Mundial de Catar

Cinco cosas que probablemente no sabes sobre Catar

El pequeño emirato se ha hecho un lugar en el mundo con poder blando a golpe de petrodólar

En el centro de Doha, el monumento a la perla, del estilo kitsch  tan propio del Golfo, recuerda la principal actividad económica antes del descubrimiento de los enormes yacimientos de gas.
14/11/2022
4 min

BarcelonaCatar es un país minúsculo (tiene una extensión de 11.512 km², menos de la mitad de la superficie de Catalunya), pero tiene nada más y nada menos que la tercera bolsa de gas del planeta y es el primer productor mundial de gas licuado. Por eso sus pocos ciudadanos se cuentan entre los más ricos del mundo: la renta per cápita es de 67.470 dólares (bastante más que en Alemania). Y es que el maná del gas se reparte solo entre los 330.000 catarís que viven en el emirato. Representan el 10 por ciento de la población: el resto son trabajadores migrantes, la mayoría de los cuales viven en condiciones penosas. En pocas décadas el pequeño emirato se ha hecho un lugar en el mundo a golpe de petrodólar.

1.
La fuerza del 'soft-power'

Incapaz de competir militarmente con los dos gigantes regionales, Arabia Saudí e Irán, Catar ha buscado otra estrategia

Plató d'Al Jazira

Los fondos de inversión del emirato (la Catar Investment Authority tiene un patrimonio de 450.000 millones de dólares) tienen presencia en sectores estratégicos de Europa como bancos, eléctricas, aeropuertos y grandes almacenes, y controlan uno de los clubes de fútbol más poderosos, el París Saint-Germain. Catar tiene una influencia global gracias a la cadena de televisión Al-Jazira, la de más audiencia en el mundo árabe, y mantiene una trama de multinacionales y empresas de alcance planetario. Tampoco se tiene que olvidar que Qatar Airways vuela a 150 destinos internacionales y que el aeropuerto de Doha es un hub clave en la zona.

2.
Pluralidad de alianzas

Para garantizar su supervivencia, el emirato ha formado alianzas con potencias internacionales

El president francès, Emmanuel Macron, i el seu homòleg dels Emirats Àrabs Units, Mohammed bin Zayed Al Nahyan

La Constitución catarí deja claro que no se involucrará en conflictos armados en el exterior. Para defenderse de sus rivales el emirato se ha aliado con grandes potencias, pero nunca ha puesto todos los huevos en una sola cesta: acoge bases militares de los Estados Unidos y Turquía, pero esto no le impide mantener buenas relaciones diplomáticas con Irán, Rusia o China, mientras vende gas a la India y a Reino Unido. Estas alianzas fueron claves cuando en 2017 sus vecinos sometieron a Catar a un embargo por tierra, mar y aire durante tres años. 

3.
El papel del deporte

El Mundial consolida Catar como una potencia regional

Vista general de l'estadi Al Thumama a Doha, Qatar

Es en esta lógica de poder blando que Catar se ha dedicado a organizar acontecimientos deportivos de alcance internacional, una estrategia que culmina con el Mundial de fútbol que empieza el 20 de noviembre. “El Mundial consagra Catar como una gran potencia regional, un país que a pesar de sus dimensiones quería jugar en la Champions”, explica al ARA Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de estudios árabes e islámicos de la Complutense de Madrid, que acaba de publicar Qatar, la perla del Golfo (Península).

4.
Tradición y modernidad

El emirato discrimina a las mujeres y al colectivo LGBTI

Alguns dels espectaculars gratacels que caracteritzen Doha, la capital de Qatar, que ara pateix el bloqueig dels altres països del Golf.

Hace solo 70 años la principal actividad económica del emirato era la pesca de la perla y el comercio. El descubrimiento de las reservas de gas y petróleo lo cambió todo: se produjo una modernización acelerada que amenazaba con borrar la identidad. “Las autoridades se esfuerzan por mantener la tradición a toda costa: los museos que recuerdan el pasado humilde del emirato, las carreras de camellos, la cetrería, intentando que la gente no olvide sus orígenes”, añade el catedrático. Aquí entra también la religión: Catar es, junto con Arabia Saudí, el único país del mundo islámico donde impera el wahabismo, a pesar de que Álvarez-Ossorio matiza que “el wahabismo catarí es más abierto que el saudí: las mujeres no cuentan para nada y se aplica la sharía para regular las herencias o la custodia de los hijos, pero pueden conducir, tienen autonomía para trabajar, son mayoría en las universidades y la mitad de los trabajadores en las empresas públicas, por mucho que siga siendo una sociedad muy conservadora”. En Catar también hay iglesias cristianas y mezquitas chiítas, no hay castigos corporales ni se aplica la pena capital desde hace dos décadas. Partidos y sindicatos están prohibidos por ley y la dinastía Al-Thani no tiene contrapoder y la sociedad continúa funcionando por vínculos tribales. La homosexualidad es un delito según el Código Penal catarí, y puede ser castigada con hasta siete años de prisión. Además, la ley 17 permite la detención preventiva sin cargos de hasta seis meses "si existen razones muy fundamentadas para pensar que el acusado ha cometido un crimen [como] violar la moralidad pública". Las autoridades catarís censuran las informaciones que hagan referencia a colectivos no heteronormativos.

5.
Un país de ricos y pobres

El infierno de los migrantes de origen asiático, pero no de los occidentales

Treballadors de la construcció en les obres del mundial de Qatar

La concesión del Mundial a Catar en 2010 propició una fiebre constructora de infraestructuras que ha multiplicado la llegada de trabajadores extranjeros. Sufren todo tipo de abusos por el sistema de la kafala, vigente también en los países vecinos, que ata el trabajador al empresario. Como recuerda el arabista: “Los trabajadores migrantes de origen asiático en la construcción o los servicios son ciudadanos no de segunda sino de tercera, y viven en burbujas aisladas bajo una discriminación evidente. Con sus ingentes recursos el estado es benévolo hacia la población autóctona que ha creado un contrato social particular”. Miles de trabajadores migrantes han muerto en las obras relacionadas con el Mundial por las condiciones extremas a las que se los ha forzado. Amnistía Internacional admite que Doha ha hecho mejoras en los últimos cinco años en cuanto a las condiciones laborales de los extranjeros, pero alerta de que "miles de trabajadores siguen sufriendo impago y atraso de los salarios, negación de los días de descanso, condiciones inseguras, acceso limitado a la justicia" y que "la muerte de miles de trabajadores sigue sin investigarse.

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