Crisis en Reino Unido

Liz Truss abandona después de un liderazgo tan corto como catastrófico

La 'premier' británica, forzada a salir de Downing Street 45 días después de llegar al cargo

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Liz Truss, anunciando su dimisión ante el 10 de Downing St.

LondresCuarenta y cinco días y dimite. Es lo que ha resistido en el 10 de Downing Street Liz Truss como primera ministra británica sustituta de Boris Johnson, según acaba de anunciar este jueves en una comparecencia delante de la residencia del gobierno. La mujer que se vestía como Margaret Thatcher y que había llegado para revolucionar el país y darle la vuelta como un calcetín, para acabar con un periodo de estancamiento de la economía y para avivar el "crecimiento, crecimiento y crecimiento", como aseguró en el congreso del partido celebrado a principios de octubre, ha tirado la toalla 24 horas después de decir en el Parlamento que es "una luchadora" y que "no abandona". Pero Truss ha dimitido porque se ha dado cuenta de que no puede "cumplir el mandato" para el que fue elegida.

En una comparecencia tan breve como casi su mandato, Truss ha insinuado que la "gran inestabilidad económica e internacional" y la "guerra ilegal de Putin en Ucrania" han contribuido a su caída. Pero nada más lejos de la verdad. Lo que la ha hecho caer han sido cuarenta y cinco días de caos y desgobierno, en los que Truss ha puesto la economía británica cabeza abajo con sus experimentos, que han tenido el efecto de aumentar las cuotas de las hipotecas para millones de británicos, que han hecho caer el valor de la libra y que han disparado los intereses de los bonos del Tesoro.

La todavía premier, que estará al cargo hasta que tenga un sustituto o sustituta, ve cómo su sueño de una "economía de bajos impuestos y de un alto crecimiento, que aprovecharía las libertades del Brexit", se ha ido a pique. Entre otras razones porque el Brexit, todo lo contrario, el que ha hecho ha sido encorsetar la economía británica y empobrecer a la sociedad. Datos oficiales del gobierno, de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, han calculado en un 4% menos de PIB el efecto de la salida de la Unión Europea. Hasta ahora, sin embargo, la pandemia y la guerra de Ucrania han servido para esconder esta verdad.

El año 2022 será recordado en la historia política británica como el de los tres primeros ministros: Boris Johnson y Liz Truss hasta ahora, más el próximo, siempre que llegue antes del 31 de diciembre. Lo que es seguro es que también será recordado como el año en el que el esperpento político que empezó en 2016, con el referéndum del Brexit, ha saltado por los aires, si bien todavía los brexiters, y la derecha del Partido Conservador, intentan mantener viva la fantasía, como ha recordado en su breve mensaje de despedida Truss, que en 2016 era una ferviente partidaria de seguir en la Unión Europea.

Los acontecimientos se han precipitado de manera vertiginosa desde la semana pasada, cuando el viernes Truss, humillada por los mercados y por la realidad, se deshizo de su ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, que el 23 de septiembre presentó un minipresupuesto, catalogado entonces por los defensores de Truss como el primero verdaderamente tory. Bajaba impuestos –a los más ricos– y endeudaba al país. Y los mercados reaccionaron de una manera brutal, hasta el punto de que el Banco de Inglaterra tuvo que intervenir para evitar que se evaporaran 1,5 billones de libras del fondo de pensiones del país.

Durante la campaña por la sustitución de Johnson, el rival de Truss, Rishi Sunak, exministro de Economía, advirtió de los riesgos de una política económica que, persiguiendo el sueño de los brexiters más radicales, pretendía acabar creando un territorio económico con una regulación mínima y un nivel impositivo también mínimo.

Momentos antes de que Truss anunciara su renuncia se ha reunido con sir Graham Brady, el presidente del Comité del 1922, que reúne a los diputados de segunda fila del Partido Conservador, y que acostumbra a ser el termómetro con el que se mide la temperatura de los tories. En las próximas horas, Brady anunciará cómo tendrá lugar el proceso de relevo. De momento las reglas indican que los dos candidatos que obtengan más apoyo del grupo parlamentario tendrían que concurrir a primarias entre las bases conservadoras.

Pero esta es una posibilidad que todos los pesos pesados del partido querrían evitar y, en principio, dentro de una semana, el 28 de octubre, tendría que haber un nuevo o una nueva premier. Lo ideal para el partido –y posiblemente para el país– sería que el 31 de octubre hubiera podido discutir y valorar con el ministro de Economía que sustituyó a Kwarteng, Jeremy Hunt, el presupuesto que tiene que presentar para intentar paliar el desastre causado por Truss.

La reunión final entre Brady y Truss se ha producido cuando el número de diputados conservadores que pedían públicamente la dimisión de la primera ministra llegaba ya a los 15, considerando todos la posición de la premier "insostenible", como efectivamente lo era.

El parlamentario Crispin Blunt había asegurado que el cambio era necesario: "Francamente, tiene que ser hoy, para parar este caos". Por su parte, la diputada Sheryll Murray ha anunciado que había mandado una carta a Brady comunicándole que había perdido la confianza en la jefa de gobierno.

Keir Starmer, líder laborista, ha comparecido inmediatamente después del anuncio de Truss para exigir la convocatoria de elecciones generales, una posibilidad que, hoy por hoy, parece remota.

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