Vuelos cancelados, huelgas y falta de personal: caos en los aeropuertos de Europa

El final de las restricciones de la pandemia da paso a un verano de colas y retrasos

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Viatgers al aeropuerto de Stansted, al norte de Londres, miran los paneles de información, este jueves

LondresDos años sin poder viajar debido a la pandemia, y cuando ya no hay prácticamente restricciones, al menos o especialmente en Europa, el caos se ha apoderado los últimos quince días de buena parte de los cielos del continente, especialmente afectados por los problemas en los aeropuertos británicos, aunque no son los únicos que se encuentran en una situación complicada.

Pero son los más afectados, sin duda. Tanto, que el fin de semana pasado, durante los cuatro días de fiesta del Jubileo de Platino de Isabel II, se llegaron a cancelar casi quinientos vuelos con salida o llegada al Reino Unido. Y la semana anterior, casi trescientos. Y este pasado miércoles, tres días después del final de las celebraciones en homenaje a la reina, las cancelaciones de solo British Airways (BA) superaron el centenar. En este caso, sin embargo, agravadas por una huelga del control aéreo de Italia que paralizó durante toda la mañana los aeropuertos de Milán-Bérgamo, Milán-Malpensa, Turín, Verona, Génova, Cuneo y Parma. El impacto se vivió en Heathrow, base principal de British Airways, pero también en Bristol, Manchester o Stansted, con suspensiones de Ryanair, en este caso.

Pero el episodio más anormal, casi increíble, de las últimas dos semanas de caos tuvo lugar el 31 de mayo, cuando el vuelo VY6209, de Vueling, que desde el aeropuerto de Gatwick hacía la ruta Londres-Florencia, salió con casi dos horas de retraso (22.10 h) sin nadie a bordo. La cola para facturar el equipaje fue de cuatro horas por la falta de personal de handling y los pilotos decidieron elevarse antes de perder el slot que tenían. Si no volaban, y no llegaban, el día siguiente empezarían en un aeropuerto diferente del programado y la rueda del caos seguiría.

La afectación es muy desigual. Tanto se pueden vivir escenas como la mencionada, o como las que este miércoles se vivían en el aeropuerto de Manchester, con los equipajes cayendo de las cintas, también por falta de personal, como la relativa normalidad de este jueves en Stansted, al norte de Londres, a pesar de que presentaba una ocupación superior a la habitual para la primera quincena de junio.

Las colas quilométricas para pasar los controles de seguridad se habían desvanecido, mientras que aumentaban las de las salas de espera, ya no para escanear el equipaje de mano, sino para encontrar una mesa para comer en los servicios de restauración.

Control de seguridad del aeropuerto de Stansted

Las turbulencias para el sector, afectado por problemas estructurales a raíz de la pandemia, son muchas. El director ejecutivo del aeropuerto de Heathrow hacía el martes un muy preocupante pronóstico para la inminente temporada estival, tanto en cuanto al hub británico más grande como para toda la industria en general. En un foro organizado por el diario Financial Times, John Holland-Kaye afirmaba: "Creo que se tardará entre 12 y 18 meses a que la aviación recupere completamente la capacidad [precovid], de forma que tendremos que gestionar con mucho cuidado la oferta y la demanda", dijo.

Falta de personal

La industria de la aviación redujo decenas de miles de puestos de trabajo durante la pandemia de coronavirus y ahora, cuando intenta volver a contratar a todo el personal que necesita después de que la demanda de viajes se haya recuperado muy rápidamente este año, no encuentra. Y las casuísticas son muy diversas: desde bajos salarios hasta falta de mano de obra, un problema que en el Reino Unido se ha acentuado con el Brexit.

En este sentido, el director ejecutivo de Wizz Air –la compañera húngara tercera de Europa en número de vuelos de las consideradas de low cost, después de Ryanair y EasyJet– ha afirmado este miércoles: "Hay escasez de personal en la gestión del control del tránsito aéreo. No hay suficiente personal en los aeropuertos y en la asistencia en tierra. La política de inmigración del Reino Unido después del Brexit está poniendo mucha tensión en el mercado laboral, cosa que es única en el Reino Unido en toda la industria". El problema es que el sector está sometido al efecto mariposa. Un retraso en un aeropuerto británico acaba afectando cualquier otro.

Falta de previsión

La falta de previsión también ha contribuido a colmar el vaso. Porque la necesidad de entrenar al personal de los controles de seguridad es otra de las trabas que está humillando la industria en momentos de una anhelada recuperación de la situación, después de dos años de parálisis.

El próximo martes la terminal 4 de Heathrow reabre después de dos años cerrada, y el aeropuerto lanzó este lunes una oferta para mil lugares de trabajo, sin los cuales los problemas de colas y esperas se volverían a repetir. Hay, además, un cuello de botella enorme en la aprobación de los controles de antecedentes del personal que se contrata, que tienen que superar unos rigurosos criterios de seguridad. Las compañías aéreas han sugerido reducir la duración del historial laboral sujeto a comprobaciones de antecedentes.

Por otro lado, la amenaza de una huelga generalizada del personal de cabina de Ryanair –la línea aérea europea de low cost más grande, aunque la calificación ya no obedezca a una realidad constatable en los precios finales– en diferentes países europeos –Italia, Francia, Bélgica, España y Portugal– puede causar una verdadera pesadilla para el turismo en los próximos meses.

El pasado martes la compañía irlandesa suspendió las negociaciones con dos sindicatos españoles, USO y STCPLA, que reclaman mejoras en las condiciones laborales. Cinco sindicatos más de los países mencionados antes también han hecho un llamamiento a la acción reivindicativa para asegurar trabajos mejor remunerados.

Pero Ryanair no es la única que camina hacia la huelga. Porque el lunes de esta semana 500 trabajadores de British Airways empezaron a votar por si tienen que ir a la huelga para conseguir mejoras salariales. El sindicato británico Unite ya ha advertido que piensa programarlas para causar el máximo impacto.

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