Juicio por los ataques en París: una terapia colectiva para curar el horror

Muchos supervivientes y familiares explican por primera vez su testimonio

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En esta imagen del 14 de noviembre del 2015 las autoridades evacuaban supervivientes del atentado 
 A la sala Bataclan, uno de los que  hubo a París.

ParísLe tiemblan ligeramente las manos. Está nerviosa pero coge aire y empieza a hablar decidida. A veces se le rompe la voz, pero narra con precisión y valentía lo que vivieron ella y su compañero aquella noche de hace seis años en la sala Bataclan de París. “Oímos como petardos. Creíamos que eran parte del concierto. Pero se empezaron a oír gritos, nos agachamos y vi que mi compañero tenía una herida de bala en el brazo”. Es la una del mediodía en el Palacio de Justicia de París y el relato de Beatrix, una de las supervivientes, deja helada la sala. “Cerré los ojos y al cabo de un momento un terrorista se explosionó. A los que estábamos en el suelo nos cayeron encima trozos de su cuerpo. Tardé tres días en procesar que aquello que se quedó enganchado a mis zapatos era carne del terrorista”.

Desde principios de septiembre, Francia juzga los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París. Los terroristas, armados con kalashnikovs y cinturones de explosivos, dejaron 130 muertos y decenas de heridos en la sala Bataclan, en terrazas de cafés y a los alrededores del Stade de France. Esta semana han declarado ante el tribunal supervivientes de la matanza y familiares de las víctimas que han puesto nombres a las cifras. En el juicio -las imágenes no se emiten públicamente pero se permite a la prensa asistir y difundir la información- se ha podido oír el testimonio del horror que vivieron los supervivientes y las familias. 

Los relatos, sin excepción, son de extrema crudeza. Son de madres que han perdido hijos y que estuvieron horas con la insoportable incertidumbre de si habían sobrevivido a los atentados. Niños que se han quedado sin padres. Víctimas que arrastran el trauma de aquella noche. “La visión de la platea del Bataclan con todos los muertos es algo que me perseguirá toda la vida”, confiesa Aurélia en el estrado. Hay supervivientes que explican con tristeza y vergüenza que habían pisado cadáveres para escapar del tiroteo en la platea del Bataclan. Otros revelan que los terroristas disparaban a las personas que había en el suelo cuando les sonaba el móvil o se movían.

“Sentía un enorme cansancio y tenía mucho frío. Había entendido que era el momento de morir”, explica Hans, que recibió el impacto de dos balas, una en la pierna y una en el cráneo. Hans relata los ruidos y movimientos que hacían personas agonizando a su alrededor en la sala Bataclan. “Tenía miedo de que los ruidos llamaran la atención de los terroristas y nos volvieran a disparar”. Una madre que había ido al concierto con su hijo de siete años -los dos salieron vivos- explica cómo intentaba proteger a su hijo. Se escondieron con otras personas en un falso techo: “Intenté hacer ver que no pasaba nada, que él no viera nada”. 

Ropa al exterior de la sala de conciertos Bataclan.

“Escuchando estos testimonios, me pregunto si las llamadas a mi hijo lo pusieron en situación de peligro”, se lamenta Cristina Garrido, madre de un joven español, Juan Alberto, que murió en la sala Bataclan. “También me pregunto cuántas personas tropezaron con él o lo pisaron cuando estaba en el suelo”. La madre, que también declaró esta semana, confesó con tristeza que “hay cosas que el tiempo no cura".

Declarar para poder pasar página

A pesar de la dureza de los relatos, la mayoría de las víctimas agradecen ante el tribunal la oportunidad de expresarse. En un gesto poco habitual, el presidente del tribunal, Jean-Louis Périès, deja hablar durante horas -sin que ningún abogado pregunte- tanto a los supervivientes como a los familiares, aunque a menudo hablen más de sus sentimientos que no de los hechos que se juzgan. Incluso permite proyectar fotografías y mensajes de las personas que perdieron la vida en una gran pantalla que hay en la sala. “El sentimiento de tener el derecho de hablar y de ser escuchados por una autoridad es algo que aporta mucho”, asegura Arthur Dénouveaux, uno de los supervivientes de la sala Bataclan y presidente de la asociación de víctimas Life for Paris en una conversación con el ARA. El presidente de un juicio como este “tiene mucho poder, y es él quien decide dónde pone los límites” de las declaraciones, afirma. Dénouveaux cree que participar en el juicio y poder hablar libremente de sus sentimientos y de cómo vivieron los atentados “es positivo y permitirá pasar página; no forzosamente acabar el libro, pero al menos sí pasar página”. 

A la izquierda del micrófono donde declaran las partes civiles, en un habitáculo de cristal, se sienta Salah Abdeslam, el único de los presuntos terroristas yihadistas que quedó vivo después de los atentados, y los otros islamistas acusados de colaborar con la célula que perpetró los ataques. Pocas veces reaccionan a las declaraciones. Solo alguna vez ha contestado a alguna víctima que se ha dirigido a él. El presidente del tribunal actúa con contundencia cada vez que alguno de los 13 acusados se levanta o grita. Se espera que declaren a partir del mes de enero. Abdeslam solo habló durante los primeros días del juicio, y fue para declararse “combatiente del Estado Islámico” y criticar el trato que asegura que recibe en prisión. 

El presidente de Life for Paris critica la cobertura mediática que tuvieron aquellas palabras del presunto terrorista. “Los periodistas y los abogados calificaron sus palabras de impactantes, pero las cosas realmente impactantes son las que están explicando las víctimas estas semanas -asegura Dénouveaux-. Las víctimas sentimos un cierto desfase con el resto de la sociedad”, lamenta.

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