Israel se ceba con Gaza, pero la guerra está estancada
El ejército de Netanyahu está a punto de completar la devastación total del extremo norte de la Franja, en medio de llamadas a ampliar la política de tierra arrasada

El CairoLa ofensiva de Israel en Gaza hace tiempo que parece instalada en una especie de inercia destructiva a cuya sombra sectores extremistas de dentro y fuera del ejército están avanzando con hechos consumados una agenda de venganza y limpieza étnica de ambiciones coloniales. Las negociaciones para un alto el fuego con Hamás están estancadas desde hace más de un año, la atención mediática se encuentra en otros lugares, y el rumbo bélico es cada vez más vago. Pero la vertiginosa devastación de la Franja sigue; ahora, sobre todo, concentrada en el norte, pero con el riesgo de que se expanda.
Desde el verano, Israel tomó la calculada decisión de redirigir sus principales esfuerzos militares hacia el frente norte con Hezbollah, en Líbano, y en menor grado contra Irán. El resultado fue un arrinconamiento del frente sur, en Gaza, que desde entonces se ha mantenido en segundo plano a pesar de que las operaciones militares, principalmente terrestres, se están cebando con zonas del territorio que son pulverizadas mientras la mayoría de civiles malviven hacinados en una pequeña área designada de la Franja igualmente aislada, asfixiada y bombardeada por Israel.
La última operación a gran escala lanzada por el ejército israelí en Gaza, a principios de octubre y todavía en marcha, tiene por blanco el extremo norte de la Franja, que incluye el campo de desplazados de Jabalia y las localidades de Beit Hanoun y Beit Lahia. El estado mayor niega que el objetivo sea despejar la zona de población y reducirla a cenizas, como defienden amplios sectores del país, incluidos algunos dentro del ejército. Pero en la práctica, toda la zona ha sido arrasada y ya no queda apenas nadie.
La situación humanitaria en esta parte de Gaza es igualmente catastrófica para las personas que quedan. Expertos en seguridad alimentaria consideran probable que la región caerá inminentemente –si no ha caído ya– bajo el umbral del hambre. A finales de diciembre, dos de sus únicos tres hospitales quedaron fuera de servicio, y el último, que sólo funciona parcialmente, afirma haber recibido órdenes de cierre a principios de enero. Entre octubre y finales de diciembre, el 90% de los intentos de la ONU de enviar ayuda humanitaria fueron denegados.
Limpieza étnica ultra
La limpieza étnica y destrucción de esta zona es casi completa. Y ahora hay temores, avivados por sectores ultras israelíes, de que la operación de tierra arrasada se expanda al resto del norte de Gaza, aislado del sur de la Franja por un corredor militarizado. En la práctica, lo que este paso supondría sería ampliar la operación en la ciudad de Gaza, que antes de la guerra era la mayor y más poblada de la Franja, y en la que todavía viven decenas de miles de personas.
Los sectores ultranacionalistas israelíes que abogan más abiertamente por esta expansión, y que cuentan con un apoyo social importante y son muy influyentes dentro del gobierno y el ejército, persiguen una derrota total de Hamás, pero también, y sobre todo, volver a hacer permanente la presencia militar de Israel en Gaza y restablecer asentamientos en el norte. El pasado miércoles el ministro de Finanzas israelí, el ultra Bezalel Smotrich, declaró que Israel debe permanecer en Gaza "durante mucho tiempo" y que deben "dejar de tenerle miedo a la palabra ocupación".
La sensación de inercia y falta de plan de actuación de la comandancia del ejército de Israel no sólo emana de las acciones descontroladas de oficiales y de soldados sobre el terreno, sino también de la falta de avances tangibles en los objetivos de guerra que ha marcado públicamente Tel-Aviv, incluidos aniquilar a Hamás y liberar a los rehenes.
Actualmente, el movimiento palestino está muy debilitado, pero retiene en gran medida el control civil sobre Gaza y su brazo armado sigue adaptándose a los reveses y se cree que restituye las filas con bastante eficiencia. El pasado martes, además, el ejército israelí recuperó el cadáver de un nuevo rehén que se creía vivo.
En cuanto a las negociaciones entre Israel y Hamás, recientemente se ha vuelto a inyectar optimismo a raíz de supuestos avances, y el pasado miércoles el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, afirmó que las partes están "muy cerca" de un acuerdo. Sin embargo, las conversaciones parecen estancadas por los mismos motivos desde hace más de un año, incluida la retirada de Israel de Gaza y los criterios para liberar a los prisioneros capturados el 7 de octubre. Y cada vez que un acuerdo ha parecido a la vuelta de la esquina, las negociaciones se han interrumpido, sobre todo por los bloqueos del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
La única esperanza, ahora, es que la presión del presidente entrante de Estados Unidos, Donald Trump, ayude a desbloquear la situación. Pero incluso en este caso, el escenario que se cree más probable sería el de un acuerdo parcial en el que sólo los rehenes que se consideren prioritarios o más vulnerables serían liberados, en medio de un paro temporal de hostilidades. Las perspectivas de una hipotética segunda fase, que implique el fin de la guerra, son tan lejanas como en un principio.