Reino Unido

Rishi Sunak forma un ejecutivo 'brexiter', antiinmigración y fiscalmente responsable

El multimillonario promete un "nuevo comienzo" pero el álbum de cromos del gobierno es todo repetido

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El nuevo primer ministro británico, Rishi Sunak, pronuncia un discurso ante el número 10 de Downing Street, en Londres

LondresDespués de recibir a media mañana de este martes el encargo del rey Carlos III de formar gobierno, desde el 10 de Downing Street el nuevo primer ministro del Reino Unido, el multimillonario Rishi Sunak, se ha dirigido a los británicos por primera vez oficialmente como premier. Y las noticias que les ha dado no han sido nada buenas. “Nuestro país se enfrenta a una profunda crisis económica”, ha advertido.

Por eso, su primera labor será la estabilización de la economía, un objetivo que estará “en el centro de la agenda de este gobierno”. Y para hacerlo, habrá que tomar “decisiones difíciles”, ha admitido. Horas después ha empezado a dar forma a un gobierno escorado a la derecha, o muy a la derecha, con algunas decisiones potencialmente conflictivas.

En su discurso implícitamente ha dicho que el dinero no lloverá del cielo, como cuando durante la pandemia el estado protegió el 80% de los ingresos de más de 8 millones de personas con pagos directos del Tesoro. “Siempre hay límites. Pero también ahora más que nunca os lo prometo: aplicaré esta misma compasión a los retos a los que nos enfrentamos hoy”.

El covid y la “bárbara” guerra que Vladímir Putin ha llevado a Ucrania han desestabilizado el mundo, pero el gobierno saliente de Liz Truss, que presentó la dimisión el pasado viernes, agravó especialmente la situación económica del país. Sunak no ha ahorrado las críticas. “Quiero rendir homenaje a mi predecesora, Liz Truss. No se equivocaba en querer mejorar el crecimiento de este país. Es un objetivo noble. Y admiraba su inquietud para crear cambios. Pero se cometieron algunos errores no nacidos de la mala voluntad, ni de las malas intenciones. Todo lo contrario, pero errores, al fin y al cabo. Y he sido escogido como líder de mi partido y vuestro primer ministro, en parte, para arreglarlos. Y este trabajo empieza inmediatamente”. Sunak se ha identificado, pues, a sí mismo como la solución a todos los males del país, como si el Partido Conservador hubiera estado hasta ahora en la oposición –lleva más de doce años en el gobierno– y no hubiera tenido ningún tipo de responsabilidad en las muchas crisis que se han sobrepuesto.

En lo que también ha sido una crítica al periodo de Boris Johnson como premier, el nuevo líder conservador –multado por saltarse las reglas del covid mientras era ministro de Economía– aseguró: “Este gobierno tendrá integridad, profesionalidad y responsabilidad a todos los niveles. La confianza se gana y yo me ganaré la vuestra”. 

El rey Carlos III saluda a Rishi Sunak, al que ha pedido este miércoles por la mañana que forme su nuevo gobierno.

Un gobierno conocido

A media tarde, el nuevo gobierno ha empezado a tomar forma. Y hay muchas caras conocidas, tanto de la época de Boris Johnson como de las seis semanas de Liz Truss. Se esperaba que Sunak, por ejemplo, mantuviera en el cargo al ministro de Economía, Jeremy Hunt, que en principio el día 31 tiene que presentar en el Parlamento el paquete de “decisiones difíciles” que tendrían que estabilizar la economía. En este punto, no ha decepcionado. El ministro de Exteriores de Truss, James Claverly, también ha conservado el cargo, a pesar de que apoyó a Johnson en la última carrera por el liderazgo tory. Y el propio número 2 de Boris Johnson, Dominic Raab, también ministro de Justicia, vuelve al gobierno ocupando las mismas dos plazas. Raab, sin embargo, hizo campaña en verano por Sunak. Igualmente vuelve Michael Gove, que fue ministro con Johnson y también con David Cameron.

Pero lo más sorpresivo ha sido el nombramiento de Suella Braverman, ministra de Interior con Truss y una de las más destacadas miembros de la extrema derecha del partido, que con su dimisión forzada, con la explosiva carta que presentó y con el caos posterior generado, precipitó la caída de la primera ministra la pasada semana.

