Partisanos en Crimea: una red clandestina para sabotear al ejército ruso
Los ataques en las bases rusas requieren apoyo local, según los analistas
BarcelonaPara parar la invasión rusa, Ucrania no cuenta solo con su ejército y las armas que le abastecen Estados Unidos y los países europeos. También ha erigido una red clandestina de agentes e informadores, que recupera la tradición de los partisanos de la II Guerra Mundial, desplegados en los territorios que han caído bajo la ocupación de Moscú. Recogen información sobre los movimientos de tropas enemigas, señalan objetivos, hacen acciones de sabotaje a los trenes que transportan material militar, atacan a los que consideran "colaboradores" o cuelgan en las calles y casas propaganda proucraniana. En las últimas semanas, ahora que Kiev prepara una ofensiva sobre los territorios ocupados en el sur para recuperar la ciudad de Jersón, la primera gran población que cayó en manos del ejército ruso, las acciones de esta guerrilla han ganado protagonismo.
El martes Moscú reconoció que la explosión de un depósito de armas en el norte de Crimea había sido un "sabotaje" y ayer responsabilizó a una misteriosa célula islamista que actuaría en connivencia con Kiev. Pero el ataque llegaba solo una semana después de una gran explosión en otra base militar rusa en Crimea. "Fuera con misiles o con fuerzas especiales infiltradas detrás de las líneas enemigas, lo que cuenta es que el ejército ucraniano ha encontrado la forma de atacar las bases militares rusas en Crimea", explica al ARA Mikhailo Samus, director de New Geopolitics Research Network. Y en estas operaciones secretas siempre es necesario apoyo local: "Ni tan solo fuerzas especiales pueden hacer este tipo de acciones en un territorio totalmente hostil", añade.
Un ejército de informadores
Y.O. es un activista de Crimea que ahora vive al nordeste de Ucrania y pide no ser identificado por miedo a represalias contra su familia. Relata: "En Crimea hay mucha gente proucraniana, que desde el principio de la ocupación [Moscú se anexionó a la península en 2014] hemos estado dando información a las fuerzas armadas ucranianas". Dice que se enteró de que habían llevado armamento nuclear y localizó las nuevas líneas ferroviarias que habían construido para transportar munición. "Incluso hay gente que se sumó al ejército ruso y pasa información desde dentro. Tanto civiles como militares, que hemos continuado leales a nuestro país y que contribuimos a revelar los planes de los invasores: hay una gran red de informadores desplegada en toda Crimea, coordinada con las fuerzas especiales ucranianas", añade.
Asegura que a diferencia de localidades recientemente ocupadas por Rusia, como Jersón o Melitópol, donde los partisanos protagonizan también acciones armadas contra colaboracionistas o soldados rusos, en el caso de Crimea "el movimiento partisano solo puede recoger información, porque hay una fuerte vigilancia del FSB", el Servicio Federal de Seguridad ruso, el heredero de la KGB. En las últimas semanas, Kiev ha lanzado en Crimea una campaña en las redes para reclutar a voluntarios del lazo amarillo (que también es el símbolo de la resistencia ucraniana), gente dispuesta a colgar panfletos y carteles proucranianos.
El activista está convencido de que veremos "más explosiones en las bases y rutas de abastecimiento rusos" en Crimea, ahora que Kiev se prepara para la ofensiva en el frente del sur, donde las tropas del Kremlin se alcanzan de las bases de la península. Cortar estas vías de abastecimiento será clave para los planes ucranianos de recuperar Jersón y Melitópol. Tampoco le sorprende que Moscú blande el fantasma del yihadismo : "Los rusos torturan a la población local, especialmente a los tátaros de Crimea [una minoría musulmana originaria de la península que tiene una historia de persecuciones y deportaciones masivas] para doblar su resistencia: tienen miedo de los tátaros porque les recuerdan a las tácticas de los afganos".