El laborista millonario que dirigirá Noruega

El nuevo primer ministro, Jonas Gahr Støre, dirigió la campaña a "la gente normal"

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Jonas Gahr Støre, la semana pasada durante el recuento electoral.

Malmö (Suecia)“Estimados, hemos esperado, hemos tenido esperanza, y hemos trabajado muy intensamente. Y ahora, finalmente, podemos decirlo: lo hemos conseguido”. Con una sonrisa contenida, emocionado y probablemente aligerado, el líder del Partido Laborista noruego, Jonas Gahr Støre, se dirigía lunes a unos militantes eufóricos por la victoria en las elecciones parlamentarias del país escandinavo del fin de semana pasado.

Con una alegría evidente pero manteniendo su habitual ademán sereno, Støre iniciaba así su camino hacia la oficina de primer ministro de Noruega, que los últimos ocho años ha ocupado la conservadora Erna Solberg. Støre, que dirige el Partido Laborista (Arbeiderpartiet) desde 2014, ya se enfrentó a Solberg en las elecciones de 2017, y a pesar de que entonces también fue el más votado, el poco peso de los otros partidos del bloque de la izquierda le impidió gobernar.

Bastión histórico de la socialdemocracia, Escandinavia ha visto cómo los partidos de derechas han crecido y han gobernado en varios periodos las últimas décadas. Una vez Støre haya conseguido un acuerdo y sea investido –se prevé que pase a mediados de octubre como muy pronto--, los tres países escandinavos (Noruega, Suecia y Dinamarca) volverán a ser dirigidos por un primer ministro socialdemócrata tras dos décadas. 

Mirando el conjunto de países nórdicos (los escandinavos más Finlandia e Islandia), hay que retroceder hasta 1959 para encontrar cinco gobiernos de centroizquierda. Habrá que ver, sin embargo, qué pasa en las elecciones islandesas del próximo sábado para saber si Katrín Jakobsdóttir (Movimiento de Izquierda Verde) puede repetir como primera ministra.

“La hora de la gente normal”

En la campaña electoral, los laboristas noruegos han hecho énfasis en las desigualdades sociales y la necesidad de fortalecer el tan preciado estado del bienestar. “Ahora es la hora de la gente normal”, prometía el eslogan del partido. El futuro primero ministro, sin embargo, difícilmente puede incluirse en esta categoría.

Nacido en una familia acomodada, Støre, de 61 años, es el político más rico de Noruega, fruto de una herencia familiar. Creció en un barrio acomodado de Oslo, estudió ciencias políticas en el elitista Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po) y después pasó dos años como investigador en Harvard. Algunos diarios suecos lo han comparado estos días con Olof Palme –ex primero ministro sueco, considerado uno de los padres de la socialdemocracia moderna, asesinado en 1986 en Estocolmo— por su perfil académico, su habilidad retórica y sus orígenes de clase alta.

El Partido Conservador noruego intentó captarlo, pero él se reafirmó en las ideas socialdemócratas que había abrazado durante su estancia en la capital francesa, y en 1989 empezó su trayectoria en el Partido Laborista como asesor personal de la primera ministra Gro Harlem Brundtland.

Entre 2005 y 2013, Støre ocupó cargos destacados en los dos gobiernos de Jens Stoltenberg –su mentor y predecesor antes de ser nombrado secretario general de la OTAN en 2014–, entre los cuales el de ministro de Exteriores. Fue durante esta época que sobrevivió a un atentado en Kabul, cuando el hotel donde estaba fue atacado por los talibanes, que mataron a seis personas, entre las cuales a un periodista noruego.

Su riqueza, proveniente de la venta de una empresa que su abuelo salvó de la quiebra, ha levantado varias polémicas y ha hecho que algunos dirigentes laboristas hayan recelado porque no lo consideran un de los suyos. La última declaración pública de sus finanzas, hecha en 2019, mostraba una fortuna de 68 millones de coronas (unos 6,8 millones de euros), pero según el diario noruego Kapital su patrimonio se acerca a los 140 millones (14 millones de euros). El año pasado recibió críticas porque tenía el dinero en fondo de inversión, lo que se interpretó como una posible fuente de conflictos de intereses, y que resolvió depositando 75 millones de coronas en el banco para dejar de recibir beneficios.

A pesar de no parecer un socialdemócrata “normal”, Støre defiende su militancia en el Partido Laborista como “la clara alternativa al individualismo de derechas y la creencia ciega en las fuerzas de mercado” –como declara en la página web del partido— y se presenta como un paladín de la lucha contra las desigualdades sociales. "Mis finanzas no son normales, pero otras muchas cosas de mí sí que lo son", declaró a la agencia AFP.

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