Oficialmente, Braverman fue obligada a dimitir por haber enviado desde su correo electrónico personal documentos oficiales. Pero la prensa británica ha informado mucho de las desavenencias entre la ministra y la ya ex premier debido a la presión del responsable del Tesoro para relajar las normas de inmigración.

Todavía se entiende menos el nombramiento cuando recientemente, durante su primer periodo en el cargo, Braverman hizo unas declaraciones muy desafortunadas sobre los inmigrantes de la India. “Mirad la inmigración en este país: el grupo más grande de personas que se quedan más tiempo después de que les caduque el visado son los inmigrantes indios”. 

Rishi Sunak, nuevo primer ministro británico, este martes por la mañana, camino del número 10 de Downing Street, se cruza con el gato Larry, ocupante mucho más estable de la residencia oficial que los últimos 'premiers'.

The Times informó en su momento de que los comentarios de la ministra provocaron una reacción furiosa entre los cargos del gobierno de Delhi, que discute actualmente un tratado de libre comercio con Londres. El nombramiento, además, es poco menos que una bofetada en la cara a todos los titulares de la prensa india de este martes, que en términos generales recogían como un muy simbólico triunfo nacional el hecho de que un británico con raíces en el país llegara a Downing Street en el mismo año del 75º aniversario de la independencia. "El imperio contraataca", se podía leer en The Times of India.

Braverman, por otro lado, considera que el colonialismo británico no causó ningún perjuicio en los territorios colonizados y también es partidaria de la expulsión a Ruanda de los migrantes que lleguen a través del canal de la Mancha, como lo es el propio Sunak, y como lo era Johnson. 

Con solo tres mujeres de momento en el gobierno, a falta de algunos nombramientos menores, Sunak ha querido hacer todo tipo de equilibrios para contentar con su gobierno a las muchas facciones del partido, ha incorporado caras viejas y alguna nueva, e incluso ha recuperado ministros que se arrastran por los alrededores de Downing Street desde hace una década. 

En su discurso a los diputados tories el lunes, horas después de que fuera nombrado nuevo líder conservador, Sunak les dijo que tenían que “unirse o morir”. Pero contentando a todo el mundo y rodeándose de los grandes y viejos nombres del partido, de las vacas sagradas, se aleja muchísimo del “nuevo comienzo” prometido. El gabinete representa más de lo mismo y la integridad no parece tan sellada cuando una ministra que cometió una falta grave, por la que fue obligada a dimitir, puede volver solo ocho días después al mismo despacho. Quizás hay una explicación: Suella Braverman apoyó a Sunak el domingo en un artículo en el Daily Telegraph. Y situándola a su lado se garantiza, también, al menos de momento, el apoyo de la extrema derecha del partido.

Cita de los clásicos

Antes de la irrupción de Sunak en Downing Street, y después de reunir por última vez a su gobierno, Truss ha hecho un breve discurso, en una especie de ceremonia de la consagración del fracaso, que empieza a ser muy habitual en la política británica. Truss ha expuesto un legado teórico ante la imposibilidad de mencionar una verdadera obra de gobierno. Así, ha insistido en la misma idea que expuso el pasado jueves, en el momento de anunciar su dimisión: "En poco tiempo, este gobierno ha actuado de manera urgente y decidida junto a las familias y las empresas, invirtiendo el aumento del impuesto de la seguridad social; y hemos ayudado a millones de hogares con las facturas de energía y hemos ayudado a miles de empresas a evitar la quiebra". No ha dicho nada, sin embargo, del hecho de que su acción económica ha resultado catastrófica para millones de familias.

El adiós de Truss supone el fracaso de toda una vida, porque a lo largo de su trayectoria política desde que entró en el Parlamento (2010) creía que había otra manera de dirigir la economía. La teoría no ha resistido el choque con la realidad. Y, aún así, en sus palabras finales, citando a Séneca, la ya ex primera ministra ha afirmado: "No es porque las cosas sean difíciles que no nos atrevemos a hacerlas. Es porque no nos atrevemos a hacerlas que son difíciles. Simplemente, no nos podemos permitir el lujo de ser un país de bajo crecimiento donde el gobierno ocupa una parte creciente de nuestra riqueza nacional y donde hay grandes diferencias entre diferentes partes de nuestro país".

Como hizo Boris Johnson, en su caso para insinuar un regreso, Truss también ha citado un clásico a la hora del autoepitafio. A ella, sin embargo, a diferencia de Johnson, no se le conocía, antes de hoy, ningún gusto por los clásicos.

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