Tanques, aviones y misiles de largo alcance: las líneas rojas que Occidente ha atravesado en Ucrania

La ayuda militar occidental en Kiiv ya ha superado, al menos, los cien mil millones de dólares

Zelenski y el nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ayer en Bruselas.  YVES HERMAN / REUTERS
25/11/2024
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LondresCuando hacía mil días que el régimen de Putin había invadido Ucrania, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, atendió finalmente a las súplicas –más que a peticiones– de Volodímir Zelenski y dio la autorización para que el ejército de Kiiv pudiera atacar el territorio de la Federación Rusa con los misiles ATACMS de largo alcance que Washington le había ido suministrando poco a poco, a veces arrastrando sus pies.

Los agredidos podrían luchar así "sin una mano atada a la espalda", como había explicitado Zelenski de forma bien gráfica en más de una ocasión. Al mismo tiempo, Londres daba luz verde para que sus Storm Shadow también pudieran atravesar la frontera. El añadido de las minas antipersona que Biden ha ofrecido a Zelenski completa, por ahora, el catálogo de armas estadounidenses con el que Occidente está sosteniendo a Ucrania. Este mismo domingo, el primer ministro francés, Jean-Noël Barrot, ha confirmado implícitamente, en una entrevista en la BBC, que Kiiv también tiene la autorización de París para utilizar los misiles de largo alcance con los que ha proveído a Zelenski.

Putin ha respondido con un misil hipersónico de última generación, un aviso para navegantes –enfatizado por la implicación de tropas norcoreanas–, sin que pueda saberse con certeza si es una cacha más, como cada vez que Occidente ha subido la apuesta, o una prueba, ahora sí, de que el autócrata ruso va en serio. ¿Puede ser parte de la coreografía dramática que prepara las bases de las hipotéticas conversaciones de paz a las que el futuro presidente Donald Trump obligaría a Kiiv por el método de cortarle el apoyo militar y financiero? Sea como fuere, a petición de Zelenski, la OTAN ha convocado para este martes una reunión urgente con el gobierno ucraniano.

Volodímir Zelenski y la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, poniendo sentados en uno de los aviones F-16 que se enviarán a Ucrania.

El hecho es que, de camino hacia los tres años de guerra, no ha sido hasta ahora que Rusia ha mostrado sus potencialidades más mortíferas, aunque antes de cumplirse el primer año Occidente ya empezó a superar líneas rojas autoimpuestas , hasta el punto de que perdían todo el color. ¿Cuáles han sido? En ningún caso, Putin había reaccionado.

Hacia finales de 2022, el clamor de Zelenski para conseguir tanques occidentales –los modernos Leopard 2 y los M1 Abrams– con el que oponerse al avance de las tropas rusas era ensordecedor. Washington y Berlín le dieron el visto bueno semanas después de que Londres se comprometiera a enviar a los blindados Challenger 2. Zelenski hablaba entonces de construir "la coalición de los tanques". Al esfuerzo se sumaron otros países, como España –que tuvo que repararlos para ponerlos al servicio de Ucrania– o Países Bajos. En total, algunos cálculos aproximados difundidos por agencias como Reuters o France-Presse apuntan a que Kiiv ha recibido entre 682 y 819 tanques. De Leopard 1, más de 270 de Alemania, Noruega, Dinamarca y los ya citados Países Bajos; de Leopard 2, 158 de Alemania, Polonia, Suecia, Finlandia, Portugal, España, Noruega, Canadá y Países Bajos; de Challenger 2 británicos, Ucrania ha recibido 14, y finalmente Kiiv también se ha beneficiado del servicio de 31 M1 Abrams de Estados Unidos y de Australia.

"Dadme alas"

Un par de semanas después (a finales de enero del 2023) que Zelenski obtuviera la luz verde occidental para recibir los tanques, embarcado en una minigira diplomática por Europa, el foco de su mensaje fueron los aviones de caza, los F-16. En una muy teatral puesta en escena en el Parlamento de Westminster, entregó el casco de un piloto ucraniano al presidente de la Cámara de los Comunes, Lindsay Hoyle, para representar la urgencia de su petición. Como en el caso de los tanques, también la hizo extensiva a los Países Bajos y en Dinamarca, que dieron el plácet a finales de agosto del año pasado. Pero conseguir la luz verde de Occidente no supuso que los aparatos despegaran de inmediato. Hay que entrenar a unos pilotos –el período puede alargarse entre ocho y doce meses– que, hasta ahora, sólo habían manejado los envejecidos Medio de fabricación soviética. Ucrania no ha recibido los primeros F-16 hasta ese mismo verano. De momento, de acuerdo con las informaciones difundidas por medios occidentales y ucranianos, Kiiv tiene 24 de los Países Bajos, 19 de Dinamarca y 2 de Noruega, pero este último par sólo para entrenamiento. Bélgica debe enviar una treintena, desde ahora hasta el 2028. Se prevé que los primeros lleguen en las próximas semanas, a finales de año. En total, los países de la OTAN entregarán 65.

Botas sobre el terreno

A falta de conocer el contenido de la reunión que el martes mantendrán los países de la OTAN con Ucrania para abordar lo que Zelenski considera una escalada "grave en la brutalidad de la guerra" de Putin, a raíz de la demostración de fuerza que ha supuesto el lanzamiento del misil hipersónico, lo que la Alianza nunca ha hecho –y difícilmente atravesará esta línea roja– ha sido luchar directamente con tropas sobre el terreno junto a Kiiv. Aún así, el presidente francés, Emmanuel Macron, sí ha insinuado esta posibilidad en un par de ocasiones. En una entrevista en la televisión francesa el pasado mes de marzo, Macron dijo: "Actualmente, no estamos en este punto [enviar soldados], pero por ahora no excluimos esta opción". Dos semanas antes ya lo había apuntado, pero todo el mundo se le echó encima, comenzando por el canciller alemán Olaf Scholz. Y, aun así, en la citada entrevista con la BBC, el jefe de gobierno francés ha dicho este domingo que Europa no puede tener líneas rojas para defender a Ucrania. "¿Ni siquiera soldados sobre el terreno?", le preguntaron. "No descartamos ninguna opción", respondió, en el mismo sentido que Macron.

Queda por saber si unos y otros continuarán subiendo la apuesta mientras Donald Trump no jura el cargo y si, una vez Trump esté en el despacho oval, el presidente entrante acabará con la guerra en un solo día, como prometió en campaña. Sea como fuere, ni los tanques, ni los aviones ni los misiles de largo alcance han supuesto, por ahora, una superación del escenario de estancamiento de una guerra que, como todas, parece interminable y costosísima. En vidas humanas y futuras vidas, incalculable. Y en ayuda militar occidental: 61.000 millones de dólares estadounidenses, según el alemán Instituto Kiel, y casi otros 35.000 entre Alemania, Reino Unido, Dinamarca y Países Bajos. Más otras aportaciones, mucho más inferiores, de Chequia, Polonia, Estonia o Lituania, vehiculadas, en su mayoría, a través de la Unión Europea.

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