"Si llaman a la puerta pienso que me encontraré al ejército al otro lado"
Así viven la guerra los familiares de los soldados israelíes desplegados en Gaza
Jerusalén"Cada vez que se publica la noticia de un soldado muerto, miro que no sea mi marido. O un amigo", explica Sofía, que prefiere no dar su nombre real. Su pareja forma parte de una unidad de inteligencia en el sur de Israel, y tiene tres amigos que están en Gaza. "Cada mañana se me encoge el estómago y hasta que no lo miro no respiro del todo. Cada vez que suena el teléfono pienso que será una mala noticia. Y si llaman a la puerta, lo primero que pienso es que me encontraré l ejército al otro lado. Y todos sabemos lo que significaría esto", añade.
Una cincuentena de militares israelíes han muerto en la Franja desde el inicio de la guerra, que sumados a los caídos durante el ataque de Hamás hacen un total de 363 militares fallecidos. Como Sofía, miles de familiares de los soldados desplegados en Gaza, Cisjordania y en todo Israel sufren por la vida de sus seres queridos. Pero también sienten orgullo.
"Ahora mismo me es difícil separar lo que siento. Por un lado, estoy orgullosa de mi hijo, porque nos está protegiendo... Pero por otro también tengo miedo", explica Natalia Jazanovich. Su caso es especial. Noam es su único hijo y está combatiendo dentro de Gaza. No sabe nada desde hace semanas. "No tiene móvil", explica Natalia, judía de origen español. La última vez que madre e hijo se encontraron fue en una visita a la base militar en la que está desplegado el Noam. Y él intentó tranquilizarla y contarle que estaba tranquilo con lo que hace.
"Cuando veo que un niño pequeño puede jugar tranquilo en el parque sé que es porque hay niños mayores que los están defendiendo. Yo quiero hacer esto. Y sé que cuando tenga hijos, alguien lo hará por ellos", le dijo. Al Noam la guerra le cogió en pleno servicio militar. Hacía apenas unos meses que había pedido el traslado de una unidad canina a un batallón de paracaidistas de combate. Si no hubiera hecho el cambio, ahora no estaría en la Franja.
"Normalmente los que son hijos únicos no acuden a unidades de combate. Pero él lo quería. En estos casos el ejército hace firmar un consentimiento a los padres. Y lo firmamos después de escuchar sus razones. Me dijo: «Madre , si tú tuvieras diez hijos, todos serían hijos únicos para ti»". Entonces Natalia no sabía que Noam acabaría luchando en Gaza. "Pero no me arrepiento de haber firmado. Lo volvería a hacer", dice.
Para ella, como para muchos israelíes, la guerra de Gaza es una lucha por la supervivencia. "No busco venganza. Pero en Gaza hay rehenes. Y hay que acabar con la situación de Hamás. Son una amenaza", dice Natalia, que lamenta el antisemitismo creciente en Occidente y recuerda que Israel es el último refugio para los judíos de todo el mundo y que para ellos defender al país es cuestión de vida o muerte. "Lo ocurrido el 7 de octubre es pasado, pero la amenaza sigue", añade.
David Linden y su esposa también tienen un hijo en la frente. Aunque en este caso en el norte, donde todavía se producen escaramuzas con Hezbolá y los cohetes del grupo impactan casi todos los días contra las poblaciones israelíes cercanas al Líbano, donde el ejército responde con tanques y bombardeos. "Hay mucha tensión. Estamos muy orgullosos de todos los hombres y mujeres que están haciendo todo lo posible por defender al país. Tenemos muchos héroes", dice Linden. Para él el "desastre" del 7 de octubre ha puesto a Israel en una "situación difícil": "Todo el mundo sabe que el centro de mando de Hamás estaba bajo el hospital [Al-Shifa]. Por un lado, no podemos atacar a un hospital, pero por otro, si dejamos escapar a Hamás esto nunca acabará". Pese a la convicción de Linden, no se ha podido demostrar que el hospital de Gaza fuera utilizado como base militar por Hamás.
Ahora mismo Linden sólo espera que todo se acabe pronto y que "el resto del mundo, incluidos los estados árabes moderados, digan a Hamás que se marche". "Entonces podremos conseguir un nuevo gobierno en Israel y empezar a reparar los daños", añade.
Dudas y contradicciones
Pese al orgullo que comparten todos los familiares, y la sensación de que la ofensiva israelí es necesaria para responder a una amenaza para el país, los entrevistados también reconocen dudas, contradicciones y dificultades a la hora de afrontar la guerra. "Sé que hay daños colaterales. Y nos hacen mucho daño. La vida de un niño es la vida de un niño. También la de un adulto importa", dice Natalia, que asegura, sin embargo, que Israel hace todo lo posible por minimizar la muerte de civiles. Sin embargo, el propio Benjamin Netanyahu admitió que su ejército pudo hacer más para evitar tantas muertes de inocentes.
"Si Israel quisiera destruir Gaza ya estaría destruida. Me siento tranquila y orgullosa de lo que hace Israel. Pero estamos en una guerra", añade. Y pone un ejemplo más: "Mi hijo me ha explicado cómo en el ejército les hacen formaciones en las que les dicen que, sobre todo, nunca hagan nada de que no se puedan sentir orgullosos: que no roben, que no violen, que no maten a nadie que no sea necesario...", apunta.
Para Sofía, que también es de origen español, el conflicto ha sido un gran choque. "Nunca había vivido algo así de primera mano. Nunca había sentido una amenaza a mi propia supervivencia", explica la joven, que el día del ataque debía ser de camping con su marido cerca de Ofakim, donde Hamás asesinó a 53 personas. En el último momento decidieron cambiar de destino, pero podrían no haberlo hecho. Aunque esto la marcó, reconoce que tiene "el corazón roto por lo que ocurre en Gaza y por lo que ocurre en Israel".
Explica que conversa mucho con su marido y sus amigos sobre el gran número de muertos en la Franja –cerca de 12.000, según el ministerio de Salud palestino– y asegura que en el ejército muchos sufren por esta situación: "Las personas de el ejército no son robots ni máquinas de matar. También tienen debates internos". "Una guerra es lo peor que hay, no se lo deseo a nadie", concluye.