que fiscalizan el poder y que, como la oposición está dividida y debilitada, se han convertido en el principal obstáculo de un partido que, en poco a poco ha ido tomando el control de buena parte de las instituciones del estado.
La Unión Europea ha pedido este miércoles a Georgia que respete el derecho de reunión pacífica y no utilice la fuerza contra los manifestantes. El alto representante de política exterior de la UE, Josep Borrell, ha escrito en su perfil de X: “Georgia es un país candidato a la UE, pido a sus autoridades que garanticen el derecho de reunión pacífica. El uso de la fuerza para reprimirlo es inaceptable”. De hecho, uno de los heridos en las manifestaciones del martes era un líder de la oposición georgiana, que tuvo que ser hospitalizado con la nariz rota y con contusiones por todo el cuerpo.