OTAN

Mark Rutte ya lo tiene en el saco y (medio) atado para liderar la OTAN

El primer ministro neerlandés en funciones está respaldado por la gran mayoría de socios de la Alianza en plena guerra de Ucrania y ante un potencial retorno de Trump

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Imagen de archivo del primer ministro neerlandés en funciones, Mark Rutte, en un Consejo Europeo.

BruselasLos candidatos para ser secretario general de la OTAN no deben presentarse de forma oficial ni cumplir con ningún requisito en concreto, al menos de forma formal. Tampoco está estipulado exactamente cuáles son las funciones del cargo. Ahora bien, aglutinar todas las aptitudes para convertirse en el dirigente de la principal unión militar del mundo no es fácil, y más en plena guerra de Ucrania y ante un potencial retorno de Donald Trump. Aparte de contar el apadrinamiento de Estados Unidos, que controla la entidad, debe tenerse el visto bueno de todos los aliados y, por tanto, ser capaz de capear las diferentes sensibilidades —a menudo dispares— de los socios.

De hecho, hace tiempo que los aliados buscan sin éxito un sustituto al actual secretario general, Jens Stoltenberg, que lleva diez años al frente de la Alianza y ha tenido que prorrogar hasta tres veces su mandato por la falta de candidatos de consenso. Ahora, después de que hayan ido pasando diferentes nombres por las quinielas, como el de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, o el del gobierno español, Pedro Sánchez, existe un perfil que se ha erigido con fuerza y que ya lo tiene casi ligado para convertirse en el nuevo líder de la Alianza Atlántica: el primer ministro más longevo de los Países Bajos, el liberal Mark Rutte.

La elección del secretario general de la OTAN, que se decide por consenso y no por votación, cuenta ya con el apoyo más o menos explícito de casi todos los socios, según fuentes de la Alianza Atlántica. Los únicos estados que en estos momentos rechazan más abiertamente Rutte son Turquía y Hungría, que suelen nadar a contracorriente del resto de miembros ya pedir contrapartidas a cambio de levantar su veto a decisiones que cuentan con grandes mayorías.

Para evitar que el nombramiento acabe siendo una moneda de cambio con Ankara y Budapest, que son las dos capitales más cercanas al régimen de Vladimir Putin, los aliados quieren cerrarlo lo antes posible. Si es posible, durante esta primavera. Y, así, llegar al encuentro del 75 aniversario con un sucesor claro sobre la mesa y no tener que volver a ceder ante los chantajes del autoritario turco Recep Tayyip Erdoğan o el ultraderechista húngaro Viktor Orbán.

Los Países Bajos, un socio "moroso"

Países Bajos no son una de las principales potencias militares de la Alianza Atlántica y, de hecho, sólo se gasta en defensa un 1,65% de su producto interior bruto (PIB). Es decir, no llega al mínimo establecido por la OTAN y, por Trump, es uno de los estados "morosos" a los que ha amenazado con dejarlos en la estacada en caso de ser atacados e, incluso, ha invitado Puten a invadir.

Sin embargo, los Países Bajos siempre han jugado un papel muy influyente en la OTAN, así como en la Unión Europea, y Rutte no sería el primer neerlandés en dirigirla. De hecho, el secretario general más longevo ha sido el político neerlandés Joseph Luns (1971 a 1984), y también lo han liderado Dirk Stikker (1961-1963) y Jaap de Hopp Scheffer (2004-2009).

Además, los atlánticos prefieren como secretario general una personalidad que haya ostentado antes cargos como el de jefe de estado o de gobierno, o hayan dirigido alguna institución supranacional, y no sólo, por ejemplo, el de ministro. Por este motivo, y por sus estirabots, se han descartado nombres como el ex secretario estado de Defensa británico, Ben Wallace, que ha sido de los pocos que hizo pública su candidatura.

Y, lo más importante, los aliados no quieren a ningún secretario general que vaya más allá en el lenguaje belicista contra Rusia y evite una escalada de tensión innecesaria con Moscú. Por eso también han fracasado las aspiraciones de dirigentes de los países bálticos, que son los más beligerantes contra el imperialismo de Putin y siempre presionan para que la OTAN eleve el tono con el Kremlin. Uno de los nombres que habían sonado era, por ejemplo, el del actual ministro de exteriores de Estonia y ex primer ministro, Krišjānis Kariņš, o la actual primera ministra estonia, Kaja Kallas, que está en búsqueda y captura por Rusia.

En este sentido, se quiere un líder similar a Stoltenberg, que controla a la perfección el lenguaje diplomático militar y nunca se sale de tono ni dice nada fuera del guión acordado entre los aliados, lo que les genera una confianza y tranquilo totalidad absoluta. Y, el único nombre que los socios creen que puede seguir las huellas del dirigente noruego es Rutte, que ya lo tiene en el saco y (medio) atado para ser el nuevo secretario general de la unión militar de Occidente en medio de la invasión rusa y las amenazas de Trump.

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