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Israel bombardea Beirut por primera vez desde la tregua de noviembre y deja tres muertos en el sur del Líbano

Tel-Aviv ataca un barrio del sur de la capital, donde asegura que había un almacén de drones

Imagen del bombardeo israelí en Beirtu.
28/03/2025
3 min
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BeirutBeirut ha revivido este viernes la pesadilla que parecía quedar atrás tras hace cuatro meses. A las 13.40 h, tres explosiones han resonado con fuerza en la ciudad, recordando a los habitantes de la capital libanesa el constante peligro que acecha. Aviones de guerra israelíes atacaron un edificio en el barrio de Hadath, en los suburbios del sur de Beirut, como represalia por el lanzamiento de dos cohetes desde el sur de Líbano contra el asentamiento de Kiryat Shmona, en el norte de Israel. La amenaza del ministro de Defensa israelí, Israel Katz, se ha materializado en ataques aéreos masivos sobre varias zonas del sur del Líbano, una escalada en las tensiones que parecía haber disminuido en los últimos meses.

El eco de las explosiones ha sacudido a la ciudad mientras la población, aún con la memoria fresca de los bombardeos anteriores, ha vuelto a encontrarse atrapada entre la incertidumbre y el miedo. La reacción israelí no se hizo esperar: más de cincuenta ataques aéreos durante el día, contra varias localidades en el sur del Líbano y los suburbios de Beirut, con un resultado de al menos tres muertos y 18 heridos, entre ellos algunos niños.

Este ataque es sólo el último de una tensión que nunca se ha terminado de resolver en la región. La presencia de Hezbollah, aunque ha negado la autoría de los ataques, sigue siendo la gran sombra que se cierne sobre la frontera sur del Líbano. Israel ha responsabilizado a este grupo, y su gobierno ha acusado al Estado libanés de no garantizar el cumplimiento de los acuerdos de alto el fuego.

Las autoridades libanesas, sin embargo, se han apresurado a negar la implicación directa de Hezbollah en el lanzamiento de los cohetes. Desde París, el presidente Joseph Aoun quiso destacar que "todo indica" que el grupo proiraní no es el responsable del ataque, y insistió en que se llevaría a cabo una investigación para esclarecer los hechos. Sin embargo, mientras el gobierno libanés intenta navegar entre las presiones externas y la realidad interna, la falta de control efectivo sobre el sur del Líbano y la persistencia de Hezbollah como actor militar y político hacen que cualquier intento de desarme o garantizar el alto el fuego sea sumamente difícil.

El impacto de los ataques israelíes ha sido devastador. En las zonas cercanas a los objetivos, los residentes vivieron horas de pánico. La evacuación de edificios cercanos al blanco del ataque, que tenía un almacén de drones, ha provocado un éxodo masivo y el colapso de las calles de Beirut. La situación ha sido tan caótica que el ministerio de Educación ha ordenado cerrar de inmediato todas las escuelas y universidades de los suburbios afectados. Los temores de nuevos bombardeos y ataques aéreos se incrementaron cuando aviones israelíes realizaron simulacros de incursiones en la zona, una táctica psicológica para sembrar aún más el terror.

En el ámbito diplomático, el gobierno libanés ha intensificado sus esfuerzos para evitar que la situación se convierta en una guerra abierta. El presidente Aoun y el primer ministro Nawaf Salam han mantenido conversaciones con actores internacionales, buscando presionar a Israel para que detenga los ataques y respete los acuerdos de alto el fuego. La ONU también ha pedido moderación, advirtiendo de que una escalada más profunda en el conflicto sería devastadora para la población civil de ambos lados de la frontera. Pero, al igual que en otras ocasiones, la comunidad internacional parece impotente ante la realidad sobre el terreno, en el que Hezbollah sigue siendo un actor clave.

El gran reto del Líbano es el desarme de la milicia proiraní, un objetivo que, de momento, parece inalcanzable. Pese a las presiones internacionales continuas y los esfuerzos del gobierno libanés por imponer el control, el grupo armado sigue operando con autonomía, tal y como ha demostrado el último lanzamiento de cohetes contra Israel. La visita de Morgan Ortagus , enviada especial de EEUU a Oriente Medio, anunciada para la próxima semana, ha vuelto a poner sobre la mesa la posibilidad de un "reconstrucción a cambio de desarme", pero la propuesta choca con la realidad política libanesa, en la que Hezbollah aún mantiene un gran poder militar y también una representación política.

El gobierno de Nawaf Salam, pese a los esfuerzos por limitar el poder de Hezbollah, no ha podido cumplir con los compromisos internacionales, especialmente en lo que se refiere a la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, que exige la desmilitarización de la zona sur del Líbano. La continua violación de este acuerdo por parte de la milicia chií libanesa e Israel alimenta las tensiones y pone en peligro cualquier intento de desescalar la situación.

La situación sigue siendo incierta, y cada explosión, cada misil lanzado, parece acercar un poco más al país a un nuevo conflicto.

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