Primer test electoral para Boris Johnson después del 'Partygate'

Las elecciones locales en Gran Bretaña serán un termómetro de la popularidad del 'premier'

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Cartel electoral indicando la sede de un colegio a tocar de la abadía de Westminster, al centro de Londres.

LondresUna de las siete vidas políticas de Boris Johnson se enfrenta este jueves a un nuevo test de estrés. Gran Bretaña celebra elecciones locales y el primer ministro y los conservadores llegan cuando el escándalo del Partygate y de las multas por haber roto las leyes del confinamiento a Johnson y a su ministro de Economía, Rishi Sunak, todavía no se ha apaciguado. Y todavía hay que saberse también el resultado del informe interno de la alta funcionaria Sue Grey sobre todo este seguido de fiestas ilegales, si habrá o no más multas de la policía al jefe de gobierno y si Johnson mintió ex professo a la Cámara de los Comunes asegurando que nunca se violaron las normas en Downing Street.

Pero, por razones diferentes, las elecciones locales son un termómetro muy difícil de leer, sobre todo si lo que se pretende es hacer extrapolaciones valiosas a escala de todo el Reino Unido. Como sostienen algunos analistas políticos, las locales son poco más que encuestas de opinión distorsionadas. Porque la pregunta que responden los votantes es diferente de la de unas elecciones generales, porque la gente que vota es diferente (hay, además, una participación mucho más baja) y porque las elecciones solo tienen lugar en algunas zonas del país. En el caso de los comicios de este jueves, hay 146 consejos locales que celebran elecciones en Inglaterra. Son, además, consejos de características diferentes: los hay de distritos unitarios, de metropolitanos de grandes o medianas urbes, de condados, de distritos municipales y de los 32 consejos municipales del gran Londres. Pero, en algunos casos, solo hay en disputa un tercio de los escaños de los consejos. En Escocia y Gales sí que hay todos los escaños de los consejos en disputa, 32 y 22, respectivamente.

Y en Irlanda del Norte hay también elecciones, pero en este caso por los 90 escaños de la Asamblea de Stormont, donde un resultado favorable al Sinn Féin podría tener profundas implicaciones para el unionismo. Finalmente, también hay siete alcaldías que se elegirán directamente en South Yorkshire, Croydon, Hackney, Lewisham, Newham, Tower Hamlets y Watford.

Con toda esta compleja maquinaria electoral en marcha, solo una derrota sin paliativos de los conservadores podría ser leída en clave de todo el Reino Unido, pero no tanto sobre el futuro del Partido Conservador sino sobre el futuro de Boris Johnson. Ante el nuevo desafío político, el premier ha dicho una cosa y la contraria: Johnson se ha comprometido a asumir la "total responsabilidad" si los conservadores sufren un golpe demoledor, pero también ha reiterado, a lo largo del fin de semana, que será él mismo quien liderará el partido en las próximas elecciones generales, en principio el 2024. Varios diputados conservadores han advertido que esperan los resultados del jueves antes de pronunciarse sobre el futuro del premier.

El Brexit, la misma carta bajo la manga

La comparación clave para Johnson no es necesariamente en relación con los resultados del 2018, o incluso las elecciones generales del 2019, sino las locales del 2021, cuando los conservadores tuvieron muy buenos resultados en relación con los laboristas en cuanto al porcentaje de voto estatal, y especialmente bien en zonas del tradicional cinturón rojo del norte de Inglaterra donde antes no habían tenido mucha representación. Un hecho, este, que demostró que el sorpasso en los tradicionales feudos laboristas no se acabó el diciembre del 2019.

Más allá de este foco, otro punto geográfico bastante importante será Londres. Y especialmente dos distritos: Wandsworth, que los conservadores controlan desde el 1978, y Westminster, en manos tories desde el 1964. Una muy mala noche electoral para Johnson sería perder Westminster.

Detalle del mural de Banksy contra el Brexit

Pero el Partygate no será el único factor en juego cuando mañana los electores pasen por los colegios. El aumento del coste de la vida, sobre todo del precio del gas y la luz, y la negativa del ministro de Economía de tasar más las energéticas, bendecidas con unos beneficios extras derivados del alza de precios, serán elementos clave.

¿Qué podría hacer Johnson si todo ello se le gira en contra? Por ejemplo, aprovechar la compleja coyuntura de Irlanda del Norte. Las encuestas prevén un triunfo prácticamente inédito del Sinn Féin. Y los unionistas del DUP amenazan, sea cual sea el resultado, con no formar parte del gobierno necesariamente compartido si no se elimina el protocolo del Brexit. Una vez más, pues, para superar dificultades internas el premier podría atizar la crisis con Bruselas para superar la de la provincia y, de rebote, invocar la independencia frente a la burocracia europea para mantenerse en vida políticamente. Ucrania ya le ha servido hasta ahora y el Brexit antes, y podría ser la conocida carta bajo la manga con qué continuar sobreviviendo.

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