El sur de Europa no busca venganza en la crisis del gas
Opta por la solidaridad con el norte ante la amenaza de un corte de suministro de Rusia
Bruselas“A diferencia de otros países, los españoles no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades desde un punto de vista energético”. Con estas palabras, la ministra española para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, evocaba el martes la terminología utilizada por Bruselas y los países del norte de Europa durante la crisis financiera de 2008, cuando acusaron reiteradamente a los países mediterráneos de haber estirado más el brazo que la manga. Esta vez, sin embargo, es el norte el que se presenta más vulnerable, ante la amenaza de un corte de suministro de gas por parte de la Rusia de Vladímir Putin.
La Comisión Europea ha pedido un esfuerzo conjunto. La idea inicial de que todos los Estados miembros tuvieran que reducir el consumo de gas en un 15% de manera obligatoria el próximo invierno topó con el rechazo de los países del sur, que obligaron a Bruselas a bajar el listón y marcar esta cifra como un objetivo voluntario.
Si bien la dependencia del gas ruso supera el 50% del consumo total en catorce países europeos, en Finlandia y Letonia representa el 90%; en Estonia, Eslovaquia y Bulgaria, más del 70%, y en Alemania y Austria, alrededor del 55%, según datos de la Agencia Europea para la Cooperación de Reguladores de Energía (ACER). Hay grandes diferencias de consumo y producción entre los Estados miembros. España y Portugal, por ejemplo, están entre los países de la UE que consumen menos gas y producen más energías renovables, y entre los que tienen una baja dependencia directa de los hidrocarburos rusos. Algunos han querido ver esta situación como una oportunidad para reprochar a los países del norte las políticas de austeridad y las lecciones impuestas al sur durante la crisis de 2008. Aun así, los países mediterráneos no buscan venganza. Y, de hecho, tampoco les conviene.
Mercado único
“La diferencia principal entre las crisis anteriores, también la gran crisis financiera de 2008, y la actual es que la UE ha aprendido que trabajar de manera conjunta es la mejor manera de afrontar los retos”, afirma Giovanni Sgaravatti, economista y analista del think tank Bruegel. “Discrepo de esta perspectiva según la cual los países tienen diferentes grados de dependencia del gas ruso. El mercado interior único ha aumentado enormemente los volúmenes comerciales entre los Estados miembros y las cadenas de valor están totalmente integradas. Por lo tanto, se trata de una crisis de recursos que afecta al conjunto de la UE”, argumenta. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, apuntaba en la misma dirección durante la presentación de la propuesta: “Aunque algunos países están más expuestos que otros a los cortes de gas ruso, todos los Estados miembros sufrirán las consecuencias a través del mercado único”.
Además, los países del sur no tienen la solvencia ni la fortaleza económica que tenían países como Alemania y los Países Bajos en 2008, por lo cual son dos contextos difíciles de comparar. España es uno de los países que más se está beneficiando de los fondos europeos, como los Next Generation. Precisamente, esta semana el Estado español ha recibido 12.000 millones más y ya suma 31.000 millones del fondo de recuperación pospandemia tramitado por Bruselas.
Por su parte, Italia está inmersa en la enésima crisis de Gobierno que ha desembocado en la dimisión del primer ministro, Mario Draghi, uno de los líderes más activos en las iniciativas europeas para hacer frente al Kremlin. El país transalpino, que tiene una enorme deuda pública, también es uno de los grandes receptores de fondos europeos.
Unidos contra Putin
“El chantaje de Putin con el gas ruso es un reto importante, sobre todo teniendo en cuenta la inflación y el aumento del coste de vida. En este contexto es vital que la UE se mantenga unida y actúe de manera conjunta contra la amenaza rusa”, explica Fabian Zuleeg, director ejecutivo y economista jefe del Centro de Política Europea. “Si la UE no actúa de manera conjunta, el único que saldrá ganando será Putin, que será capaz de limitar la capacidad de la UE de defender sus valores y sus intereses, en caso de fragmentación y conflicto interno”.
Los ministros de energía llegaron el pasado martes a un acuerdo político sobre la propuesta de la Comisión que todavía tiene que formalizarse por escrito. Los países del sur consiguieron suavizar los objetivos de consumo y la flexibilización de la propuesta, que ahora incluye varias excepciones, entre las cuales está el caso de España, principal puerto de entrada de gas licuado a la UE, que consiguió negociar una rebaja voluntaria del 7% del consumo y se comprometió a aumentar las exportaciones de gas a los socios comunitarios en caso de emergencia. Hungría fue el único país que se desmarcó de los Veintisiete y evidenció la proximidad con Putin del primer ministro Viktor Orbán. Las negociaciones, sin embargo, solo requerían una mayoría cualificada y, por lo tanto, el voto discordante húngaro no dinamitó el consenso.
“La UE ha aprendido que la cooperación es mejor que la confrontación, sobre todo en momentos de crisis como el que estamos viviendo”, afirma Sgaravatti. “Es cierto que algunos gobiernos pidieron derogaciones y excepciones a la propuesta inicial del ejecutivo, y lo que se ha acordado es una especie de solidaridad condicionada”, puntualiza. Pero solidaridad, al fin y al cabo. De momento, la UE se mantiene unida en la adversidad y el reciente acuerdo político en materia de energía representa un paso adelante. Pero la llegada del invierno requerirá más sacrificios, más consensos y más solidaridad. Y, por lo tanto, más retos.