Netanyahu lo apuesta todo en la carta Trump

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La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, en un encuentro con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

BarcelonaMás de una semana después de el elocuente discurso de Benjamin Netanyahu en el Capitolio, es posible sacar algunas conclusiones y recalcar otras circunstancias que tienen relevancia. El discurso duró 53 minutos, aunque buena parte del tiempo estuvo detenido por los aplausos de los congresistas. De hecho, en 53 minutos el discurso del primer ministro israelí fue interrumpido por los aplausos 81 veces, un récord que está muy por encima de las interrupciones que senadores y representantes hacen cuando les habla cualquier presidente de Estados Unidos, por no hablar de dignatarios de las potencias extranjeras aliadas.

Esto dice mucho de la fuerza y ​​el ascendiente que los dirigentes hebreos tienen en la gran superpotencia mundial. Pero hay que consignar que esta vez alrededor de un centenar de senadores y representantes decidieron no participar en la sesión, algo insólito. La propia vicepresidenta y candidata demócrata a la presidencia, Kamala Harris, que suele presidir este tipo de actos solemnes e institucionales, no lo hizo, y de hecho no estuvo presente. Cabe recalcar que la primera vez que un número tan elevado de senadores y representantes no participa en un discurso de un primer ministro israelí ha sido la cuarta vez que Netanyahu acudía al Capitolio.

En realidad, Netanyahu se autoinvitó, algo que ya había hecho al menos en otra ocasión. Formalmente fue invitado por la presidencia del Congreso, pero en la práctica fue él quien decidió el momento. El presidente Joe Biden no acudió al Capitolio, aduciendo que estaba enfermo de cóvido-19, y Kamala Harris alegó problemas de agenda. La mayor parte del centenar de senadores y congresistas demócratas ausentes dijeron que no era el momento adecuado para escuchar a Netanyahu. Algunos confirmaron públicamente que era a causa de la guerra de Gaza.

Netanyahu volvió a referirse a algo que lleva tiempo diciendo: “El momento histórico que vivimos tiene gran importancia planetaria y estamos colocando las piedras angulares del futuro de nuestras sociedades, en especial en Occidente” . Pero lo trascendente del primer viaje de Netanyahu al extranjero desde el comienzo de la guerra probablemente no fue su alocución al Capitolio, sino el encuentro posterior con Donald Trump en Florida.

Tensión con Biden y Harris

Netanyahu ha vivido momentos de tensión con el presidente Joe Biden, que se reunió con él al día siguiente de la sesión del Capitolio. Prueba de esta tensión latente es que Biden no le ha invitado ni una sola vez a la Casa Blanca en casi cuatro años. La reunión de Netanyahu con Kamala Harris fue tensa, mientras que el momento estelar del periplo fue con Trump. Netanyahu apuesta por Trump ante las elecciones de noviembre, el mismo presidente que trasladó la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, que reconoció al Golán sirio como parte de Israel y que fomentó la normalización de Israel con los países árabes “moderados” de la región.

La atención de Netanyahu está concentrada en Irán, un país que llamó 27 veces al discurso del Capitolio, es decir, con una frecuencia de una vez cada dos minutos. Irán es el último obstáculo que le queda a Netanyahu para consolidar la supremacía israelí en Oriente Próximo y para consolidar la ocupación de los territorios palestinos. Si el republicano Trump gana en noviembre, todo será más fácil que con Kamala Harris o cualquier otro posible candidato demócrata.

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