Israel retoma los bombardeos en Líbano y la tregua cuelga de un hilo

Aumentan las presiones internas contra Hezbollah, a quien Washington responsabiliza de la reacción israelí

BeirutHacía tiempo que Mariam Azzaz no miraba hacia el cielo buscando aviones de guerra y drones. Ahora ha vuelto la angustia. Vive en Hadath, en los distritos del sur de Beirut. Días atrás tuvo que correr hasta la escuela de su hijo después de que Israel emitiera una orden de evacuación para desalojar un edificio residencial que sería bombardeado cerca del Liceu de les Arts, donde estudia Michel, de 11 años. "Es uno déjà-vu".

"No pude sacar el coche del parking de casa por culpa del tráfico. Un amigo me vino a buscar en moto para ir a recoger a mi hijo. Era un caos". Durante los tres meses de guerra en los que los suburbios de Beirut han sido bombardeados a diario por la aviación israelí, la mujer ha vivido situaciones similares: miedo, ansiedad y la urgencia de salir corriendo en cualquier momento para poner a sus hijos a salvo. Israel dijo que había bombardeado un depósito de drones. Al lado de la escuela de mi hijo había un depósito de drones. Era un edificio residencial, con apartamentos y tiendas en la planta baja. No lo sé, pienso que nunca podremos estar seguros ni tranquilos", lamenta.

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Tres días después, otro ataque aéreo israelí contra el barrio de Sfeir, en la periferia de Beirut, dejó cuatro muertos: un comandante de Hezbollah y tres miembros de su familia, en el bombardeo, en el bombardeo, en el bombardeo, edificios de alrededor. "Gracias a Dios estamos todos bien y nuestra casa se mantiene de pie; hemos tenido suerte”, dice Adam Hachem, que trabaja en una sastrería en la calle Hamra, en el centro de Beirut. marchado, Israel atacó Sfeir. Creo que nos van a lanzar más ataques. Quizás mañana, dentro de un mes, dentro de un año... No lo sabemos", dice con incertidumbre. Su padre, Elieh, interviene: "Por cada paso que das adelante, das diez hacia atrás. Los desplazados volvían y empezaban a reparar su casa. Y ahora otra vez: ruinas y destrucción", se queja.

El alto el fuego, colgando de un hilo

A pesar de la tregua vigente desde finales de noviembre, el ejército israelí ha matado a 130 personas en Líbano y ha reanudado los bombardeos en el sur y en el centro del país, ya los suburbios de Beirut, en represalia por el lanzamiento de cohetes desde la frontera. Aunque Hezbollah no se ha achacado ninguno de los tres ataques con cohetes de la semana pasada, ha advertido que, si el gobierno libanés no frena las agresiones israelíes, se verán obligados a actuar. El frágil alto el fuego cuelga de un hilo y la presión sobre el Líbano es cada vez mayor. Estados Unidos responsabiliza a las autoridades libanesas de la renovada violencia en la frontera y exige el desarme inmediato de la milicia proiraní. Por eso la enviada especial de Estados Unidos para Oriente Medio, Morgan Ortagus, busca presionar al gobierno libanés para que establezca un calendario claro para el desarme de Hezbollah y apoye a la ofensiva israelí, que Washington considera una acción preventiva.

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Mientras, a pocos kilómetros de los bombardeos, la vida en Beirut sigue con una normalidad aparente. Sin embargo, la incertidumbre afecta a los negocios y al sector hostelero. "El gobierno no ha tomado ninguna medida contra Hezbollah. Si lo hubiera hecho, probablemente esta vez se pudo evitar. Sin acciones contra Hezbollah y con medidas de cortina de humo en el frente económico, como la llamada ley sobre el levantamiento del secreto bancario, seguiremos siendo un país con el que nadie quiere tratar, un país que no es seguro para el turismo, un país, de un restaurante en el barrio cristiano de Gemmayzeh. Los clientes han comenzado a cancelar sus reservas. "Si la gente de aquí tiene miedo, imagínate a los turistas. Si sigue la inestabilidad, la temporada de Semana Santa será un desastre. No hay manera de levantar cabeza", lamenta.

"El ejército tendrá que enfrentarse a Hezbollah. No hay otra opción si queremos estabilidad. Solo así el Líbano podrá vencer a Hezbollah, no a Israel", sentencia Jimmy, cristiano maronita y miembro del partido falangista de extrema derecha Fuerzas Libanesas.

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Mientras los ataques israelíes persisten y la economía no se recupera, Beirut sigue atrapada en una espera angustiosa. Cada día que ocurre, la incertidumbre crece y parece que la esperanza de estabilidad se desvanezca. La ciudad resiste, pero sus heridas no cicatrizan. En el aire flota la sensación de que la tregua es sólo una pausa antes del próximo estallido.